Loretta Napoleoni: «El capitalismo no quiere cortar con las economías del terror»

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Dice que el objetivo del terrorismo islamista es político y económico, no religioso. Argumenta que éste existe como contrapoder mundial. La autora del exitoso «Yihad. Cómo se financia el terrorismo en la nueva economía» expone sus teorías… «Bajo mi punto de vista, son las grandes corporaciones multinacionales. Han manipulado la guerra contra el terror con un objetivo de poder económico. La elección del próximo presidente norteamericano se debate entre dos candidatos con fuertes intereses familiares en el sector petrolífero.»

Entrevista a Loretta Napoleoni. Analista y escritora

Por Jesús Palacios
lunes 19 de julio de 2004
LA RAZON

En las conclusiones de su libro, la periodista italiana Loretta Napoleoni destaca que son los factores económicos los que subyacen tras la agitación terrorista islamista.

-Usted habla de dos sistemas económicos, el occidental y otro subordinado, que financia el terrorismo.

-Es una conclusión que he comprobado tras muchos años de investigación. Eso es algo que se da en todas formas de terrorismo. Lo cierto es que no hay terrorismo sin dinero. La financiación y el dinero son elementos indispensables. Sin ellos no habría actividad terrorista alguna.

-¿Qué quiere decir al definir el hecho religioso como el envoltorio necesario para el terrorismo internacional?

-En el caso del terrorismo islamista la religión asume un papel similar al que en otros casos de terrorismo tuvo la ideología; por ejemplo, en la marxista. Ahora el factor religioso es un señuelo muy eficaz para captar adeptos entre los grupos sociales pobres de los países musulmanes, aunque también sirve de reclamo entre círculos de jóvenes instruidos y cultos. Aunque también es cierto que existe un fundamentalismo religioso determinante, por ejemplo, en los Estados Unidos. La Administración Bush es un signo claro de discurso religioso.

-¿Hacia donde se mueven Occidente y el mundo musulmán?

-En el mundo musulmán, se trata de cambiar el sistema político de los países gobernados por elites corruptas oligárquicas. Hacerse con el poder y desarrollar una revolución islámica. Y en el mundo occidental unipolar regido por EE UU, se trata de controlar los recursos energéticos. En ambos casos el objetivo no es religioso, es político y económico.

-¿No difiere esta visión del discurso sobre el choque de civilizaciones?

-La teoría de Huntington no se sostiene. Lo que existe es el choque entre dos sistemas económicos, con el dato importante de que en Oriente las elites oligárquicas corruptas no pertenecen a ese sistema, sino que están incardinadas en las estructuras occidentales. Defienden los intereses económicos de Occidente y así salvaguardan los suyos propios. Por eso, no se puede hablar con rigor de choque de civilizaciones cuando una parte de esa civilización musulmana, precisamente la que controla la mayor parte de la riqueza de sus naciones, ha hecho una alianza con Occidente. Si se habla de lucha de civilizaciones debemos circunscribirlo al ámbito estricto de la civilización musulmana, donde existe una confrontación abierta entre el terrorismo islamista y las elites oligárquicas que detentan el poder.

-¿Cuáles son las claves del terrorismo islamista?

-La lucha de los muyahidines contra los soviéticos en Afganistán fue el embrión de su desarrollo. Con aquella victoria, se reactivó el concepto de la «yihad» (guerra santa) con el objetivo de hacerse con los recursos económicos del mundo musulmán y luchar contra Occidente.

-¿Quién controla el verdadero poder en EE UU?

-Michael Moore presenta al presidente Bush como un tonto. Puede que él sea un tonto, pero no los grupos que deciden la política norteamericana. Bajo mi punto de vista, son las grandes corporaciones multinacionales. Han manipulado la guerra contra el terror con un objetivo de poder económico. La elección del próximo presidente norteamericano se debate entre dos candidatos con fuertes intereses familiares en el sector petrolífero.

-Richard Clarke asegura que poco después del 11-S la obsesión de Rumsfeld y Wolfowitz era atacar Iraq y no a Ben Laden, ¿qué opina?

-Lo que dice Clarke en su libro coincide con lo escrito por Meachir, que fue ministro de Medio Ambiente con Tony Blair, en un artículo que publicó en «The Guardian». En él acusaba a los norteamericanos de desarrollar una agenda secreta elaborada por Dick Cheney en 1991, por la que EEUU debía consolidar y promover su hegemonía absoluta en todo el mundo y en particular en el Próximo y Medio Oriente, colocando a la ONU y a otros países en una posición de subordinación. Si para lograrlo había que recurrir al uso de la fuerza y de la guerra, se debía hacer. Este plan fue el Proyecto de Norteamérica para el Nuevo Siglo elaborado en 2000. En dicho documento ya figuraba la invasión de Iraq, el cambio de su régimen y el despliegue de tropas norteamericanas en el Medio Oriente. El análisis de Clarke corrobora lo afirmado por Meachir tal y como lo conoció el Gabinete Blair. El premier británico sabía perfectamente que la guerra y la invasión de Iraq no fueron para combatir al terrorismo, sino por motivos económicos.

-¿Qué representa Osama Ben Laden?

-Ben Laden tiene un objetivo político y económico, pero seduce con el discurso religioso, además de una notable influencia del egipcio Al Zawahiri, su gran aportación a la red terrorista Al Qaida. Lo que no lograron otros décadas atrás, lo ha conseguido él. Ha unificado el terrorismo islamista gracias a la globalización.

-¿Es una consecuencia del mundo unipolar en que vivimos?

-Sin la destrucción de la Unión Soviética, sin el fin de la Guerra Fría, el terrorismo islamista nunca hubiera surgido.

-¿Quiere decir que Estados Unidos es hoy el principal factor de la desestabilización mundial?

-Sin duda alguna. Y no porque sean los republicanos los que estén en el Gobierno. No hay diferencias notables entre las administraciones republicanas y demócratas. La política exterior norteamericana es la misma desde 1945. Con la diferencia de que ahora no se puede aplicar la diplomacia de la Guerra Fría. Para esta nueva guerra no tienen tradición, carecen del conocimiento acumulado de siglos que tenemos los europeos, que hemos luchado todos contra todos. Es necesario un contrapoder a este unilateralismo. Debemos volver al mundo multipolar. Quizá ocurra con China en unas décadas.

-En su libro afirma que la fuerza de la nueva economía del terror es el 5 por 100 de la economía mundial. Pero esa masa dineraria se mueve sobre todo en Occidente.

-El problema real es que el capitalismo occidental no tiene interés en cortar relaciones con las economías del terror y del crimen. Tampoco interesa a los políticos iniciar un diálogo serio con las fuerzas políticas y económicas de Oriente Medio. La solución debe ser política.

-Cada vez se critica más a Arabia Saudí, ¿desestabilizar su régimen no sería una gran catástrofe mundial?

-Hay economistas en Inglaterra y arabistas en España, que son los mejores en Europa, que afirman que si se desestabilizase Arabia los norteamericanos intervendrán militarmente. Una revolución en Arabia, que produce más de nueve millones de barriles de crudo diarios, produciría una exorbitada subida del petróleo por encima de los 130 dólares. Con ello la economía mundial se paralizaría y tendría un efecto dominó en toda la zona de consecuencias incalculables. El uso del arma nuclear sería algo más que una amenaza. Un auténtico desastre.