22.000 migrantes —entre ellos 11.000 niños— han contado a la Organización Internacional de las Migraciones (IOM) y al Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) su «terrible travesía», un apelativo que también titula el informe que se publicó con los resultados de varias entrevistas
Harrowing Journeys, por su nombre en inglés, aporta datos desoladores, como que el 77% de los menores que realizaron la ruta migratoria a través del Mediterráneo central reconocieron haber sido víctimas de abusos sexuales o esclavitud.
Los niños y adolescentes que siguen las dos principales rutas migratorias para entrar en Europa —la del Mediterráneo central y la del Este— viven un viaje lleno de peligros en el que destacan los altos niveles de abusos. En la del Este, la mayoría de entrevistados provenía de Afganistán, Pakistán, Siria y Bangladesh. Quienes viajaron por la Central provenían de Nigeria, Gambia, Marruecos, Guinea y Etiopía. En distintos porcentajes, sus destinos deseados eran Alemania, Francia e Italia.
El porcentaje de quienes fueron víctimas de abuso o explotación se eleva hasta el 83% en los que cumplen el siguiente perfil: varones, menores de 17 años, que viajan solos, que no tienen estudios y que provienen de África Subsahariana
El tráfico de menores —que incluye trabajos forzados, explotación sexual, violencia, matrimonio infantil o retención ilícita— es una práctica que solo entre 2012 y 2014 se cobró 60.000 víctimas en más de 100 países, aunque se calcula que hay muchas más invisibles. Es una forma de abuso que mina a las víctimas física y psicológicamente, y compromete el desarrollo y la educación del niño.
Desde 2016 emprendieron viaje hacia Europa más de 100.000 menores de 18 años, según el informe. Forman una parte importante de los flujos de personas que llegan a Europa, que enfrenta una crisis sin precedentes. Tan solo en lo que va de año, casi 1340.000 personas han llegado al continente y unas 2.500 han fallecido en el Mediterráneo, según la OIM. El porcentaje de quienes fueron víctimas de abuso o explotación se eleva hasta el 83% en los que cumplen el siguiente perfil: varones, menores de 17 años, que viajan solos, que no tienen estudios y que provienen de África Subsahariana.
El 72% de las niñas explotadas sufrieron abuso sexual. Entre los niños, el 86% sufrió explotación laboral
Los resultados revelan que la ruta que atraviesa el Mediterráneo central hacia Italia es la más peligrosa. Quienes la siguen suelen recalar en Libia, un agujero negro para estos chavales en el que se enfrentan a una anarquía generalizada, a la violencia y donde en ocasiones son arrestados por las autoridades estatales. De quienes la eligen, se detectó que un 77% había sufrido algún tipo de abuso o explotación. Entres quienes viajaron por el Este del Mediterráneo, la cifra disminuye al 17%. El tráfico de niños y adolescentes también es distinto en función del género. La mayoría de las niñas que habían sufrido algún abuso (72%) fueron explotadas sexualmente. En el caso de los niños, el 86% fue obligado a trabajar.
Fuente: Agencias, El País