El imperialismo padre de la miseria actual. Así se lee en un libro, experiencias de dolor, sufrimiento y esperanza. Lo que viven muchos pueblos hermanos en Centro América, y en el mundo.
La señora Chumk, indígena, de la raza Mam, de Guatemala, en la diócesis de S.Marcos, fue al médico en el centro de una población, donde hay un hospital del estado. Varias horas de camino para llegar a una consulta médica. Antes visita a las hermanas que trabajan en una clínica de salud y ellas le hacen un diagnóstico con sus exámenes. «Tiene usted tuberculosis. Vaya al centro de salud para que le hagan urgente los análisis y le pongan su tratamiento».
La señora Chumk, fue, le hicieron los análisis y le dijeron «venga a por los resultados dentro de una semana». «Pero Doctor, las hermanas me han dicho que tengo tuberculosis y que necesito urgente el análisis y el tratamiento».
«Venga usted dentro de una semana a ver que dicen los análisis».
A la semana regresó y le dicen que sus exámenes se perdieron, que hay que volver a hacer los análisis otra vez. Ella fue con tristeza a contárselo a las hermanas, y en la puerta de la clínica se desmayó, y murió de un derrame.
Las hermanas denunciaron el hecho y recibieron una amonestación del hospital por entrometerse en lo que no les toca. Uno de los doctores le quiere escribir al obispo para decirle que sus monjitas se meten donde no procede para que las amoneste sobre el tema. El obispo espera esa carta para denunciarles ante el ministerio Público de salud para que ponga orden y disciplina a esos impresentables que se dicen médicos.
Por otra fuente se sabe que a los indígenas los tratan peor que a los animales. Así estamos.
Me encuentro con una señora, madre de 5 hijos, trabaja por días en el centro de formación, ayudando a las comidas, limpieza, arreglo de matas, jardinería… y su esposo trabaja en fincas del café, plátano… ganando 3,5 euros al día. La señora los días que trabaja 5 euros, 50 quetzales. Viven sin luz, pues para poder tener la acometida necesitan 3.000 quetzales, y ese dinero no lo pueden reunir nunca, pues apenas les alcanza medio para comer los frijolitos, las tortillas de maíz y algún tamalito. Los mayores van a la escuela, y necesitan ir con sus uniformes, útiles escolares, amén del trasporte para alguno de ellos. Me decía: con lo que vamos ganando apenas nos alcanza para pagar las deudas. Pero confiamos en Dios que podremos salir adelante.
Otra señora, me cuenta que tiene tres niños. Que uno se enfermó y se quedaron sin nada. Lo que les da el trabajo del campo, del café, plátanos y algunos árboles frutales, apenas para comer y arreglar algo la casa. Cuando llueve, tienen que dormir todos en un cuartico, pues los otros se inundan, las láminas están ya desgastadas, y valen 1.000 quetzales un lío de láminas para poder arreglar la casa. Con el trabajo de su esposo no les alcanza, nunca para poder reunir esos realitos. Ya desesperado su esposo se va a los Estados Unidos a ver si consigue un trabajo para enviarle lo suficiente para arreglar la casa y ayudar a los niños para la comida y salud. Ya lleva 8 meses fuera y por fin le ha podido enviar unos dólares, apenas para subsistir, pues tiene un trabajo por días, muy precario, y debe pagar apartamento con otros 4 migrantes, amén de la comida y trasporte para ir a buscar trabajo con el miedo que lo encuentren los de migración y lo regresen a su país, sin papeles, con deudas y sin nada. Viene a la catequesis de adultos y me dice que quiere prepararse, hacer un camino de fe, para que cuando venga su esposo poder casarse. El también asiste a una parroquia de latinos, donde reciben formación cristiana y acogida. La parroquia católica es para ellos un hogar (comentan) un lugar de encuentro, de acogida y de refugio.
Bueno Chemita (así me dicen), recemos al Señor y a nuestra Madre María por ellos, por los migrantes, por los que fueron y no se sabe ya nada de ellos, por los que están vivos y por los que nos ayudan, pues sabe, Dios siempre nos ayuda y queremos salir adelante con nuestros hijos. Cuando quiera pase por nuestra casa y compartimos unos frijolitos con usted. ¿Le gustan las tortillas de maíz? Pues también le haremos unas tortillitas para que las pruebe.
Qué bueno que hemos tenido la misa. Ahí el Señor nos ilumina, nos alimenta y nos da fuerzas para seguir adelante. Primero Dios que saldremos de esta.
Así platicamos muchos días con personas que viven esta realidad, familias en esta situación, una mamá, con cáncer que la tuvieron que llevar a la capital para el tratamiento de quimio y la operación. Estuvo 6 meses esperando la cita. Con dolores que me decía se los ofrecía a Dios y a Nuestra Madre María para que le dé salud a sus hijos y mucha fe. Gracias a Dios ya la han operado (me decía su hija). Vamos a ver como reunimos unos quetzalitos para poder traerla para la casa.
Algunas noches al acostarme me vienen pesadillas, me siento mal ante estas realidades y situaciones que me encuentro cada día… ¿Por qué Señor? Sé mi luz, para que les lleve la ternura, el amor de Dios y podamos seguir viviendo la solidaridad con los que más sufren, con los empobrecidos, con los llenos de esperanza. Amanecer de la esperanza en S.Pablo.
Un abrazo,
Chema sds.