Cuatro mujeres contra McDonalds

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El pasado 12 de diciembre de 2003, cuatro mujeres entraron en los McDonalds más importantes del centro de Madrid, dispuestas a denunciar a la empresa de comida rápida que se lucra a través del trabajo de niños esclavos. Sus únicas armas, un montón de octavillas que habían confeccionado.

Hablamos con una de ellas que nos contó su experiencia y las causas que las movieron a realizar este reparto de octavillas solidarias.

Solidaridad.net.- ¿Qué tipo de acción fue la que realizasteis el pasado 12 de diciembre?
E.-
Entramos en los McDonalds más emblemáticos del centro de Madrid y eludiendo a los guardias de seguridad fuimos entregando octavillas a las personas que allí estaban, comiendo y disfrutando de los regalos que oferta la cadena de comida rápida. Regalos que disfrutan nuestros niños, pero que son fruto de la sangre y la explotación de otros niños.

También repartimos las octavillas en la calle, a los transeúntes y a los que entraban en estos establecimientos.

Solidaridad.net.- ¿Qué ponía de manifiesto la octavilla?
E.-
(Saca de su bolso marrón un papel como si fuese un tesoro y me muestra la octavilla que ha repartido con 3 mujeres más)

Por un lado que Mcdonalds utilizaba a través de la empresa City Toys menores de 14 años realizando juguetes y pagando 0,16 euros a la hora.

Que en el mundo existen 400 millones de niños esclavos.

70 millones de esclavos adolescentes trabajan en China. Algunos fabrican juguetes para McDonalds y Disney.

Por otro lado en la octavilla informaba sobre la cantidad de dinero que nos gastamos los españoles los fines de semana en ocio y luego no somos capaces ni de aportar el vergonzoso 0,7 para ayuda al desarrollo.

Y finalmente invitábamos a asistir a la marcha que organiza el Movimiento Cultural Cristiano a partir de las 18 horas en Plaza de España y que se celebra este 21 de diciembre de 2003 en Madrid. Donde se denunciará además de las causas del Hambre y del Paro, las de la Esclavitud Infantil.

Solidaridad.net.- ¿Cuál fue la reacción de la gente al ver las octavillas?
E.-
Las caras eran de evidente sorpresa, seriedad y perplejidad. No vimos que nadie lo tomase con superficialidad, todo lo contrario leían y releían la octavilla. Estamos seguras que esta acción ha sido un granito de arena. Esas personas han recibido una información que la dictadura de los medios de comunicación les tenía vedada.

Ahora tendrán que elegir entre no apoyar a quien explota niños esclavos, o tranquilizar su conciencia de buena vida burguesa y seguir comulgando con un sistema de consumo que genera 400 millones de niños esclavos.

Solidaridad.net.- ¿Es posible que alguien pueda tranquilizar su conciencia, sabiendo que comiendo una hamburguesa está fortaleciendo la esclavitud infantil?
E.-
Si claro, lo he visto muchas veces. Cuando hablas de esto, la gente no te lo niega. Simplemente no quiere renunciar a su hamburguesa de fin de semana, y se autojustifica diciendo que esos niños no tendrían nada de comer si no hiciesen esos trabajos. Y que en España hemos estado así hace unos años.

Solidaridad.net.- ¿Sólo McDonalds se lucra de la mano de obra esclava de los niños?
E.-
No, muchas empresas lo hacen. Lo consideran lícito, porque esta práctica esclavista está legalizada en países del tercer mundo donde instalan sus factorías o sus subcontratas. McDonalds, Nike, Addidas, Disney, Mattel, Chicco, etc., son algunos de los ejemplos.

Gran parte de los juguetes que reciban nuestros hijos estas Navidades se habrán realizado en régimen de esclavitud. Niños que han trabajado durante 12 o 14 horas diarias no podrán disfrutar de esos juguetes, porque no están a su alcance. Y luego tendremos el cinismo de hacer campañas para enviarles los juguetes usados de nuestros hijos porque ellos no tienen con qué jugar.

Solidaridad.net.- Supongo que esta acción no va a ser la última que vais a realizar
E.-
No lo dudes. No es la primera ni la última. Tenemos que dar a conocer lo que la prensa calla. El peso de la publicidad es demasiado grande para que los medios de comunicación puedan decir la verdad. Cuando veo en la prensa esos anuncios del Corte Inglés (por ejemplo) que llenan una página entera de un periódico, parece que están diciendo: «como digáis algo que me perjudique os retiro la publicidad».

Por eso debemos seguir siendo voz de los sin voz y seguir dando la cara en el Primer Mundo. Denunciando lo que nuestro consumo provoca en el Tercer Mundo. Además como creyente católica tengo un compromiso radical con los que sufren la injusticia y creo que la Iglesia se ha manifestado en boca de Juan Pablo II de forma muy explícita al respecto.