Si para algo sirven estas agencias es para camuflar la conciencia de la realidad. Sólo se le ocurre «graduar» el mal moral y hablar de «trabajos más o menos peligrosos» a los burócratas que trabajan en las oficinas. La inmoralidad y la injusticia contra la infancia existen desde el mismo momento en que se trata de convertir al niño en una mercancía o instrumento de la economía más al servicio de cualquier interés que no sea el del propio desarrollo del niño. Por eso no nos cansaremos de llamar a toda circunstancia que impida esto ESCLAVITUD INFANTIL.
Lo cierto es que el propio informe, después de hablar de que el número de menores de 15 años implicados en el problema declina, no puede ocultar que la "crisis" ha aumentado en más de un 20% (ya lo habíamos informado) el número de niños de entre 15 y 17 años que son explotados. Y dice más, que entre ellos se están dando tasas escandalosas de accidentes y muertes. Más de 22.000 menores mueren en estos accidentes.
El sector que sigue conteniendo las mayores tasas de explotación y esclavitud es el llamado primario, con más del 60% de todos los niños esclavos en él. En este sector se incluye la agricultura, la pesca, la foresta, el pastoreo, la acuicultura y demás cultivos de subsistencia.
Estos niños se sitúan en mayor número en términos absolutos en la región de Asia-Pacífico, pero en mayor proporción en relación a la población en África subsahariana.
Sabemos que 173 de los 183 estados miembros de la OIT se han comprometido a "erradicar" los llamados eufemísticamente trabajos más peligrosos y han firmado y ratificado un Convenio, el 182. Hasta ahora sólo podemos decir lo dicho: papel mojado sin voluntad política real de acabar con el problema en su raíz.