La operación planteada por Sacyr Vallehermoso y algunos accionistas históricos procedentes del antiguo Bilbao Vizcaya para hacerse con el control de BBVA puede convertirse en el culebrón del mundo financiero de esta Navidad.
Para entender las posibilidades de éxito o fracaso que tienen los protagonistas del asalto al poder del banco, he aquí diez claves de esta operación:
1.– BBVA tiene actualmente una capitalización bursátil de 42.000 millones de euros. Se trata de uno de los grandes bancos europeos. Tomar una participación significativa de esta entidad requiere un desembolso importante, que no está al alcance de muchos. Cada 1% del banco vale, por tanto, 420 millones de euros.
BBVA tiene actualmente una capitalización bursátil de 42.000 millones de euros. Cada 1% del banco vale, por tanto, 420 millones de euros. |
2.– Llegar a controlar un 6% de BBVA es, inicialmente, insuficiente para cambiar al presidente de la entidad. El consejo de administración del banco tiene dieciséis miembros, con lo que el porcentaje citado daría, en principio, a los nuevos entrantes el derecho a un solo consejero. ¿Y después, qué? Demasiada inversión para tan poca influencia. Es cierto que los inversores que se han unido para hacerse oír en el banco van a demandar que se les dé una representación porcentual equivalente a la de otros accionistas como Telefónica que, con un 1%, tiene un representante. No será fácil que triunfen en sus demandas. De hecho, algunos de los accionistas que ahora agrupan su participación la tenían desde hace algún tiempo y no les ha servido para estar presentes en el órgano de gobierno del banco.
Para muchos, Sacyr Vallehermoso, la vieja guardia del antiguo BBV, Carceller y Abelló son sólo peones que guardan la posición de un rey. ¿Está detrás de la operación SCH? El tiempo lo dirá. |
3.– También es cierto que, con el 6%, ese grupo de inversores se convertiría en el principal accionista de la entidad, por encima del propio consejo del banco que, en su conjunto, apenas supera el 1%. Desde esa posición privilegiada entre el accionariado bien podrían plantear problemas al actual equipo directivo, sobre todo si consiguen aglutinar en torno a sí otras participaciones.
4.– BBVA tiene un consejo de administración bastante abierto, en el que tres cuartas partes de sus miembros son lo que se denomina independientes. Después del debate que se ha instalado en España sobre el gobierno corporativo, cambiar la estructura del mismo es aún más complicado. El propio Gobierno socialista se ha implicado en la necesidad de potenciar el papel de los independientes, aunque no descarta regular esta figura.
5.– El Banco de España tendrá que dar el visto bueno a la entrada de Sacyr. La constructora tiene experiencia en operaciones de ‘inversión estratégica’, como cuando entró en Vallehermoso, pero ahora el pez que pretende engullir es demasiado grande. No está claro que el banco central vea con buenos ojos la entrada de una constructora, aunque aún hay incógnitas sobre quién puede estar realmente escondido detrás de la operación. Para muchos, Sacyr Vallehermoso, la vieja guardia del antiguo BBV, Carceller y Abelló son sólo peones que guardan la posición de un rey. ¿Está detrás de la operación SCH? El tiempo lo dirá.
6.– ¿Puede haber detrás de estos inversores un fondo dispuesto a financiar la operación? Uno de los criterios que se utilizan a la hora de plantear una inversión es la solvencia del equipo que dirige el banco. En principio, tanto Francisco González como José Ignacio Goirigolzarri ofrecerían mayores garantías a un inversor institucional de gran nivel porque son los que están llevando el negocio y, de momento, no han cometido errores. Además, un inversor de este tipo difícilmente se lanzaría a la compra de un banco, por las características del negocio. Comprar apalancado un negocio que ya está apalancado no tiene sentido para este tipo de entidades.
7.– Que un grupo de inversores particulares esté dispuesto a apostar su dinero en una operación de este tipo es otro argumento que puede ser perfectamente utilizado por el actual equipo gestor. En principio, es una muestra de que el banco tiene recorrido al alza, lo que facilitaría cualquier operación defensiva por parte de la actual dirección.
8.– La posibilidad de que el Gobierno interfiera y apoye la operación de Sacyr y las familias vascas para cambiar a Francisco González empieza a ser remota. Nadie duda de que a una parte importante del PSOE, e incluso a algunos miembros del Ejecutivo de Zapatero, les encantaría poder ver fuera del banco al actual presidente. Sin embargo, los responsables de la política económica española son conscientes de que todo relevo que no obedezca a causas totalmente naturales puede suponer echar agua hirviendo sobre la credibilidad de la economía española. Los grandes inversores mundiales no entienden que, en un país serio, los relevos se puedan plantear en términos de revancha personal, y menos que el Gobierno pueda participar de ese espíritu. Ésta es la razón por la que Economía y La Moncloa prefieren permanecer al margen.
9.– El Gobierno tiene abiertos otros frentes importantes ahora, como la aprobación de los presupuestos, para prestar atención a este nuevo asunto. Si se abre una batalla por el control de BBVA, el Gobierno va a asumir un coste político, tanto si ha tenido algún protagonismo en la operación como si no. La oposición ya prepara artillería parlamentaria sobre este asunto. Aunque también es verdad que BBVA tiene la llave en otras empresas como Telefónica, Repsol, Iberdrola o Iberia, y tener esa pieza es una gran tentación.
10.– El hecho de que se trate, según los protagonistas, de una operación estratégica siembra incertidumbre para el futuro. Eso significa que tanto Sacyr como el resto de inversores confían en que su esfuerzo no será baldío. Tal vez confíen en que los soportes del presidente de BBVA, como ha ocurrido en Repsol o en Red Eléctrica, no sean tan sólidos como para llevar la batalla hasta sus últimas consecuencias, con el desgaste que puede suponer para el banco.
Expansion 30-11-2004