Detrás de la Gran Muralla China

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Las transnacionales de Estados Unidos se oponen a nuevos derechos para los trabajadores chinos.

Las transnacionales con sede en los Estados Unidos se oponen a una legislación que otorgaría nuevos derechos laborales a los trabajadores chinos.


Transnacionales como Wal-Mart, Google, UPS, Microsoft, Nike, AT&T e Intel, por intermedio de organizaciones empresariales de las que forman parte, como la Cámara de Comercio en Shangai y el Consejo Empresarial EEUU-China, están haciendo lobby activamente contra la nueva legislación. También amenazan con que las transnacionales podrían retirarse de China si la misma fuera aprobada.


El borrador de la Ley de Contratación Laboral de empleo proveería de estándares mínimos que son lugar común en muchos otros países, como contratos laborales, indemnizaciones por despido y negociación en torno a las políticas y procedimientos en el lugar de trabajo. En parte, el gobierno chino apoya estas reformas como respuesta a los crecientes descontentos entre los trabajadores.


La oposición de las transnacionales a la ley tiene como objetivo mantener el status quo en las relaciones laborales chinas. Esto incluye bajos salarios, extrema pobreza, la denegación de estándares mínimos y derechos humanos básicos, falta de salud y condiciones de seguridad; ausencia de cualquier tipo de contrato legal para muchos de los empleados.


Los bajos salarios y las precarias condiciones laborales en China están conduciendo a una escalada de la competencia global que nivela hacia abajo en todo el mundo («global race to the bottom»). Por esta razón, la oposición de las transnacionales a niveles mínimos para los trabajadores chinos debería ser una preocupación de los trabajadores y sus representantes políticos y sindicales en todas partes.


Un gran debate está teniendo lugar en China en torno al borrador de la propuesta de Ley sobre Contratación Laboral que garantizaría nuevos derechos a los trabajadores chinos. El debate no ha sido muy difundido fuera de China y ha sido ignorado casi por completo en los medios de los Estados Unidos. Sin embargo, durante los 30 días en que el gobierno chino dio la posibilidad para que se enviasen comentarios públicos, llegaron cerca de 200.000. La mayoría de los comentarios vinieron de trabajadores comunes. Pero algunos fueron enviados por las grandes transnacionales estadounidenses y europeas y sus grupos de lobby posicionándose claramente contra la nueva ley.


Esta campaña contradice los argumentos aducidos por las políticas públicas orientadas a estimular la inversión en China. Las transnacionales estadounidenses han argumentado repetidamente que son ellas las que elevan los niveles de los derechos humanos y laborales en el extranjero. Por ejemplo, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Hong Kong asegura entre sus «principios universales» que «las empresas de los EE.UU. juegan un papel importante como catalizadoras de un cambio social real al promover el bienestar humano y garantizan respetar la dignidad del trabajador y establecer ejemplos positivos en términos de la remuneración, el trato, la salud y la seguridad». Pero en realidad, lo que están haciendo es bloquear la legislación que tiene como fin precisamente mejorar estos estándares y otros.


En un momento en que China ejerce un creciente impacto en la economía global, los esfuerzos para mejorar las condiciones de sus trabajadores son cada vez más importantes para los trabajadores en cualquier lugar. Mientras que los salarios en los Estados Unidos están estancados, muchos estadounidenses temen que los salarios y estándares laborales en China estén presionando a la baja los salarios en su propio país. Mejorar las condiciones laborales en China puede ayudar a los trabajadores en el resto del mundo a resistir una nivelación hacia abajo que amenaza con llevar los salarios y las condiciones en todo el mundo al nivel de aquellos menos protegidos.


La legislación propuesta no va a eliminar los problemas laborales en China. No va a proveer a los trabajadores chinos del derecho a la sindicalización libre con dirigentes que ellos elijan y tampoco con el derecho a huelga. Pero la oposición de las transnacionales extranjeras a la nueva legislación no se basa en la naturaleza limitada de las protecciones que ésta prevé, sino porque a sus ojos les otorga demasiadas. Sin duda la ley propuesta podría estimular la organización de los trabajadores en demanda del cumplimiento de los derechos que contiene.


El debate en China sobre la nueva legislación ya está en marcha. Los ciudadanos, los trabajadores y los funcionarios públicos en los EEUU y alrededor del mundo deberían preguntarse: ¿son las políticas públicas destinadas a estimular la inversión de las transnacionales en China una herramienta de estas empresas globales para oponerse por medio del lobby a los derechos de sus trabajadores?






NOTA DE Solidaridad.net: ¿Para cuándo la Asociación Internacional de Trabajadores?