Ha comenzado ya el campo de trabajo en el XXXVI Aula Malagón-Rovirosa.
Un grupo de personas procedentes de distintos lugares de España, nos hemos acercado hasta el monasterio del Soto en Cantabria, para iniciar los trabajos de preparación del XXXVI Aula Malagón-Rovirosa.
Es un momento privilegiado para el encuentro con Dios, mediante la oración y la Eucaristía, encuentro con los hermanos después de tanto tiempo alejados por la pandemia, y también un tiempo para plantearnos con un renovado entusiasmo la lucha por la Justicia.
La Iglesia diocesana en Cantabria nos acoge en el Monasterio del Soto que fue lugar de vida contemplativa y comunitaria y donde se vivió una forma de vida que era una pequeña semilla en medio de un mundo desangrado por las guerras y las enfermedades.
Hoy también queremos ser una semilla, como el grano de mostaza, en este mundo que esta organizado para el lucro y que oprime a la mayoría de la humanidad.
Guillermo Rovirosa, don Tomas Malagón a los que está dedicado esta aula, junto con Julián Gómez del Castillo y otros muchos militantes cristianos que nos han precedido, soñaron con este Aula, con un lugar donde las personas pudieran plantearse la vida solidaria, la promoción militante y la caridad política.
Queremos vivir el trabajo desde la gratuidad y el servicio, sin listos y líderes. Desde la vida familiar, con sacerdotes, y consagrados, formando una familia de familias. Y desde aquí podernos plantear nuestra responsabilidad ante el sufrimiento de millones de hermanos. Salir del Aula con nuevos compromisos, como los discípulos de Emaús, que tras una parada en el camino se encontraron con Jesús Resucitado, y salieron renovados a los caminos a llevar la Buena Nueva del Evangelio.
Tras finalizar el campo de trabajo, todo quedara preparado para el inicio de los tres campamentos para niños y jóvenes y los ejercicios espirituales dirigidos por Monseñor Luis Arguello.
Y paralelamente también comenzara en Venezuela entre los más pobres, el Aula Julián Gómez del Castillo. La Universidad de los empobrecidos de la tierra, donde los pobres puedan recibir la educación que el imperialismo les niega, y puedan plantearse también su promoción integral y colectiva.
Sin duda este es el milagro de la vida asociada.