Se estima que en 2050, China tendría un PIB 26% mayor que el de EEUU y el G7 de entonces, si se estableciese por orden de PIB, estaría compuesto por este orden: China, EEUU, India, Japón, Brasil, Rusia y, ya muy descolgado, el Reino Unido. Tres desarrollados de los actuales y cuatro emergentes nuevos.
Por Guillermo de la Dehesa
China ha sido y sigue siendo el país con la tasa de crecimiento más elevada y sostenida del mundo. Sólo Japón en la segunda mitad del siglo pasado y Corea en su último cuarto han logrado éxitos parecidos, aunque con tasas de crecimiento más bajas.
Desde que el pragmático Deng Xiaoping se afianzó como líder del partido comunista chino en 1978, tras la muerte de Zhou Enlai y de Mao, y comenzó la apertura de su economía, en estos 26 años, la economía china ha crecido a una tasa promedio anual del 9% . Sólo en los años 1989 y 1990, tras su crisis financiera en 1987, tuvo un crecimiento menor del 5%. Posteriormente, continuó creciendo a una media superior al 9%, a pesar de verse ligeramente afectada por la fuerte crisis de los países asiáticos en 1997 y 1998, años en los que creció al 8%. Como dato de referencia relativa, la Unión Europea ha crecido en los últimos 26 años al 2,4% y EE.UU. al 3,2%.
Eso ha permitido que China haya duplicado su PIB cada casi 7 años y que éste sea hoy el segundo mayor del mundo, en términos dólares medidos por su poder adquisitivo, y el sexto mundial, medido en dólares corrientes. En el mismo periodo, EE.UU. ha duplicado su PIB cada 20 años y la Unión Europea cada 24 años, aproximadamente. Si se hiciese una simple extrapolación de estas tasas de crecimiento, su PIB superaría al de EEUU y al de la Unión Europea, en paridades de poder de compra, en unos diez años y, en dólares corrientes, en unos veinticinco.
Por otro lado, China se ha convertido en el tercer importador y exportador del y al resto del mundo, sólo superado por EEUU, en primer lugar, y la Unión Europea, en segundo lugar (si la consideramos como un solo país y sólo tenemos su comercio extra-europeo), seguida muy de cerca por Japón en cuarto lugar. Mientras que el comercio mundial se ha multiplicado por 20 entre 1970 y 2002, el de China lo ha hecho por 140. Esto hace que su crecimiento tenga una importancia enorme y creciente para el crecimiento del resto del mundo. De ahí que haya sido admitida, acertadamente y con todos los honores, como miembro relevante de la Organización Mundial del Comercio.
Por su extraordinario crecimiento y su peso en el comercio mundial, China se ha convertido en una locomotora del crecimiento mundial ya que, a pesar de que su PIB representa sólo el 4% del PIB mundial, su aportación al total del crecimiento mundial, en esta última década, ha sido del 11%, sólo por detrás de EEUU, que ha sido la gran locomotora, aportando el 55% del crecimiento mundial, a pesar de que su peso en el PIB es del 33% del total. La Unión Europea ha sido la tercera, ya que sólo ha aportado el 10,5%, cuando su peso relativo es del 28%, mientras que Japón, que representa el 12,8% del PIB mundial , ha sustraído un 10% a dicho crecimiento. El resto del mundo ha aportado el 33,5% restante, del que el resto de Asia ha representado la mayor parte.
Esto plantea dos importantes problemas para la economía mundial. El primero es a medio plazo. Si el crecimiento de EEUU va a tener que desacelerarse en los próximos años para poder reducir sus desequilibrios y la Unión Europea y Japón no van a poder tomar el relevo, es enormemente importante que China, y también el resto de Asia cuyo crecimiento está ligado en buena parte al chino, sigan manteniendo sus elevadas tasas de crecimiento para que el crecimiento mundial no sufra una fuerte desaceleración. El segundo es a largo plazo y es saber cuándo China va a convertirse en la primera potencia mundial en términos de PIB y qué efectos puede tener para el resto del mundo.
Es indudable que la tasa de crecimiento de China va a ceder en los próximos años como máximo 1 punto porcentual, con lo que va a continuar aportando una parte importante del comercio y del crecimiento mundial y va a poder hacer menos traumática
la reducción de los desequilibrios fiscales y externo de los EEUU, que van a implicar una reducción importante de su demanda interna y de sus importaciones del resto del mundo. La depreciación del dólar, incluso aunque sea mayor que la actual, no va a ser suficiente, por si sola, para reducir su déficit por cuenta corriente de la balanza de pagos que necesitará que, asimismo, aumente el ahorro de las familias y del Estado, lo que supondrá un menor consumo y unas menores importaciones en relación a su PIB. Si China reduce su crecimiento al 8% anual, debido a las menores importaciones de EEUU, su principal mercado, podrá hacer posible que el resto de Asia (excluido Japón) siga aportando crecimiento al resto del mundo, ya que depende en una medida importante de las importaciones chinas. Si además la Unión Europea, aunque mantenga su bajo crecimiento actual, importa más por la fuerte apreciación del euro y la economía japonesa crece un poco más que en el pasado, aunque sea un poco menos que en 2004, el ajuste externo de EEUU podría ser relativamente suave.
Por otro lado, los bancos centrales de Japón, China, Corea y otros de Asia, están ahora financiando aproximadamente el 50% del déficit externo norteamericano, lo que les convierte en fundamentales para que el ajuste sea mas suave, de no ser así el dólar se desplomaría y todo el mundo, especialmente Europa y muchos países en desarrollo, saldría perdiendo.
En cuanto al futuro papel que va a jugar China en el mundo, existe un estudio muy solvente realizado por Goldman Sachs, titulado Dreaming with BRICS, que estima que , en dólares corrientes, China va a tener un PIB mayor que el de Alemania en 2008, que el de Japón en 2016 y que el de EEUU en 2041. Este resultado se alcanza calculando que su tasa anual de crecimiento real va a ir descendiendo desde el 9% actual al 3% en 2050, con lo que el crecimiento medio del periodo va a ser sólo del 4,5%.
Esta reducción del crecimiento está sustentada en dos factores fundamentales, por un lado, en que conforme mejore su renta por habitante, que en 2050 será de 31.357 dólares, frente a los 83.710 de EEUU, su crecimiento será menor y, por otro, en que China también va a experimentar un envejecimiento de su población, con lo que, al final del período, su población en edad de trabajar sería similar a la de los países más avanzados. Sin embargo, su fuerte mejora se debe a que, como consecuencia de los enormes flujos de inversión directa que va a recibir, al ser el principal mercado mundial y al fuerte crecimiento de su productividad y de su PIB por habitante, su tipo de cambio va a apreciarse rápidamente convergiendo en términos de paridades de poder de compra con las economías más avanzadas. Se estima que su tipo de cambio se va a apreciar en un 285% a lo largo del periodo.
Con ello, en 2050, China tendría un PIB 26% mayor que el de EEUU y el G7 de entonces, si se estableciese por orden de PIB, estaría compuesto por este orden: China, EEUU, India, Japón, Brasil, Rusia y, ya muy descolgado, el Reino Unido. Tres desarrollados de los actuales y cuatro emergentes nuevos.