Hay dos acusados por el caso, uno de ellos miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La profunda huella de monseñor Isaías Duarte Cancino no se quedó en Cali solamente por sus valientes denuncias. Su obra social en pro de los más necesitados fue lo que marcó con tinta indeleble el corazón de una ciudad que lo sigue llorando. Él, con su fuerza y poder de convicción, movilizó a más de 500.000 personas a que dijeran No Más a la violencia y al secuestro.
Fuente: Aciprensa, El Pais-Cali
BOGOTÁ, 16 Mar. 04 (ACI).- Hoy, en cientos de templos de todo el país, se oficiarán Misas en memoria de Mons. Isaías Duarte, Arzobispo de Cali, asesinado hace dos años cuando salía de una iglesia donde había celebrado un matrimonio comunitario.
Mientras tanto, el juez encargado del proceso aseguró que a fin de mes se dictará sentencia. Hay dos acusados por el caso, uno de ellos miembro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Los acusados son Alexander de Jesús Zapata, alias «El Cortico» como autor material, y John Freddy Jiménez, alias «Basilio», como autor intelectual.
El juez Oscar Hurtado Reina, es el encargado de dictar la sentencia.
«El deseo hubiera sido terminar este proceso en los términos de ley, pero en este despacho llevamos 110 procesos que no nos ha permitido finalizar el caso de Monseñor. Hemos tenido que distribuir el trabajo. No puedo paralizar el despacho por un solo caso, así tenga toda la trascendencia ante la opinión pública. A finales de este mes aspiro a dictar sentencia», señaló el juez.
«HEMOS PERDONADO A LOS CULPABLES DEL ASESINATO»
El arzobispo de la ciudad, Juan Francisco Sarasti, se mostró preocupado y dolido por la estela de violencia que padece la capital del Valle. La Catedral de San Pedro y la Iglesia de El Buen Pastor, en el barrio Ricardo Balcázar, se llenaron de fieles que recordaron la labor social de Duarte Cancino.
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?
– No te digo que hasta siete veces sino hasta 70 veces cien».
Este versículo del evangelio según San Mateo fue el que ayer se escuchó en la catedral de San Pedro y en la iglesia El Buen Pastor del barrio Ricardo Balcázar, al conmemorarse el segundo aniversario del asesinato de monseñor Isaías Duarte Cancino, arzobispo de Cali.
Fue la palabra perdón la que salió cientos de veces repetida de la boca de los fieles que colmaron hasta la última banca de la Catedral, y que se unieron a la homilía del actual arzobispo de Cali, monseñor Juan Francisco Sarasti, quien proclamó el perdón para los asesinos de su antecesor.
«Hemos perdonado a los culpables del asesinato quienes quieran que hayan sido, independientemente de las responsabilidades y las penas que la justicia colombiana les pueda imponer en el ejercicio de sus poderes constitucionales», sostuvo Sarasti durante la homilía.
El Arzobispo de Cali, al tiempo, pidió a los caleños reconciliarse y reencontrarse con las enseñanzas de paz que monseñor Duarte dejó en sus siete años como pastor de la Iglesia caleña.
«Grave y de irreparables consecuencias fue su pérdida. Pero nuestra presencia en torno a él en esta eucaristía no tiene como propósito simplemente recordarle ni pedir que la justicia obre contra los responsables materiales e intelectuales del magnicidio. No, queremos profundizar en las enseñanzas que él nos dejó y reiterar nuestro perdón cristiano para los culpables del execrable crimen».
Monseñor Sarasti también se mostró preocupado y dolido por la ola de violencia que recorre la ciudad y así lo expresó en su intervención.
«Cómo sufre su sucesor con la estela de violencia que recorre la ciudad. Duele enterarse de la presencia del crimen en los barrios y comunas que han obligado a las autoridades locales, en buenahora, a la adopción de medidas extraordinarias pero necesarias que ojalá logren devolver la calma», dijo el Arzobispo.
Un murmullo de aprobación dejó esta afirmación del prelado, que a renglón seguido aseguró que «no hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón».
En la Catedral, que fue su púlpito habitual, y en la iglesia de El Buen Pastor, en la que su bendición cobijó por última vez a 104 parejas que se unieron en el sacramento del matrimonio, justo antes de su asesinato, la presencia de Isaías Duarte estuvo más viva que nunca.
«Hoy estoy muy triste porque ya no está con nosotros, pero contenta a la vez porque Monseñor me hizo un milagro. Hace un tiempo tuve una dificultad familiar y me vine a su tumba a rogarle que me ayudara. Le recé por varios días y sí me ayudó», aseguró Ruth Méndez, quien en su monedera lleva una desgastada estampa del inmolado religioso.
Dos años después las lágrimas no dejan de salir y la herida sigue abierta en el corazón de cientos de personas. El dolor de esos fieles los obligó a recordarlo, bien en las bancas o de pie, arrodillados o sentados en el suelo, mientras le rogaban a su alma por un mejor destino.
Su estampa se veía en las manos de hombres y mujeres que lo llevaban en cuadernillos de oración, tarjetas conmemorativas o en fotos de su presencia en tantas parroquias que recorrió y en las que con un abrazo y una sonrisa acompañaba a sus fieles.
«Se siente una tristeza porque fue un hombre que sirvió mucho a Cali y por eso vine a rendirle un homenaje», expresó Norma Guevara quien rezaba al borde la tumba de Duarte Cancino.
La obra del líder religioso ha quedado peremne en el corazón de los caleños quienes una vez más lo recordaron como el ‘Apóstol de la paz’.
LA OBRA VIVA DEL PASTOR
La profunda huella de monseñor Isaías Duarte Cancino no se quedó en Cali solamente por sus valientes denuncias. Su obra social en pro de los más necesitados fue lo que marcó con tinta indeleble el corazón de una ciudad que lo sigue llorando.
El Banco Arquidiocesano de Alimentos, que a diario alivia el hambre de cerca de 25.000 personas de los sectores más deprimidos de la ciudad, es uno de los legados que Duarte Cancino dejó a los caleños durante sus siete años de trabajo en la ciudad.
La Fundación Samaritanos de la Calle, que desde el barrio El Calvario promueve una mejor vida para los indigentes, presta asistencia social y capacitación laboral. Además, sigue fortalecida y es reconocida como una de las organizaciones que más aporte a la reconstrucción del tejido social ha echo en los últimos años.
Pensando también en esta población fue que el líder religioso creó en el barrio El Piloto la casa Ser Gente, en donde cada día se le da la mano a 130 personas proporcionándoles alimentación, atención médica y ropa.
Nueve colegios, una universidad y el impulso para la construcción de 45 nuevas parroquias hacen parte del extenso legado que le dejó a Cali el ‘Apóstol de la paz’, monseñor Duarte, y que ponía siempre de presente la necesidad de la educación para la construcción de una sociedad fortalecida en valores humanos.
La Comisión Vida, Justicia y Paz, liderada por el sacerdote José González, que nació en 1996 con el propósito de que la gente «no se quedara callada sino que luchara por sus derechos», hoy fomenta espacios de reconciliación.
Duarte Cancino también es recordado entre los cientos de hombres y mujeres, amigos y familiares que padecieron con el secuestro de la iglesia La María y el Kilómetro 18.
Él, con su fuerza y poder de convicción, movilizó a más de 500.000 personas a que dijeran No Más a la violencia y al secuestro.
La del inmolado pastor es una estela de bien que sigue creciendo en Cali.