A lo largo de lo que llevamos de la presente legislatura son numerosas las referencias a la II República llevadas a cabo por el Gobierno y por su presidente ZP.
Inclusive, algunas se han materializado en leyes, como la proposición de Ley aprobada por el Pleno del Congreso el 27 de abril para declarar el 2006 como «Año de la Memoria Histórica». Dicho texto revindica el legado histórico «con todos sus defectos y sus virtudes, con toda su complejidad y su trágico desenlace», como «la más importante experiencia democrática anterior a la Constitución de 1978″.
Son conocidas de sobra las afirmaciones de Rodríguez Zapatero al respecto, en las que destaca los «principios y valores» de la II República que él ha rescatado para inspirar su gestión al frente del actual ejecutivo, y vanagloriándose de que muchos de los objetivos sociales de la II República, de la que este año se cumple el 75 aniversario de su proclamación, están hoy en «plena vigencia» gracias a las políticas impulsadas por su Gobierno.
El diputado socialista Ramón Jáuregui, afirmó que el PSOE apoyaba el texto de la propuesta de ley, porque estaba convencido «de que la memoria histórica debe iluminar nuestro presente y nuestro debate político. No puede taparse como si no hubiera existido, (…) no estamos dispuestos a que nos manipulen la historia cuatro revisionistas de pacotilla». Más bien son ellos mismos los que están llevando a cabo la manipulación histórica, ocultando asesinatos, traiciones y el fracaso de la convivencia de los españoles en aquél período tan convulso.
Sin embargo, con este artículo, quería poner un especial acento a alguna de las organizaciones militantes socialistas que existieron durante la II República, y que son diametralmente opuestas al engendro que nos gobierna hoy. Para ello vamos a detenernos en Eibar, lugar donde primero se proclamó la II República, pequeño enclave industrial situado en el País Vasco, entre Guipúzcoa y Vizcaya. Esto no fue por casualidad. Desde finales del siglo XIX, existían allí grupos de militantes socialistas y ugetistas venidos de Vizcaya, impulsados a la lucha contra la explotación de los patronos y contra las condiciones infrahumanas de vida originadas por el industrialismo del hierro a finales de este siglo. Estos grupos obreros fomentaban la cultura obrera por medio de diversas manifestaciones, de las que vamos a señalar solo unas pocas:
* A través de la prensa obrera (semanario «Adelante») y tabernas con venta de libros en Eibar y en Bilbao.
* Es condición de los afiliados a su partido el acudir a los Plenos de los Ayuntamientos.
* Crean la Junta de Reformas Sociales en Eibar y diversas cajas de resistencia.
* Tienen como centro la Casa del Pueblo, cuyo discurso de inauguración se da en castellano por Indalecio Prieto, en euskera por el alcalde Aquilino Amuátegui y en francés por León Jouhaux, militante de la CGT.
* Ponen en marcha ciclos de Conferen
cias en el teatro de la localidad (el salón Cruceta), a las que traen a grandes intelectuales de la época (entre ellos Miguel de Unamuno y Ramiro de Maeztu).
* Ante una huelga de resistencia en Vizcaya, acogen a unos 200 hijos de mineros entre las familias de la localidad para que ésta pueda triunfar.
A si mismo, se darán durante estos años en dicha localidad, diversas experiencias cooperativistas (entre éstas, comedores populares, por ejemplo). Una experiencia importante y de gran referente fue la creación de la cooperativa Alfa. La cooperativa obrera se creó ante los continuos cierres patronales por parte de los industriales de la localidad (que sumieron a Eibar en una profunda depresión económica), por lo que los propios obreros adscritos a la Casa del Pueblo socialista decidieron poner en marcha su propia empresa de producción dedicada a fabricar primero armas, y después máquinas de coser. La cooperativa incorporó adelantos técnicos y económicos superiores a los de la época, gracias a la promoción de sus obreros en la Casa del Pueblo.
Muchos de estos hechos de solidaridad, son descritos en las memorias de algunos militantes socialistas eibarreses como Toribio Echevarria. Echeverría fue uno de los fundadores de la Cooperativa Alfa, y que durante el gobierno del Frente Popular ocupó cargos en Madrid, marchándose al comienzo de la Guerra a Venezuela y muriendo en el exilio. En sus memorias se encuentran pinceladas del socialismo de la época muy interesantes:
* El rechazo al sectarismo religioso. Afirma: «El socialismo de Eibar admitía que nada de lo humano podía serle indiferente, (…) la coincidencia de lo más fundamental del Evangelio con lo más fundamental del socialismo, el hombre como fin, (…) los socialistas nunca fuimos especialmente anticlericales (…)».
* El trabajo gratuito: Pagaban por militar en sus organizaciones y no cobraban un duro: «la única persona retribuida en los comienzos del PSOE fue Pablo Iglesias, que cobraba 9 duros semanales por hacer El Socialista y llevar la correspondencia del periódico».
* La dignidad humana como lo primero: «Todo el socialismo ilusionado de aquel tiempo se resumía en este sencillo programa: 8 horas de trabajo, 8 horas de instrucción y 8 horas de descanso».
* Internacionalismo: Como muestra el discurso de apertura de la Casa del Pueblo de Eibar, que ya mencionamos antes y que se impartió en tres lenguas.
* Sentido histórico de la lucha: «Así nosotros mismos, los de entonces, y en aquel entonces agitado, gozábamos de derechos que nos resultaban gratuitos, habiéndolos pagado nuestros predecesores en la cruz del sacrificio. Y el sacrificio que a nuestra vez hacíamos a favor de lo por venir, cuyos frutos ahora les valen como gracia a los presentes, era el pago que satisfacíamos de ese pasado del que éramos deudores».
El socialismo eibarrés fue solidario y caldo de cultivo de militantes socialistas de la talla del doctor Madinabeitia, médico de Bilbao, o Tomás Meabe, fundador de las Juventudes Socialistas.
Todo esto, como bien sabemos, murió tras la Guerra Civil, cuando el PSOE se fue 40 años de vacaciones. Lo que surgirá después, no es más que una farsa de un partido que se dice socialista, apropiándose de las siglas históricas del PSOE. El PSOE de Felipe González fue traidor al socialismo, y el de hoy reafirma gravemente su traición al socialismo histórico militante y solidario con hechos escandalosos como: los salarios de 70.000 Ptas. diarias del Sr Maragall, presidente de la Generalitat, o los 82.000 euros anuales que cobra ZP, o los 4.500 euros de sueldo medio mensual de los señores diputados por la desvergüenza de trabajar solo 14 días al mes; la multiplicación por cinco del precio de la vivienda en 18 años; el no haber promocionado ni siquiera una ley a favor del cooperativismo durante este Gobierno; el trato privilegiado a los nacionalismos, la banca y la oligarquía empresarial de nuestro país; los ataques sectarios a la Iglesia Católica, el adoctrinamiento y aborregamiento de una juventud cuyo único ideal es el botellón…
Lo que hace el PSOE actual no es socialismo, porque sin Solidaridad no es posible el socialismo, y el PSOE es radicalmente insolidario. Está removiendo la historia retrotrayéndose a la II República para posicionarse como el «heredero legítimo» de la democracia y desbancar otras posiciones que sean estorbo en su camino hacia la «eterna hegemonía». Pero eso le va a costar caro, porque va a dar más pie a comparar a este falso PSOE con el PSOE socialista militante de finales del siglo XIX y principios del XX, y demostrar que este PSOE es un impostor, al que habrá que exigir que se quite la careta y desaparezca.