12 países en Iberoamérica, recibieron sobornos de una gran empresa constructora. Esto sólo es la punta del Iceberg de lo que sucede en estos grandes contratos.
El modelo de sobornos de las grandes corporaciones en Iberoamérica, hacia políticos y funcionarios, tiene una imagen como la de un espejo en el continente africano, donde habitualmente también se compran voluntades y se somete al pueblo y a la democracia.
Urge por tanto la formación política desde la base de los pueblos aplastados por la corrupción política
El paradigma actual de esta forma de destrozar la democracia es el de la constructora Odebrecht.
Odebrecht es una de las mayores constructoras de Brasil, opera en 27 países, incluido Estados Unidos. Tras las investigaciones —que no sólo se desarrollan en Brasil, sino en Suiza y Estados Unidos—, uno de sus fundadores, Marcelo Odebrecht, fue condenado a más de 19 años de prisión en su país por crímenes de corrupción pasiva, asociación criminal y lavado de dinero.
En el informe del Departamento de Justicia de EE.UU., divulgado hace meses se establece que “durante o entre 2001 y 2016, Odebrecht, junto a sus cómplices, consciente y deliberadamente conspiró y acordó con otros proveer corruptamente cientos de millones de dólares en pagos y otros objetos de valor a y para el beneficio de funcionarios oficiales extranjeros, partidos políticos extranjeros, miembros de partidos políticos extranjeros y candidatos políticos extranjeros para asegurar una indebida ventaja e influenciar a esos funcionarios extranjeros, partidos políticos extranjeros y candidatos políticos extranjeros a fin de obtener y retener negocios en varios países alrededor del mundo”.
Estamos hablando de 788 millones de dólares que fueron pagados bajo este concepto en Brasil y once países más, asociados con más de cien proyectos, no sólo de Odebrecht sino de todas las entidades asociadas. Y ese pago le generó beneficios a Odebrecht y a los beneficiados en esas naciones, durante todo ese tiempo, por más de 3.000 millones de dólares.
Solamente en Brasil, los sobornos de Odebrecht alcanzaron los 349 millones de dólares, mientras que en los otros 11 países, ascendieron a 439 millones de dólares.
El caso Venezuela
La destituida por el régimen de Maduro, fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, reveló en su momento que la constructora brasileña Odebrecht pagó 30.000 millones de dólares (unos 25.000 millones de euros) en sobornos por contratos a funcionarios y cargos venezolanos por once grandes obras de infraestructura, entre las cuales está el tercer puente sobre el río Orinoco. En algunos casos se pagó buena parte de lo pactado, pero las obras no fueron terminadas. Tristemente, este caso no será investigado debido al estado actual de las cosas en el país caribeño.
La constructora brasileña Odebrecht, situada en el epicentro del escándalo de corrupción de la Operación ‘Lava Jato’, asegura que seguirá operando y que se plantea ir a la Bolsa de Valores, según explicó su nuevo presidente, Luciano Guidolin. «Odebrecht no va a terminar, la empresa vivió dos años de grandes desafíos pero estamos comprometidos en encontrar “soluciones”.
Pecadores si, corruptos no
La corrupción combinada con la violencia y la fuga de capitales es un cóctel fatal para la vida social y política en Iberoamérica, como lo está siendo en el continente africano. Urge por tanto la formación política desde la base de los pueblos aplastados por la corrupción política.
El mismo Papa Francisco, conocedor de la realidad iberoamericana, ha denunciado en varias ocasiones a los corruptos y a los que corrompen.
«Pecadores sí, corruptos no». Esta frase se repite como un mantra en el pensamiento de Francisco. Una condena sin paliativos a la corrupción, del tipo que sea: empresarial, política, judicial… Una actitud que, en opinión del Papa, «escandaliza» porque «el corrupto hace de la corrupción un hábito mental, un modo de vida». Esto tiene una clara traducción institucional.
Redacción: Solidaridadnet