El Ayuntamiento de Barcelona sigue con su política de controlar la vida de las confesiones religiosas presentes en la ciudad e intervenir sobre ellas. Esto sucede mientras, en ámbitos como el educativo, promueve la exclusión de toda creencia que se manifieste públicamente…
Joan Miquel Corbí
Forumlibertas 5 de octubre
A través del Centro Interreligioso y con la colaboración del Centro Unesco de Cataluña, el Consistorio ha programado varios actos para el curso 2005-2006, mientras promueve la exclusión de las creencias en la escuela
El Ayuntamiento de Barcelona sigue con su política de controlar la vida de las confesiones religiosas presentes en la ciudad e intervenir sobre ellas. Esto sucede mientras, en ámbitos como el educativo, promueve la exclusión de toda creencia que se manifieste públicamente. No hay más que recordar, por ejemplo, la eliminación de letras de inspiración cristiana en villancicos utilizados en centros municipales, hace menos de un año, o la sustitución de los populares Belenes de figuras, con Jesús, José y María, por «paisajes de invierno». Ahora, a través de la Comisión Interreligiosa de la ciudad, el Consistorio que preside Joan Clos acaba de programar el curso 2005-2006 en el recientemente creado Centro Interreligioso de Barcelona, actividades para las que cuenta con la colaboración del Centro Unesco de Cataluña. Entre otros actos, se contempla una conferencia sobre la masonería (3 de abril) y una visita (24 de abril) a la Gran Logia de España, situada en la Ciudad Condal. Otros de los temas previstos son el hinduismo, el cristianismo católico, el cristianismo evangélico, el judaísmo, el Islam y el resto de grandes creencias. Por tanto, el Ayuntamiento barcelonés incluye en esta iniciativa a la masonería como una religión, bajo el título global de Cruce de religiones.
Esta sesión sobre la masonería está incluida en un programa que tiene su primera cita el próximo lunes 10 de octubre, con una conferencia del párroco de la iglesia barcelonesa del Carmen, Josep Maria Rierola, sobre el cristianismo católico. Para el día 24 del mismo mes, está prevista una visita al mismo templo. El 7 noviembre tendrá lugar la conferencia sobre judaísmo (también con visita unos días después, como en todos los casos), el 5 de diciembre será el día del Islam y así sucesivamente con las principales confesiones religiosas. Lo novedoso es, eso sí, la inclusión de la masonería, que es una organización humanista explícitamente no confesional y de carácter secreto y jerárquico. Históricamente, los masones han tenido en la Iglesia católica uno de sus grandes enemigos.
El Consistorio de la capital catalana aprobó, a finales de mayo, la creación de una Comisión Interreligiosa «que permita abordar el diálogo interreligioso y los retos de la libertad de conciencia religiosa». Pero se trata de un retorno a épocas pasadas, ya que la entidad reúne a representantes religiosos, pero está presidida por una administración civil. El mecanismo pretende crear una autoridad que controle las creencias de los ciudadanos, al más puro estilo del regalismo francés. En la presentación del curso, el Ayuntamiento dice que «ofrece un primer ciclo de presentación de las diversas religiones y creencias de los ciudadanos de Barcelona, con el fin de contribuir a un mejor conocimiento de cada tradición».
Por otro lado, el equipo de Joan Clos piensa «participar en las sesiones» del Parlamento Catalán de las Religiones, un organismo interreligioso que se ha creado como consecuencia de la celebración del Parlamento Mundial de las Religiones en el marco del Fòrum Universal de las Culturas Barcelona 2004, jornadas que tuvieron lugar en julio del año pasado. También tiene previsto «impulsar nuevos sistemas de formación e información para el conjunto de la ciudadanía, para los servicios públicos o privados y para las diferentes fes (creencias), con el objetivo de conseguir un mayor conocimiento y una óptima convivencia entre las diferentes expresiones de conciencia y religiosas».
Otro de los puntos de la iniciativa municipal, el Centro Interreligioso de Cataluña, prevé «impulsar grupos de mediación interreligiosa para hacer frente a los retos que tiene planteada nuestra sociedad y nuestra ciudad». Cabe recordar que las religiones, a través de sus Iglesias o las representaciones respectivas, se rigen socialmente bajo un estatuto especial, con normas y principios de actuación propios que, de acuerdo con el principio de separación con la administración civil, no pueden aceptar la intromisión de un representante municipal, autonómico o estatal. Una cosa es tener un servicio de información a las religiones y otra bien distinta, controlarlas.