DÉSPOTAS Y MILLONARIOS

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La revista norteamericana «Forbes» es famosa, sobre todo, por su lista anual de las personas más ricas del planeta. Últimamente publicó un especial dedicado a los mandatarios. Los mayores sátrapas del planeta, líderes de poblaciones azotadas por un sinfín de carencias, están en el «ranking». Sadam Hussein y Fidel Castro demuestran que la tiranía puede ser, aún, un buen negocio…

 
Las fortunas de Hussein y Castro confirman que el «negocio» de tirano sigue siendo rentable.

La revista norteamericana «Forbes» es famosa, sobre todo, por su lista anual de las personas más ricas del planeta. Últimamente publicó un especial dedicado a los mandatarios. Los mayores sátrapas del planeta, líderes de poblaciones azotadas por un sinfín de carencias, están en el «ranking». Sadam Hussein y Fidel Castro demuestran que la tiranía puede ser, aún, un buen negocio.
El «Sunday Times» desvelaba que Sadam Hussein había enviado a su joyero personal a Tailandia para comprar diamantes valorados en millones de dólares. El objetivo, concluía la publicación británica, sería convertir parte de su riqueza en piedras preciosas, más fáciles de ocultar que los billetes de banco, para huir del país en caso de ataque americano.
La mayoría de los analistas políticos dudan de que Sadam tenga intención alguna de abandonar el país, con bombas o sin ellas. Dentro del «libro de los dictadores», al iraquí le sitúan más bien, junto con Fidel Castro, en el capítulo de «no me sacarán de mi poltrona como no sea con los pies por delante». El interés principal de sendos tiranos parece ser el poder en sí mismo, más que el dinero. Sin embargo, esto no les ha impedido –a ellos ni a sus familias- masar enormes fortunas durante los años que llevan en el poder.
Los dos aparecían en la lista de mandatarios más ricos del mundo que publicó en la revista norteamericana «Forbes». Según los datos que maneja la famosa publicación, Sadam es uno de los hombres más ricos del planeta. A pesar de la crisis mundial de la que es protagonista, la adquisición de diamantes podía ser sencillamente una de sus habituales compras multimillonarias. Es más: tres meses antes, el hijo de Hussein, Uday, había enviado al mismo joyero a que comprase –a un vendedor norteamericano, para más inri- un anillo de diamantes por valor de 750.000 dólares.
BURLANDO EL BLOQUEO
Antes de que estallara la Guerra del Golfo de 1991, la fortuna del tirano se calculaba en unos 10.000 millones de dólares. Ahora «Forbes» cifraba su patrimonio personal en unos 2.000 millones (más de 1.800 millones de euros). El dictador y su familia se dejaron en aquella contienda, y en el posterior embargo, parte de una fortuna amasada a lo largo de las décadas en las que han ostentado el poder absoluto. Sin embargo, no dejaron de enriquecerse durante el bloqueo: alrededor de un noventa por ciento de sus ingresos procede del tráfico ilegal de petróleo. Se calcula que unos seiscientos mil barriles escapaban a diario de los controles de Naciones Unidas, para terminar en los tanques de compañías petroleras de todo el mundo (norteamericanas incluídas).
Al lado de la caja fuerte de Sadam, la de Castro se queda en calcetín, pero tampoco está mal. El dictador cubano habría conseguido «ahorrar» durante sus 44 años de mandato más de 110 millones de dólares. Según la revista, el dinero ha salido, sobre todo, de inversiones en la industria azucarera y en la del níquel.
SOBORNOS Y COMISIONES
El expolio de las arcas públicas, o la utilización del poder de una forma u otra como vehículo de enriquecimiento personal ha sido un deporte practicado con entusiasmo por dictadores y tiranos de diverso calado. Solamente los sobornos a países en vías de desarrollo para conseguir grandes contratos públicos mueven cada año en todo el mundo cantidades que superan los 140.000 millones de euros. Así lo ha constatado la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), cuyo departamento de lucha contra la corrupción asegura que las comisiones ilícitas alcanzan hasta un 30 por ciento en los contratos de armas, y rondan el cinco por ciento en el caso de las infraestructuras, por poner algunos ejemplos.
A pesar de los beneficios conseguidos en el ejercicio de la rentable «profesión» de tirano, lo cierto es que tanto Sadam como Castro se quedan pequeños al lado de algunos de sus «colegas», la mayoría de los cuales huyeron de sus países o murieron ya en el exilio. Entre las cuentas corrientes más impresionantes de este sector está la del general Suharto, presidente de Indonesia entre los años 1966 y 1998, cuando fue derrocado dejando un país hundido en la miseria y la violencia. Conocido como «el Carnicero», se le atribuye la responsabilidad de cientos de miles de muertes entre la represión en Timor Este y las purgas anticomunistas. Suharto nació pobre, en el seno de una familia de campesinos, y se marchó del poder multimillonario. Se calcula que se llevó entre 20.000 y 40.000 millones de dólares, es decir, más o menos entre el 11 y el 22 por ciento del Producto Interior Bruto de la nación.

