DECLARACIÓN de la CONFERENCIA EPISCOPAL de COSTA de MARFIL

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Declaración de la Conferencia Episcopal de Costa de Marfil con ocasión de los acontecimientos de los días 6, 7 y 8 de noviembre de 2004 … Desde el sábado 6 de noviembre de 2004, nuestro país, Costa de Marfil, vive una de las situaciones más dramáticas y trágicas de su historia.

Declaración de la Conferencia Episcopal de Costa de Marfil con ocasión de los acontecimientos de los días 6, 7 y 8 de noviembre de 2004

Hermanos y hermanas marfileños
Hermanos y hermanas franceses

Desde el sábado 6 de noviembre de 2004, nuestro país, Costa de Marfil, vive una de las situaciones más dramáticas y trágicas de su historia.

En efecto, tras las numerosas mediaciones para devolver la paz a nuestro país dividido por una guerra incomprensible, una operación de reunificación emprendida por las Fuerzas de Defensa Nacional ha creado un incidente lamentable del que estamos viviendo hoy las consecuencias.

Frente a esta situación que todos deploramos, queremos expresar nuestra compasión y dirigirnos a vosotros una vez más.

Presentamos nuestro pésame a las familias francesas, marfileñas y americanas en luto y duramente afectadas. Deseamos un pronto restablecimiento de todos los heridos.

Hermanos y hermanas marfileños
Comprendemos y compartimos vuestro dolor y vuestros sufrimientos. Sin embargo, invitamos a nuestros responsables políticos a hacer un esfuerzo para calmarse con el fin de canalizar y conjugar todas nuestras fuerzas para alcanzar la paz que tanto anhelamos.

Queridos franceses y francesas
En estas horas graves que atraviesa nuestro país, Costa de Marfil, deseamos expresaros a través de estas palabras nuestra compasión por vuestros hijos y hermanos caídos durante estos acontecimientos.

Era justamente para prevenir estas incomprensiones y estas pérdidas en vidas humanas por lo que en nuestra declaración del 21 de febrero de 2003, dirigida a los marfileños y a la comunidad internacional, nos inquietábamos a propósito «del papel ambiguo, zigzagueante y confuso de las autoridades francesas». Nos planteábamos la siguiente pregunta: «¿Por qué Francia se presta a este doble juego? ¿Acaso para defender sus intereses? ¿Es conveniente colocar el interés particular de las empresas multinacionales, aunque dispongan de poderosos medios financieros, por encima del interés de una nación, de un pueblo?».

Esta declaración de los obispos, por cierto mal aceptada por las autoridades de la fuerza «Licorne», suscitó un encuentro explicativo con los obispos en la residencia del cardenal arzobispo de Abidján, Bernard Agré.

Hoy, los hechos confirman lo que entonces señalábamos.

Si no, ¿cómo comprender que un desgraciado incidente pueda incitar a una reacción de tal envergadura y tan desproporcionada por parte de Francia?

  • Destrucción de todas las aeronaves marfileñas.
  • Ocupación de los aeropuertos de Abidján y Yamoussoukro.
  • Bombardeo del palacio presidencial de Yamoussoukro.
  • Despliegue de carros de combate en la ciudad de Abidján.
  • Disparos con balas reales sobre niños, jóvenes, mujeres con las manos vacías que sólo buscan la paz y la reunificación de su país; son numerosos los que han encontrado la muerte o han sido heridos. Nuestros hospitales y nuestras morgues se encuentran hoy desbordadas.

A nuestro entender, la misión oficial de las fuerzas «Licorne» es ayudar a la reunificación del territorio marfileño y no el sembrar la muerte y la desolación en nuestro país.

A la vista de estos hechos, ¿debemos pensar hoy que la intención no confesada no era más que la de desestabilizar Costa de Marfil y reducir de nuevo este país a una colonia francesa? Es preciso afirmar que este camino nunca permitirá a nuestro país llegar a la paz y a la reunificación tan deseadas.

Y, sin embargo, numerosos son los lazos que nos unen y nos acercan unos a otros; entre ellos, nuestra fe común en Jesucristo.

¿Es acaso necesario recordar que fue Francia quien a través de sus misioneros evangelizó Costa de Marfil? Y además se encuentran entre vosotros aquellos que profesan esta fe en el Dios revelado por Jesucristo.

En Jesús, todos somos hermanos. El presidente de la República Francesa, el señor Jacques CHIRAC, es para nosotros un hermano en Cristo.

Este ejército francés contiene en su seno cristianos y capellanes, sacerdotes y obispos, que leen la Palabra de Dios y celebran cada día la Eucaristía, sacrificio de amor, de perdón, de unidad y de paz.

Pero, ¿acaso corresponde a la lógica de esta fe común lo que estamos presenciando hoy sobre suelo marfileño?

En nombre de Jesucristo, hermanos y hermanas franceses, os pedimos que intervengáis ante los dirigentes de vuestro país para que ayuden a Costa de Marfil a tomar las riendas de su destino de una manera libre y soberana. Mediante esta acción valiente y profética, es como se manifestarán nuestra fraternidad en Cristo y la verdad de la misión que Cristo nos ha confiado a todos.

Fortalecidos con esta esperanza, nos dirigimos hacia el Dios de Paz y de Amor para implorar su misericordia sobre todos nosotros, franceses y marfileños, y para pedir la luz, la fuerza y la sabiduría de su Espíritu.

Que este Espíritu nos indique el camino a seguir para alcanzar la paz aquí en Costa de Marfil y para reforzar los lazos de fraternidad y de amistad con Francia, llamada «hija mayor de la Iglesia» y nuestra madre en la fe. Esta Francia que es y seguirá siendo para los marfileños el país de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad.

En Abidján, a 8 de noviembre de 2004.
LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE COSTA DE MARFIL.