Según sus datos, el 1% de la población atesora más riqueza que el 95% del mundo más pobre y tiene además el 43% de todos los activos financieros del mundo. Y las tres mayores gestoras de fondos del mundo (BlackRock, State Street y Vanguard) acaparan el 20% de todas las inversiones del mundo (en acciones, fondos, metales y materias primas)
Lo que denuncia Oxfam con estos datos es que el peso de estos ultrarricos y de estas megaempresas se está incrementando. Y eso alimenta la desigualdad.
Denuncia el director de Oxfam que esta hiperconcentración de poder permite a estos milmillonarios a influir de manera decisiva para que no se resuelvan algunos de los mayores problemas que tiene la humanidad: ya sea hacer accesible vacunas o comida a los más necesitados, luchar contra la evasión fiscal o reducir la insostenible montaña de deuda de los países más pobres.
Y un dato ayuda a comprender esta situación: a pesar de representar el 79% de la población mundial, los países EMPOBRECIDOS del «Sur», solo cuentan con el 31% de la riqueza global.
Oxfam Intermón plantea tres ejemplos de exceso de riqueza y poder· Uno de ellos es la fiscalidad de las multinacionales. El marco contra la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios del G20 y la OCDE (BEPS, por sus siglas en inglés) «se ha quedado corto, muy lejos de alcanzar su potencial y de lograr los impactos esperados. El nuevo estándar para la reasignación de derechos tributarios apenas generará recursos adicionales para los países de renta baja, entorno al 0,026 % de su PIB.
La exclusión de los servicios financieros, añaden, del nuevo paquete de medidas de BEPS «es sin duda el resultado de las presiones de los países con grandes industrias bancarias y financieras». Para generar un contrapeso a estas negociaciones, los países del Sur global, liderados por el grupo africano, han logrado que se abra paso la negociación de una Convención Marco en la ONU sobre fiscalidad internacional. Este avance histórico, junto con el liderazgo de Brasil en el G20, son «una señal de esperanza hacia la recuperación de una mayor equidad en el diseño internacional y una tributación más justa de los ultrarricos y las grandes corporaciones».
Monopolio farmacéutico
Por su parte, las grandes farmacéuticas se resisten frente a los intentos por desmontar los monopolios sobre las tecnologías de vacunas contra la Covid-19. El poder monopolístico de la producción de vacunas fue muy rentable durante la pandemia. «Tan solo en 2021, los siete mayores fabricantes tuvieron unos beneficios netos de aproximadamente 50.000 millones de dólares con la venta de vacunas contra el Covid-19, lo que se tradujo en cuantiosos dividendos para sus ricos accionistas y en la aparición de nuevos milmillonarios», afirman. La oenegé ve «prometedor» que se esté considerando un nuevo tratado sobre pandemias con disposiciones estrictas para suspender las patentes y facilitar que se compartan los avances tecnológicos.
A su vez, los acreedores privados agravan la crisis de deuda mundial. Los países de renta baja destinan casi el 40% de sus presupuestos anuales al servicio de la deuda, lo que supone un 60% más de lo que destinan de manera conjunta al gasto en educación, salud y protección social. Más de la mitad de la deuda externa de los países de renta media y baja se debe a prestamistas privados como bancos o fondos de inversión libre (‘hedge funds’), destaca Oxfam Intermón. Algunos de estos acreedores son “fondos buitre”, que compran deuda en contextos de sobreendeudamiento a bajo precio, y explotan mecanismos legales para recibir el pago en su totalidad, cosechando enormes beneficios a costo de los países.