El salto cualitativo que se produjo ayer introduce a Venezuela en un camino totalitario absoluto.
Maduro ha revocado a magistrados y fiscales, detenido a políticos y cualquier tipo de disidencia, y matado mediante una brutal represión a más de 100 manifestantes, en su mayoría jóvenes estudiantes.
Esta situación de asalto a la democracia se aceleró con la victoria electoral de la oposición en las elecciones a la Asamblea Nacional en 2015. Maduro y su régimen no reconocieron esta realidad democrática fundamental.
El hambre, la enfermedad, la falta de medicinas y la violencia, son consecuencias de un empobrecimiento galopante que arrasa el país. El aumento del coste de la vida, la escasez de alimentos, la ausencia de medicamentos básicos, el cierre de hospitales, cierre de medios de comunicación, una inflación del 700% según el FMI y el continuo cercenamiento de los espacios democráticos, generó una creciente protesta social a la que el régimen de Maduro sólo ha sabido responder con represión y violencia.
Esta fase culminó este fin de semana con las ilegales elecciones a la Constituyente convocadas por el régimen. Elecciones con escasa participación, que la oposición estima en un 12 % a pesar de las amenazas a funcionarios y a “beneficiados” por el régimen.
Asalto a la Constitución
El artículo 349 de la actual Constitución establece que los poderes constituidos “no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente” y que el presidente de la república no podrá objetar la nueva Constitución.
Maduro, que interpretó que no era necesaria una consulta popular previa para ver si los venezolanos deseaban una Constituyente, como estaba legislado en la Constitución y como sí sucedió en 1999, propuso un referendo para aprobar la nueva Carta Magna. Pero será la Constituyente la que decidirá si llevarlo a cabo.
Maduro y otros líderes del oficialismo que estarán en la Constituyente ya han anunciado la posible disolución del Parlamento, controlado por la oposición, y la reforma del Ministerio Público.
La opinión pública internacional ha mirado para otro lado
Ha sido el de Venezuela, el proceso de deterioro democrático más ventilado internacionalmente que recuerda la historia. El que con más impudicia y de la manera más flagrante ha buscado consolidar una dictadura. Pese a ello, a pocas horas de la consumación final del golpe mortal a la democracia mediante la elección de una Asamblea Constituyente, corporativa e inconstitucional, el mundo permanecía impávido.
Es triste ver cómo ni el Mercosur, ni la OEA, mucho menos la ONU, lograron adoptar acciones colectivas dirigidas a impedir la tragedia; aunque a nivel individual algún dirigente o mandatario lo hiciera.
La Iglesia venezolana ha sido valiente
La Iglesia en sucesivos comunicados ha denunciado la situación del país, ha propuesto medidas de urgencia (liberación de presos, canal humanitario, elecciones democráticas…); el gobierno ha hecho oídos sordos.
Seamos conscientes que la historia nos juzgará por todo lo que no hagamos por la lucha solidaria y la justicia. Venezuela es una piedra de toque. La promoción de los empobrecidos es hoy más necesaria que nunca.
Luis Antúnez