La Diócesis de San Marcos, quiere recordar una vez más el crimen cometido contra Juan José Gerardi Conedera, obispo identificado plenamente con la lucha por la paz y la justicia; defensor incansable de la vida y de los derechos fundamentales de la persona humana e impulsor decidido de la labor pastoral de la Iglesia Católica.
EN EL DECIMO SEGUNDO ANIVERSARIO DEL ASESINATO CONTRA EL OBISPO JUAN GERARDI, TESTIGO DE LA VERDAD, DEFENSOR DE LA VIDA, PAZ Y LA JUSTICIA
«LA VIDA Y LA PAZ SON POSIBLES CON LA JUSTICIA»
La Diócesis de San Marcos, quiere recordar una vez más el crimen cometido contra Juan José Gerardi Conedera, obispo identificado plenamente con la lucha por la paz y la justicia; defensor incansable de la vida y de los derechos fundamentales de la persona humana e impulsor decidido de la labor pastoral de la Iglesia Católica.
Este recuadro lo hace cada año para mantener viva la memoria de su ejemplo y testimonio, en la certeza que «Quien cree en Cristo, aunque muera vivirá para siempre».
El obispo Gerardi, asoció su ministerio episcopal al ministerio Pascual de Jesucristo, y caminó con su pueblo el camino de la persecución, las torturas, la desesperación, el exilio, la muerte, los cementerios clandestinos, las exhumaciones. Se esforzó por sembrar semillas de vida para lograr una cosecha abundante en la realización de una sociedad justa y pacífica. Fue fiel a la misión encomendada y cumplida por el Señor cuando dijo: «yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (San Juan cap. 10,10)
Doce años después del asesinato contra Monseñor Gerardi, no debemos olvidar los 36 años de guerra que sufrió nuestro país, con la cadena cruel e inhumana de masacres, violaciones, torturas y secuestros; acciones represivas que generaron temor y miedo en la población y desarticularon todo tipo de organización social y política. En esta historia la Iglesia católica sufrió grandemente.
Lastimosamente, en la actualidad, la historia se repite. Han cambiado las circunstancias pero no el fondo. Comunidades y líderes empeñados en construir una Guatemala diferente, en justicia y bienestar para todos y todas, sufren hostigamientos, persecuciones, son objeto de críticas, ataques verbales y escritos. En nuestra región varios líderes defensores de los derechos de sus comunidades han sido vilmente asesinados. Estamos a la espera de los resultados de las investigaciones para que su muerte no quede en la impunidad.
Según el informe «Guatemala Nunca Más», durante la época del Conflicto Armado Interno, fueron muchas las víctimas que perdieron la vida (200,000 aproximadamente). En la situación actual, sin estar en guerra, nos enfrentamos a una violencia sin rostro manifestada en diferentes formas. Según datos obtenidos en el años 2008 hubo 6244 homicidios, aumentando a 6498 en 2009; del 2000 a 2010 comienza a fortalecerse el lavado de dinero, el sindicato, el crimen organizado, la socialización de la droga y su producción a mayor escala, que convierte a Guatemala en un país propicio para el negocio global del narcotráfico.
Es cuestionante que a la fecha, los problemas que provocaron el enfrentamiento armado, aún no hayan sido resueltos, porque son problemas estructurales derivados de un sistema neoliberal que genera condiciones de desigualdad y de irrespeto a la vida como: pobreza (75% de la población), violencia, injusticia, impunidad, racismo, concentración de la tierra en sectores minoritarios y falta de servicios básicos adecuados y accesibles a la población entera.
La mayoría de la población y las organizaciones sociales luchamos, por lograr la tan ansiada paz. Sin embargo hay grupos de poder preocupados y enfocados únicamente en crear las condiciones necesarias para que en Guatemala se mantenga el poder del derecho individual sobre el bien común, lo cual genera más exclusión y marginación, agudiza el racismo y produce ataques contra algunos defensores de los Derechos Humanos, particularmente de los derechos de los pueblos Indígenas, relacionados con el territorio y la explotación de los recursos naturales. Es Estado, amparado en un sistema legal que privilegia de modo absoluto el derecho a la propiedad privada olvidando su función social, permite el uso de los territorios para proyectos económicos que benefician a las minorías privilegiadas de este país, hecho demostrado en las 459 concesiones, (259 de explotación, 136 de explotación de minerales y 64 proyectos hidroeléctricos). De nuevo se olvida el bien de la persona y de las comunidades enraizadas en su entorno ambiental, por darle el primer lugar al lucro y a la ganancia.
Ante este escenario rápidamente descrito, la Diócesis de San Marcos, en el marco de la conmemoración del 12 aniversario del asesinato contra el obispo Juan José Gerardi Conedera, en nombre de las comunidades sufridas y en coherencia con la opción preferencial por los pobres y excluidos, demanda:
A LOS ORGANISMOS DEL ESTADO GATEMALTECO:
a) Continuar con las investigaciones pertinentes para determinar quiénes fueron los autores intelectuales del asesinato contra el Obispo Juan Gerardi y otros líderes.
b) Declarar injustos aquellos contratos entre el Estado guatemalteco y las empresas transnacionales o empresas nacionales que buscan el enriquecimiento propio y no muestran interés por el cuidado del medio ambiente y el respeto a las demandas de las poblaciones afectadas por dichos negocios.
c) Promover en los centros educativos el conocimiento de la historia verdadera de nuestro país, especialmente la de los años recientes como lección para la vida de las presentes y futuras generaciones.
d) Promover la cultura de la paz y el respeto a la vida.
e) Aplicar la justicia para combatir la impunidad, apoyando las iniciativas de la CICIG
f) Asegurar una vida digna para las familias campesinas al aprobar la Ley de Desarrollo Rural consensuada por las organizaciones campesinas.
EXORTAMOS A LA POBLACIÓN EN GENERAL:
a) A desarrollar una mayor sensibilidad frente a la problemática social saliendo de la indiferencia y del individualismo.
b) A recordar el pasado para aprender del mismo y evitar la historia de dolor y sufrimiento que el país ha vivido.
c) A no perder la esperanza de un futuro mejor, confiados en la presencia de Jesús Resucitado, que nos da su paz.
Queremos terminar este comunicado con el saludo pascual del Señor Jesucristo: ¡La paz esté con ustedes!