EE UU investiga el empleo de menores como cobayas en ensayos de fármacos contra el sida

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Niños huérfanos, infectados con el virus VIH, atendidos por la red nacional de adopciones de EE.UU., han podido ser utilizados por los científicos como cobayas para ensayar fármacos a fin de combatir el sida dentro de un programa gubernamental.

La Razón
L. R. S.

En la mejor tradición norteamericana, las autoridades federales de Estados Unidos investigarán los trapos sucios de un escándalo bien grande destapado por la agencia de noticias Associated Press (Ap): el uso de niños huérfanos infectados con el virus VIH, dentro de la red de adopciones. Los supuestos abusos se habrían producido en diversos estados, donde los pequeños son utilizados por los científicos como cobayas para ensayar fármacos para combatir el sida dentro de un programa gubernamental.

En principio, los investigadores, que disponían de dinero federal, trataban de acceder mediante un programa de investigación a cientos de niños adoptados supuestamente infectados para llevar a cabo un estudio controlado de fármacos experimentales. Se trataba de un ensayo clínico siempre tratando de preservar la salud de los pequeños y la seguridad de los protocolos, una práctica frecuente en la investigación para desarrollar nuevos medicamentos.

Sin supervisión. A los niños, además, se les debía proporcionar un abogado o un supervisor cuando los riesgos no fueran mínimos, pero las instituciones involucradas (algunas de tanto prestigio científico como el Hospital Children’s Memorial en Chicago o la Universidad John Hopkins), lo ignoraron, de acuerdo con la agencia.

En la práctica, afirma Ap, la supervisión muchas veces ni siquiera existió; a pesar de los terribles efectos secundarios de estos fármacos, ya conocidos en su aplicación en enfermos adultos. También a pesar del hecho de que se desconociera su seguridad en la salud de los pequeños.

La investigación se realizó en siete estados norteamericanos: Maryland, Illinois, Luisiana, Nueva York, Carolina del Norte, Tejas y Colorado. En Illinois ya se han detectado dos centenares de casos en los que a los niños no se les proporcionó supervisión acordada, y en Nueva York, 142. Diversos informes llegan a hablar de muertes por excesos de dosis, aparición de urticarias, vómitos, y caídas brutales de las células del sistema inmune. Los niños que fueron incluidos en los estudios procedían de las capas sociales más pobres, la mayoría afroamericanos o hispanos, siempre en adopción. Y la promesa de mejorar su vida con los fármacos, en muchos casos, hizo olvidar la protección que debía otorgarse a los pequeños.

Los ensayos se llevaron en los noventa. Donald Young, subsecretario auxiliar del Departamento de Salud y Servicios Humanos del Gobierno, aseguraba ayer en una audiencia que «los niños acogidos por familias son ciertamente vulnerables y no se permitirá que queden sin protección».

El problema es que las leyes varían según los estados; en algunos, como en California, la autorización para un protocolo de esta clase sólo la puede dar un juez. En otros, las leyes son aún más estrictas. «Algunos estados prohíben del todo la participación de niños acogidos en pruebas experimentales, o sólo dan permiso en nombre del niño si los padres biológicos de éste también otorgan su autorización», aseguró el funcionario. No obstante, agregó que el Gobierno de Estados Unidos considera que la prueba de medicinas en los niños es esencial para garantizar que lleguen al mercado las mejores medicinas infantiles para enfermedades como el sida.