El conflicto civil en Myanmar no perdona a las iglesias y otros lugares de culto. Según ha sabido la Agencia Fides de fuentes locales de la diócesis de Pekhon, las tropas del ejército regular de Myanmar han ocupado durante cuatro días – del 8 al 12 de septiembre -, la iglesia católica de la Madre de Dios, en la pequeña localidad de Moebye, en la diócesis de Pekhon (centro-este de Myanmar). En la zona se han producido duros combates entre el ejército de Myanmar y las fuerzas de resistencia, las llamadas Fuerzas de Defensa del Pueblo, compuestas en su mayoría por jóvenes que se oponen a la junta militar desde el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021.
Moebye es una ciudad de unas 500 casas, con un total de más de 2.000 habitantes, todos católicos, situada en la frontera entre los estados de Shan y Kayah, y se encuentra en una posición estratégica, en la carretera que lleva de Loikaw (estado de Kayah) a Taunggyi (estado de Shan).
“Los militares optaron por refugiarse y acampar en la iglesia, porque sabían que los jóvenes no la atacarían, por oportunismo y para salvarse”, explica a la Agencia Fides el padre Julio, párroco del lugar. “Pero no sólo lo han ensuciado y devastado, rompiendo estatuas y mobiliario: antes de abandonarla, esta mañana, han llenado el edificio de minas antipersona, escondiéndolas por todas partes, en el suelo, en los bancos, detrás de los libros sagrados, para hacer daño. Son actos atroces e irrespetuosos que condenamos. Pedimos que dejen las iglesias al margen del conflicto”, señala el párroco. En la actualidad, los jóvenes católicos y los voluntarios se están dedicando a limpiar y, con mucho cuidado, a sacar las minas del edificio y sus alrededores.
Según explican a la Agencia Fides fuentes locales, en algunas zonas de la nación, como en el norte, hay fuertes combates entre el ejército y las fuerzas de resistencia, a menudo unidas a los ejércitos de las minorías étnicas. En otras zonas de la nación existe, en cambio, un conflicto de baja intensidad que afecta a las ciudades más grandes, como Yangon, Mandalay, Pathein, donde grupos de jóvenes atacan por sorpresa los puestos de control militares, los camiones del ejército y las comisarías.
“No tenemos seguridad, a pesar de que la junta militar ha anunciado su voluntad de suavizar las restricciones a la vida social y civil”, dice a Fides Joseph Kung, católico de Yangon y director de un instituto universitario privado. “Más de un año y medio después del golpe, la gente está realmente cansada del conflicto y quiere volver a la vida normal. Como católicos, seguimos esperando y rezando, siguiendo a nuestros Pastores que nos invitan a vivir con fe este tiempo de sufrimiento y de prueba, nos guían por el camino de la no violencia, y piden justicia y paz”.
(PA-JK) (Agencia Fides 13/9/2022)