¿Cómo Internet alimenta el auge de la pornografía infantil?

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La mayor parte de los delitos actuales relacionados con la pornografía infantil son cometidos a través de Internet, y no solo esto, sino que la INTERPOL (2022) alerta sobre la explotación y el abuso sexual de menores a través de Internet, clasificándola en el top diez de tendencias delictivas que más preocupan a los países miembros y que más creen que van a aumentar en el futuro. Es por eso por lo que en los últimos años se ha comenzado a hacer hincapié en que relación hay entre ambos fenómenos y como se influyen mutuamente para dar lugar al marco delictivo actual.

Diversos estudios nos hablan del papel que desarrollan las nuevas tecnologías y la comunicación digital en el auge del volumen de pornografía en términos generales. La hipótesis llamada Triple A Engine nos habla de tres factores que, combinados, explicarían la potencia de Internet como caldo de cultivo idóneo para su crecimiento exponencial. Estos son su mayor accesibilidad, asequibilidad y anonimato. Otros autores mencionan la facilidad de almacenamiento del material pornográfico digitalizado, así como el menor esfuerzo asociado a ocultarlo.

Sin embargo, Internet presenta rasgos y características únicas que atraen a los pedófilos, aparte del anonimato percibido la facilidad de acceso y la asequibilidad de la que ya hemos hablado también presenta un mercado casi ilimitado y una difuminación de la frontera entre el consumidor y el productor, siendo estos papeles intercambiables. Así mismo, atrae especialmente a «ciberpedocriminales» que, si bien se involucran en altos niveles en su fantasía sexual, mantienen una fuerte inhibición para actuar conforme a estas, por lo que encuentran en el contenido digital oportunidades ilimitadas para experimentarlas.  

El peligro del consumo y distribución de pornografía infantil presenta varios frentes: por un lado, la existencia de esas grabaciones implica la existencia de abusos y víctimas reales, y por otro, los efectos del consumo al estimular y normalizar los delitos de abuso sexual infantil, alentando la aceptación de la pedofilia como una filia más en el amplio espectro humano. Algunos autores aluden a que una proclividad por la pornografía infantil aumenta la probabilidad de cometer un delito de contacto contra un menor en la forma de abuso o solicitación sexuales.

Por último, otra de las características más importantes de Internet es que se convierte en el medio propicio para que los delincuentes puedan iniciar contactos y establecer relaciones tanto con las posibles víctimas de abuso sexual, como con otros pedófilos que compartan sus tendencias parafílicas. Esto es importante, ya que provoca una comunidad del yo, que permite normalizar ideas socialmente censurables y favorece la ausencia de conciencia del problema.

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