ÉXITOS DORADOS
Tampoco le fue mal al «tiranosaurio» Alfredo Stroessner, 35 años en el poder en Paraguay y diez causas pendientes con la justicia de su país por asesinato y desaparición de opositores. El general huyo a Brasil hace trece años con un botín de más de 900 millones de euros. El año pasado cumplió los noventa, con un cáncer de próstata y una nueva vida que consiste casi exclusivamente en ver la «tele» y rebozarse en la adulación de su «corte» de incondicionales.
Otro «exilio dorado» es el que disfruta el dictador haitiano Jean Claude Duvalier, «Baby Doc», acusado de 60.000 asesinatos políticos y residente en París desde 1986. El fundador de uno de los regímenes más siniestros de la historia, que ostentó durante quince años un poder absoluto heredado de su padre, llegó a acumular más de 90 millones de euros (y eso en lo que se refiere a sus cuentas en bancos suizos, que fue lo que las autoridades acertaron a encontrar). Sin embargo, le duraron poco. «Baby Doc» dilapidó sus «ahorrillos» en juergas, casinos y caprichos multimillonarios.
También ocupa un lugar destacado en la lista de los expoliadores de pueblos Mobutu Sese Seko, ex presidente de Zaire (actual Congo). El nombre de Mobutu se ha utilizado en más de una cumbre internacional para debatir el asunto de las ayudas económicas al Tercer Mundo. De su inmensa fortuna personal, unos 800.000 millones de pesetas de las de antes, se calcula que la mayor parte procedía de las ayudas europeas a la educación en su país. El dictador zaireño era una joya para los estados que se oponen a las ayudas directas a gobiernos pobres: mientras que la población de su país se moría de hambre, Mobutu coleccionaba Mercedes y se hacía construir un aeropuerto en su pueblo para que aterrizara el Concorde.
LA FAMILIA Y UNO MÁS
Los familiares de los dictadores merecen un capítulo aparte. Por lo general, los desmanes de esposas, hijos, hermanos y cuñados convierten al sátrapa en cuestión en una hermanita de la Caridad. El hijo menor y favorito del tirano Suharto, Tommy, fue condenado a 18 meses de cárcel por defraudar al Estado más de diez millones de dólares. El retoño del ex dictador indonesio acumuló una fortuna de unos mil millones de dólares, procedentes de los «regalos» de papá. Entre otras cosas, el general Suharto le concedió el monopolio del clavo, una especie de uso masivo en Indonesia; y el control de las autopistas nacionales, el petróleo, la construcción o la aviación civil. «Tommy» fue condenado nuevamente hace unos años, esta vez por asesinato, el de un juez de su país. La pena fue de 15 años de cárcel.
Imelda Marcos, la esposa del fallecido dictador de Filipinas Ferdinand Marcos, ha tenido que enfrentarse varias veces a la Justicia por cargos de apropiación indebida, desfalco y transacciones anómalas. «La mariposa de acero», como la llamaban por su dureza y su hermosura, se convirtió en los años 70 y 80 en paradigma del despilfarro de los tiranos y su entorno. Imelda presumía de la colección de más de 3.000 pares de zapatos de lujo que guardaba en el palacio de Malacañang, en Filipinas (llegó a exponer algunos en un museo), y gastaba increíbles fortunas en sus intensas jornadas de compras por los establecimientos más lujosos de todo el mundo.
Todavía no se ha logrado saber a ciencia cierta el dinero (de sus conciudadanos, gran parte de ellos sumidos en la pobreza), que Imelda y Ferdinand se llevaron a su paradisíaco exilio en Hawai, pero se calcula que su patrimonio rondaba los 11.000 millones de euros. En uno de los últimos juicios a los que acudió la «mariposa», el Tribunal Anticorrupción de su país le reclamó 601 millones de dólares (unos 110.000 millones de las antiguas pesetas) por varios delitos de corrupción.
SANGRE, SUDOR Y MAFIA
Entre los inestimables colaboradores con los que han contado los últimos tiranos para asegurarse poder y fortuna, el nombre de Mirjana Markovic está escrito en letras de oro. La «bruja roja» , llamaban sus compatriotas a la mujer de Slobodan Milosevic. El dictador yugoslavo pasará a la historia como uno de los mayores genocidas de todos los tiempos, y su familia como ejemplo de la corrupción del poder.
La fortuna de Milosevic superaba los 10.000 millones de dólares hasta que los bancos suizos congelaron sus cuentas. Además de ordenar el asesinato, la tortura y la persecución de cientos de miles de personas, el ex presidente yugoslavo y su prole tuvieron tiempo para crear una de las redes mafiosas más temibles de Europa, que dirigía su hijo Marko. El oro no sirvió al final para nada. Milosevic acabó sentado en el Tribunal de la Haya, acusado de la muerte de más de 8.000 civiles y la deportación de al menos 750.000 ciudadanos kosovares.
La justicia internacional cada vez tiene menos contemplaciones con esta «especie», la del tirano, cuyo único objetivo es, como se ha demostrado ya demasiadas veces, el poder para sí mismo y la destrucción de los demás.