Una fiebre “negra” azota las calles, los centros comerciales, las conversaciones de la gente y por supuesto los teléfonos móviles “inteligentes”, hay que comprar las ofertas de este viernes negro, o semana negra… porque es una gran oportunidad. Pero el verdadero viernes negro, es el de los empobrecidos de la tierra.
Estamos en la era del hombre consumidor. Al que antes (durante siglos de historia de la humanidad) llamábamos hombre trabajador, ligado a su trabajo y esfuerzo, tenía todavía una visión crítica de lo superfluo e insolidario, sobre todo en aquellos ambientes donde la mentalidad burguesa no llegaba a calar del todo…
El consumo se ha convertido en algo más que un momento en la cadena de la actividad económica. Es ya desde hace muchos años una manera de relacionarse con los demás y de construir la propia identidad, por desgracia.
De hecho, en las sociedades enriquecidas, desde la irrupción de la producción en masa, el consumo, y especialmente el consumo de mercancías no necesarias para la supervivencia, se ha convertido en una actividad central, por eso hablamos de una “sociedad consumista”.
Esto es algo sobre lo que conviene reflexionar al haber triunfado, un estilo materialista y egoísta que ha acabado por ocasionar un agravamiento de la desigualdad social y que ha sido, con toda probabilidad, una de las causas de una crisis que, para algunos, no es solamente de carácter económico, sino también una crisis cultural, de valores. Estamos ante una colonización cultural en toda regla.
Hoy en día el marketing para el consumo, llega a todas las capas de la sociedad y a todos los lugares de la tierra, y no hay tregua. Generando una conciencia que consumes luego existes, y proponiendo formas de vida con axiomas que ni un gran dictador podría imponer a una sociedad.
Lo más grave no es solo esto. Si no que este consumismo desaforado se produce en una situación de hambre, de miseria, de guerras y de trabajo precario de la gran mayoría de la humanidad, también de muchos de los que ejercemos este consumo.
La primera consecuencia de esto es que la riqueza mundial se está concentrando en pocas manos.
El 1% de la población mundial acapara casi la mitad de la riqueza global y su patrimonio crece cada vez más, según el informe sobre la riqueza editado por la consultora estadounidense Boston Consulting Group que calcula que la riqueza financiera mundial (excluyendo activos inmobiliarios) creció el año pasado un 5,2% hasta los 168 billones de dólares. Este 1% de la población más rica ha aumentado de forma constante su riqueza desde el 45% del total del patrimonio financiero mundial en 2013 al 47% en 2015. Los expertos advierten sobre el injusto crecimiento de la desigualdad en el mundo. Esta es la realidad.
El marketing actual conoce muy bien nuestro comportamiento, nuestros gustos…nos conoce mucho mejor que nosotros mismos o nuestra familia. Datos tiene para ello. Su conocimiento de la antropología y de los comportamientos (de nuestro ser) es cada vez más profundo.
El desafío es hacer frente a esta cultura consumista, no con alegatos vacíos y llenos de demagogia, sino con la vida comprometida con los pobres, con la justicia…dando coherencia personal, ambiental e institucional a todo lo que hagamos.
Hoy viernes y el próximo viernes, seguirán siendo negros para los últimos de la tierra. Seamos coherentes.