El filósofo Alejandro Llano tercia en la polémica que se está produciendo en nuestro país en torno a la polémica por el cambio de la ley del aborto. Llano, que nunca ha ocultado su simpatía por la socialdemocracia, asegura que la interrupción del embarazo es una expresión del dominio del débil por el fuerte.
Se habla estos días de que no se puede limitar el derecho a decidir de las mujeres. ¿Cuál debe ser el contenido y el límite del derecho a la autodeterminación?
El derecho a decidir se refiere a lo que es propio de cada uno, no a lo que pertenece a otro. Un caso histórico del uso errado (y brutal) del derecho de decidir es la esclavitud. El amo podía decidir sobre el trabajo, la salud y la vida del esclavo. Y hubo toda una guerra civil para defender esta tremenda injusticia, frente a los que mantenían que no puede haber derecho a decidir sobre la suerte de los demás. No pasará mucho tiempo hasta que se admita, de manera generalizada, que el aborto es un positivismo inmoral, que atenta contra el más básico y elemental de los derechos humanos. Desde luego, no hay ninguna razón para mantener que el apoyo al aborto es una postura «progresista». Es el último extremo del planteamiento capitalista: dominio del débil por el fuerte.
El aborto plantea la cuestión del fundamento de los derechos humanos. ¿Cuál puede ser un fundamento para todos en una sociedad plural?
El fundamento de los derechos humanos es la dignidad de la persona, que es intocable. La vida constituye el valor primordial, sin el cual ningún derecho es posible. Disponer de la vida de un ser indefenso es una tremenda crueldad. Hace tiempo, se podría pensar que el feto, en su primera fase no es un ser humano. Hoy día sabemos, con toda certeza científica, que ya es humano. No es una parte de la madre: es un proyecto humano independiente, del que no se puede disponer.
¿En esta cuestión está en juego el concepto y la experiencia de libertad? ¿En qué sentido?
Está en juego el sentido primordial de libertad: estar libre de atentados contra la vida. La libertad es incompatible con ese dominio despótico que se ejerce en el aborto. No puede hablarse de libertad en el sacrificio de una vida humana débil e indefensa. En este sentido, el aborto es éticamente peor que el ejercicio de la pena de muerte o la provocación de guerras injustas.
¿Qué puede ayudar a las mujeres? ¿Qué puede fomentar realmente una cultura de la vida?
Toda esta polémica manifiesta que la situación de las mujeres sigue siendo desventajosa. La primera manifestación de un trato justo e igual consiste en arbitrar las disposiciones y los recursos para no poner a las mujeres en el trance de sentirse obligadas a abortar. El aborto es la peor manifestación de machismo.
Autor: José María Gutiérrez