Comunicado de Amnistia Internacional: Los niños soldado, un crimen de guerra

2419

El 20 de noviembre, se celebró el Día Universal del Niño. Con este motivo, Amnistía Internacional, que participa en la Coalición para acabar con la utilización de niños soldado, denuncia que en más de 35 países de todo el mundo, entre 300.000 y 500.000 menores se ven obligados a formar parte de ejércitos estatales, fuerzas paramilitares, milicias civiles y grupos armados de oposición.
Comunicado de Amnistia Internacional: LOS NIÑOS SOLDADO, UN CRIMEN DE GUERRA

Hoy, 20 de noviembre, se celebra el Día Universal del Niño. Con este motivo, Amnistía Internacional, que participa en la Coalición para acabar con la utilización de niños soldado, denuncia que en más de 35 países de todo el mundo, entre 300.000 y 500.000 menores se ven obligados a formar parte de ejércitos estatales, fuerzas paramilitares, milicias civiles y grupos armados de oposición.

«El reclutamiento y la utilización de menores de 18 años en los conflictos armados constituyen crímenes de guerra y, por consiguiente, son crímenes cometidos contra toda la comunidad internacional, no sólo contra los niños «, afirma Amnistía Internacional.

La organización presenta una nueva página web: www.actuaconamnistia.org para que los ciudadanos puedan colaborar en la lucha contra el uso de niños y niñas en los conflictos. En esta página puede firmarse una petición dirigida al presidente del Gobierno español solicitándole que aproveche el papel que nuestro país tiene actualmente en las Naciones Unidas, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, para: promover la adopción de medidas sancionadoras dirigidas a cualquier parte involucrada en un conflicto que reclute niños y niñas soldado y para conseguir la aprobación de medidas sancionadoras dirigidas a los Estados que exportan armas a países en los que existe constancia del reclutamiento de niños y niñas soldado.

Las investigaciones realizadas por la Coalición señalan, por ejemplo, que en Colombia hasta 14.000 menores participan en los enfrentamientos armados. Desde 1996, los niños combatientes están en todos los grupos armados en la República Democrática del Congo y representan un 35% de las tropas. En Myanmar, unos 70.000 niños forman parte del ejército estatal tras haber sido alistados por la fuerza mediante secuestro o amenazas de prisión.

Testimonios espeluznantes

Los niños que Amnistía Internacional ha entrevistado, tras escaparse o ser desmovilizados, ofrecen un testimonio espeluznante sobre cómo los conflictos armados les han afectado tanto física como psicológicamente. En palabras de un niño soldado implicado en el conflicto de la República Democrática del Congo: «Teníamos que caminar durante días. Por la noche, tenía que asaltar pueblos para conseguir algo de comida. En octubre, tomé parte en el ataque contra Uvira. Fue horrible. Tenía miedo y no quería matar a nadie ni que me mataran. Después del ataque, abandoné mi arma y huí.»

Reclutamientos a punta de pistola

Estos niños han sido secuestrados en la calle o sacados de los colegios, campos de refugiados o campos de desplazados internos. A otros muchos se los ha forzado a salir de sus casas a punta de pistola. Según los informes recibidos, otros han sido reclutados cuando jugaban cerca de su casa o iban andando por la carretera. Algunos niños se han unido a las fuerzas del ejército o la milicia de forma voluntaria, con el telón de fondo de la separación de sus familias, las condiciones de pobreza y el desplome de los servicios sociales básicos, como los centros educativos y de salud.

En el frente de batalla

Tras varias semanas de entrenamiento, se los despliega en las líneas de combate para utilizarlos como carne de cañón. Allí se los obliga a servir como señuelos, como detectores de la posición enemiga, como guardaespaldas de sus comandantes o como esclavos sexuales. La mayoría de las niñas soldado han denunciado haber sido violadas o explotadas sexualmente por sus jefes militares y otros soldados. A menudo, también se utiliza a niños y niñas como porteadores de la munición, el agua o los alimentos, y como cocineros. También se obliga a los niños reiteradamente a cometer abusos, entre ellos violaciones y asesinatos, contra civiles y soldados enemigos. A algunos se los ha forzado a matar a miembros de su propia familia, y a otros a participar en actos sexuales y de canibalismo con los cadáveres de los enemigos muertos durante los combates. A menudo se les administran drogas y alcohol para hacerlos insensibles a las emociones cuando cometen estos crímenes.

Secuelas de por vida

El coste personal que pagan los niños soldados es muy elevado: insensibilizados y traumatizados por la experiencia vivida, a muchos les siguen asediando los recuerdos de los abusos que presenciaron o que les obligaron a cometer. En el caso de las niñas soldado, además de la brutalidad y el trauma derivados de la violación en sí, las agresiones sexuales pueden producirles lesiones físicas graves y embarazos forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.

Pasividad de los responsables

El compromiso público de los gobiernos y grupos armados por evitar que los niños sean utilizados como combatientes discrepa del real. La desmovilización de niños soldados ha sido demasiado moderada y limitada en su envergadura como para aliviar el problema. En muchos casos, las iniciativas de desmovilización no tienen en cuenta el papel fundamental que desempeñan las familias y las comunidades locales en la feliz reintegración del niño en la vida civil.

La organización ha afirmado: «Más allá de la abolición legal y política del reclutamiento y utilización de niños soldados, deben ponerse en marcha iniciativas encaminadas al desarrollo económico y la consolidación de la paz, con el fin de que su desmovilización y rehabilitación no tengan vuelta atrás”.