En mucho, la globalización neoliberal se basa en los principios del "Consenso de Washington", adoptados a comienzos de los años ochenta, los cuales, según la síntesis formulada por el suizo Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, son los siguientes…
En mucho, la globalización neoliberal se basa en los principios del «Consenso de Washington», adoptados a comienzos de los años ochenta, los cuales, según la síntesis formulada por el suizo Jean Ziegler, relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, son los siguientes:
En cada país deudor es necesario observar una reforma fiscal tomando en cuenta dos criterios: rebaja de los impuestos a las rentas más elevadas con el propósito de incitar a los ricos a efectuar inversiones productivas; extensión de la base de los contribuyentes, en una palabra: suprimir las exenciones fiscales para los más pobres a fin de acrecentar el volumen de los impuestos.
Liberalización rápida y completa como sea posible de los mercados financieros.
Garantía de igualdad de tratamiento, tanto de las inversiones autóctonas como de las extranjeras, a fin de incrementar la seguridad, y, por lo tanto, el volumen de estas últimas.
Desmantelamiento tanto como se pueda hacer, del sector público. Se privatizarán todas las empresas cuya propiedad sea del Estado o de una entidad paraestatal.
Desregulación máxima de la economía del país a fin de garantizar el libre juego de la competencia entre las diferentes fuerzas económicas.
Protección acentuada de la propiedad privada.
Limitación del déficit presupuestario.
Transparencia del mercado: los subsidios del Estado a los entes privados deben ser suprimidos. Los Estados del Tercer Mundo que, para mantener bajos los precios, subvencionan los alimentos básicos, deben renunciar a esta política. Las «reformas estructurales» que se han llevado adelante en los países de América Latina estuvieron inspiradas todas ellas, en el «Consenso de Washington». Estas reformas estructurales debían apuntar a eliminar las restricciones al funcionamiento de los mercados. Era necesario también privatizar las empresas públicas, reducir el déficit fiscal y disminuir el gasto público en todo lo que no implicara ganancia mercantil.
Sin embargo, esta reformas no sólo no lograron los supuestos efectos positivos, sino que aumentaron, en toda la región los niveles de pobreza y desocupación.
Gregorio Iriarte o.m.i., es sacerdote y profesor universitario.