Los miles de sin techo que viven en Hungría se enfrentan a un invierno muy crudo. El Parlamento, dominado con aplastante mayoría de dos tercios por Fidesz, el partido del Gobierno, ha aprobado una ley que castiga a los que viven en la calle con multas, trabajos para la comunidad y hasta con la cárcel.
Las ONG locales ven la criminalización de las personas sin hogar, mientras el Ejecutivo de Viktor Orbán, quiere una forma de «asegurar el orden en los espacios públicos y un incremento en la seguridad», según una nota difundida por el Gobierno.
Los ayuntamientos tendrán la opción de declarar qué zonas no pueden habitar los sin techo. Eso incluye, como explica Bálint Misetics, miembro de la organización La ciudad es para todos, «los lugares de interés cultural y sus alrededores». En la monumental Budapest, por ejemplo, eso significa «esencialmente todo el centro». A partir de ahora, cuando la policía vea a algún sin techo en una de estas zonas le pedirá que se marche. Si no lo hace, cometerá una infracción castigada con la realización de trabajos para la comunidad —entre 6 y 180 horas, según la ONG La ciudad es para todos—. Si el sin techo se niega, las autoridades pueden imponerle una multa —de acuerdo con esta organización, puede llegar hasta 500 euros—. Por si no fuera suficiente, la tercera vez en seis meses que una persona sin hogar cometa la falta de serlo, se enfrenta a una pena de entre 1 y 60 días de prisión. Esta ley también afecta a los que habitan en chabolas.
La ofensiva del Gobierno de Orbán contra los sin techo viene de lejos y ha sido muy contestada. En noviembre de 2012, el Tribunal Constitucional tumbó una ley muy similar por considerar que criminalizar a los que viven en la calle es «incompatible con la protección de la dignidad humana». Pero eso no desanimó al primer ministro Orbán ni a su partido: en marzo introdujeron esa ley en la Constitución —contra el criterio del Tribunal— a través de una enmienda muy criticada dentro y fuera de Hungría.
«Es una ley indignante. Desde 2010 [cuando Fidesz arrasó en las elecciones], la criminalización de los sin techo es más intensa y sistemática», critica Misetics. «Castigarlos no termina con la pobreza, la gente no elige vivir en la calle. No tienen alternativa. Además, los albergues están desbordados. Solo en Budapest faltarían entre 3.000 y 4.000 plazas», argumenta. Nada que ver con las cifras y la percepción del Gobierno, que asegura en una nota informativa que, en Budapest, en junio, solo se ocuparon 4.606 plazas en refugios, aunque haya disponibles 5.975, e insiste en que, en realidad, esta ley es «por el interés de los sin techo» y por su salud, «sobre todo en invierno».
Autor: Silvia Blanco