El Imperio hoy ya no es ni español, ni francés ni alemán. Es dinero multinacional, globalizado, que no es productivo, sino especulativo, y que allí donde esté impone su norma. Esto genera, por ejemplo, que en cualquier parte de Europa se traduzca a los mismos pensadores. Es lo que se denomina el pensamiento globalizado o pensamiento único. Pero no se trata de pensamiento único, sino de poder único, que fuerza a la gente a pensar las mismas cosas y pensar uniformemente. ..
ENTREVISTA A CARLOS DIAZ
Recurrir a estadísticas, mostrar realidades que están en la calle suele ser una estrategia para legitimar cualquier objetivo que se pretenda. ¿Lo normal define lo bueno?
Matar a alguien, abortar, está mal, y no porque todo el mundo lo hiciera podría estar bien. Es un problema importante, porque muchas veces las civilizaciones no se dan cuenta de su propia identidad. Cuesta mucho trabajo superar los prejuicios sociales que toda civilización tiene. Tiene que haber alguien, que es el profeta, que rompa con eso. Pero al profeta le va mal. Su propia civilización lo lapida.
Hoy, en los países desarrollados, con tasas de alfabetización de prácticamente el 100%, ¿seguimos cayendo en esos viejos errores?
Las tasas de alfabetización no se corresponden con las tasas de culturización. Hoy todo el mundo en la Unión Europea tiene el equivalente a la enseñanza primaria cursada, y, sin embargo, la capacidad crítica, de juzgar en libertad los acontecimientos, es tan escasa como cuando había gran número de analfabetos. Quiere esto decir, probablemente, que se trata de un problema intrínseco a la cultura establecida, porque es una cultura al servicio de los intereses del propio sistema dominante, el dinero, el capitalismo, y eso que llaman el individualismo. En la Universidad, la mayor parte de los alumnos son analfabetos funcionales. Cuanto más universitarios hay, resulta que menos aportación crítica se genera. Por otra parte, así es como está organizada la Universidad, quiero decir, quien quiera escribir una tesis doctoral de Filosofía está obligado a hacerlo con un determinado catedrático, que es quien controla las becas de investigación, de los patrocinadores. A ellos les interesa ese catedrático, porque es el que nunca hará pensamiento crítico, sino funcional o aséptico. Se establece una especie de simonía o venta de las becas. Se premia lo que es inocuo contra el sistema. Por ejemplo, ¿por qué se escriben ahora tantas tesis sobre Foucauld, Lacan, Derrida, o tantos pensadores nihilistas? Porque afirman que no hay ningún valor, con lo que, en realidad, están legitimando valores que convienen al sistema.
¿Cómo puede entenderse que un banco gane perdiendo dinero en un medio de comunicación?
El Imperio hoy ya no es ni español, ni francés ni alemán. Es dinero multinacional, globalizado, que no es productivo, sino especulativo, y que allí donde esté impone su norma. Esto genera, por ejemplo, que en cualquier parte de Europa se traduzca a los mismos pensadores. Es lo que se denomina el pensamiento globalizado o pensamiento único. Pero no se trata de pensamiento único, sino de poder único, que fuerza a la gente a pensar las mismas cosas y pensar uniformemente.
Suena a teoría de la conspiración…
Sí, suena paranoide, pero creo que la realidad de los hechos así lo muestra. Los medios de comunicación informan de las mismas noticias en todos los países, de los mismos temas y personajes, y se nos hace creer que vivimos en un mundo en el que solamente existen 4 ó 5 realidades, que son las que interesan al sistema. Todo quisque conoce la Coca-cola y a los actores de Hollywood, pero ¿cuántos refrescos y cuántos actores y actrices conocemos de Bangladesh o de Sierra Leona? ¿Qué conocemos de la mayor parte de los países del mundo, donde ocurren tantas cosas como en los demás? Y los actos de generosidad, de belleza, de creatividad, de bondad, que, por fortuna, son muy abundantes, ¿dónde están? Lo mismo ocurre a nivel local: en España, se ven las mismas noticias en el mismo momento en todas las cadenas. Quizá hay alguna pequeña diferencia en el acento ideológico, pero los hechos están ahí. Con frecuencia he observado que, cuando me llama algún medio, es porque quieren que yo tenga un enfoque diferente de las cosas. Por una razón bien sencilla: porque los periodistas, por lo general, no lo tienen, están adocenados. Son ciudadanos normales y van adonde todos los demás van a buscar la noticia: por pereza, por falta de formación, porque no están hechos de otra pasta… Y porque no quieren contradecir a su amo, a quien les da de comer. Pero estoy seguro de que agradecerían espacios nuevos, porque sienten, en el fondo, que están muy limitados.
¿Qué modelos de vida ofrece la cultura mediática?
Se tiende a que seamos cerdos del rebaño de Epicuro. En este momento, si se analizan los contenidos, te encuentras lo siguiente: tienes que disfrutar como un animal. Y, por otro lado, el nihilismo: todo vale; por tanto, nada vale. Una persona que se casa cuatro veces o que se cambia los pechos de silicona tres veces en su vida: todo da igual. En el fondo es nihilismo, relativismo; lo llaman tolerancia, pero, en realidad, se trata de indiferencia: ¡que se queme la casa de mi vecino! No es mi problema. Pero cuando se trata de mi dinero, entonces sí me vuelvo intolerante. De modo que ese intolerantismo a ultranza, con apariencia de comprensividad, no es sino una forma de refinado odio, que, al final, es lo que potencia el consumo.
¿Y la crítica? Maurice Joli ponía en boca de Maquiavelo una división de los periódicos en favorables y los aparentemente desfavorables, los que prestarían el mayor servicio, porque criticarían al gobernante, pero jamás cuestionarían lo esencial. ¿Algo así estamos viviendo?
Así es. La hipocresía es lo que define a la mal denominada izquierda divina, aquellas corrientes que parecen sumamente críticas, pero que siempre están con el sistema y cobran grandes sumas de dinero. Se desenmascaran simplemente por la forma de vivir que llevan.
¿No hay crítica?
Hoy, por ejemplo, hay una auténtica campaña en contra de la vida, en contra de los que van a nacer, en contra de los débiles, de los pobres… Y todos estos crímenes cuentan con la complicidad de los medios de comunicación. Esto debe ser denunciado. Pero cuando alguien lo denuncia, rápidamente le agreden, intentan que caiga sobre él descrédito. Y se paga terriblemente esa factura: deja de existir para los medios, su trabajo se silencia, tiene problemas en el trabajo. En la Universidad, por ejemplo, se le niega un sexenio de investigación, mientras que los dóciles encuentran todas las puertas abiertas. Los humildes, la gente que saca día a día adelante a sus familias, que es buena…, ahí es donde hay que trabajar. Eso es, por lo menos, lo que muchos como yo pensamos.