La vendedora de rosas es la punta de dos flechas. Las flores ecuatorianas son el factor de crecimiento del país andino pero tienen el estigma de la explotación infantil. Al vender las flores de su país, contribuye a un nuevo proyecto del gigante asiático.
Lee acomoda las rosas rojas que lleva en el bolso. Las vende, entre las cinco de la madrugada y las cinco de la tarde, en bares y pubs envueltas en plástico transparente, a un euro cada una. Cada día puede ganar de 35 a 55 euros. Su hombro derecho está lastimado de cargar con los ramos. El viaje de sus rosas ha sido de cientos -miles- de kilómetros. Las obtuvo de un compatriota minorista en Parla. Éste las compró a un gran proveedor cuya oficina central está en el Polígono Industrial de Fuenlabrada. La mayoría llega desde Holanda, el mayor exportador de flores a nivel mundial. Distancia por tierra: 1.743 kilómetros desde Leiden hasta Madrid. Tiempo: 18 horas.
Otras viajan desde Ecuador, tercero en el mismo ránking. Distancia en barco: 9.800 kilómetros; un mes y una semana desde el puerto de Guayaquil. Este país, de enero a junio del 2006, vendió 741 toneladas de rosas a España, 4.705.000 dólares. De ellas no se sabe el porcentaje que distribuyen los empresarios chinos.
El tercer proveedor, y cada vez más importante, es su patria. Distancia en barco: 8.750 kilómetros, un mes desde Shanghai. Según el China International Business, este año se han convertido en la más «extensa y productiva plataforma de producción de flores a nivel mundial»: 636.000 hectáreas -la tercera parte de las que se siembra en el planeta-, 5.400 millones de dólares.
Los chinos también son grandes consumidores en España. Cuando murió la dueña de la cadena de restaurantes Dong Feng, en su funeral, sus familiares y amigos gastaron 48.000 euros en flores. Distribuidos en un salón de 150 metros cuadrados, en cierto ángulo, parecían formar una mezcla entre un conocido cuadro de Van Gogh y una obra de la dinastía Han.
La vendedora de rosas es la punta de dos flechas. Las flores ecuatorianas son el factor de crecimiento del país andino pero tienen el estigma de la explotación infantil. Al vender las flores de su país, contribuye a un nuevo proyecto del gigante asiático. China sólo había producido para el mercado interno. Ahora ya exporta y España, a través del eje de los polígonos chinos de Madrid, Barcelona y Valencia, será uno de sus objetivos. Su exportación ha crecido un 40% desde el 2002. Se teme, a mediano plazo, una invasión en Europa similar a la textil. La vendedora de rosas, sin saberlo, carga infamia y futuro en su hombro.