El economista francés Piketty se ha convertido en las últimas semanas en uno de los personajes más mencionados en los medios especializados en economía. Ha advertido en un informe sobre el aumento de la desigualdad en el siglo XXI.
Según su teoría las rentas del capital tienden a estar mucho menos repartidas que las rentas del trabajo, por lo que estas variaciones tienen un efecto directo sobre el grado de desigualdad de una sociedad.
Aunque no estemos de acuerdo en lo que supone «crear riqueza», Piketty sentencia que «el capitalismo es un buen sistema en términos de crear riqueza y lograr un avance continuo, pero no logra corregir los aumentos de la desigualdad»
Si nada cambia el funcionamiento económico del mundo en la actualidad, el autor francés augura un aumento de la desigualdad que podría volver a alcanzar los niveles del siglo XIX.
Piketty argumenta, que un aumento del capital en la economía podría conllevar a un aumento del peso de las rentas del capital.
La clave de este argumento reside en la elasticidad de sustitución entre capital y trabajo, es decir, en cómo de fácil es sustituir el capital por el trabajo. Si esta elasticidad crece por encima de un valor, quizás gracias a las nuevas tecnologías que facilitan la sustitución de la mano de obra por máquinas, la cantidad de capital en la economía podría crecer a un ritmo mayor del que disminuye la productividad marginal del capital, de forma que el peso de las rentas del capital en la economía aumente, señala Manuel Bagues en FEDEA (Fundación de Estudios de Economía Aplicada)
De hecho, esto es lo que ha sucedido en las economías occidentales desde los años 70. Las rentas del capital han crecido más que las salariales, provocando un aumento destacado de la desigualdad también en los países enriquecidos.
Las rentas del capital tienden a estar mucho menos repartidas que las rentas del trabajo, por lo que estas variaciones tienen un efecto directo sobre el grado de desigualdad de una sociedad.
Como muestra, EEUU, donde los asalariados medios estadounidenses son hoy más pobres, después de impuestos, que la de otros lugares como Canadá, y está perdiendo posiciones a pasado agigantados con todos los grandes países europeos. Además, en el caso de inmigrantes o personas que viven en la marginalidad es aún peor, claramente superada en la comparativa.
Como explica Bagues, el futuro de la desigualdad dependerá de cómo evolucione la tasa de retorno del capital (neta de impuestos) y del crecimiento de la economía. En las últimas décadas la tasa de retorno del capital ha superado de nuevo la tasa de crecimiento.
O dicho de otra manera ¿cómo va a retornar a la sociedad la riqueza generada por el trabajo?
Si no hacemos nada para evitarlo, en el siglo XXI la desigualdad seguirá aumentando y podría volver a situarse en los niveles del siglo XIX, asegura Piketty.
Autor: Juan Rodríguez