EL DIARIO EL PAIS MIENTE ACUSANDO A JUAN XXIII. LA ASOCIACION DE TEOLOGOS JUAN XXIII CALLA. QUIEN PAGA MANDA.

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El periódico EL PAÍS volvió a su acostumbrada manipulación, especialmente en los temas religiosos. El 18 de agosto de 2003 se hacía eco de un artículo publicado en el The Observer donde se decía que Juan XXIII habría amenazado con excomulgar a quien hablara de los abusos sexuales. Sentimos que no se haya desmentido esta canallada y aquellos que hablan del «Papa bueno» como modelo, nos referimos a la asociación de teólogos Juan XXIII: Miret Magdalena, Tamayo…, escritores habituales del diario EL PAIS, no hayan tenido el valor de defenderlo. Quien paga manda. El Comunicado de la Conferencia episcopal de Estados Unidos desmiente esta grave acusación. ¿ Tendrán la mínima vergüenza estos teólogos de defender la verdad frente al sectario diario polanquista, servidor de la Trilateral?.
El periódico EL PAÍS volvió a su acostumbrada manipulación, especialmente en los temas religiosos. El 18 de agosto de 2003 se hacía eco de un artículo publicado en el The Observer donde se decía que Juan XXIII habría amenazado con excomulgar a quien hablara de los abusos sexuales. Sentimos que no se haya desmentido esta canallada y aquellos que hablan del «Papa bueno» como modelo, nos referimos a la asociación de teólogos Juan XXIII: Miret Magdalena, Tamayo…, escritores habituales del diario EL PAIS, no hayan tenido el valor de defenderlo. Quien paga manda.

El diario EL PAIS publicaba:
«El Vaticano ordenó a los obispos, en 1962, ocultar los abusos sexuales .Un documento firmado por Juan XXIII amenaza con excomulgar a quien hable del tema.»
«El Vaticano dio instrucciones a cada obispo católico de ocultar los casos de abuso sexual que se produjeran en la Iglesia, en un documento de 1962, según publicó ayer el periódico británico The Observer»

El Comunicado de la Conferencia episcopal de Estados Unidos desmiente esta grave acusación. ¿Tendrán la mínima vergüenza estos teólogos de defender la verdad frente al sectario diario polanquista, servidor de la Trilateral?

Desmentidas las «candentes» revelaciones de un documento vaticano de 1962

WASHINGTON, 18 agosto 2003 (ZENIT.org).- El departamento de Comunicación de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos ha publicado un comunicado en el que desmiente revelaciones de prensa basadas en un documento vaticano de 1962, según las cuales, el Vaticano habría pedido encubrir abusos sexuales atribuidos a clérigos.

«El punto esencial en respuesta a los que hacen estas acusaciones es que están tomando el documento totalmente fuera contexto e incluso distorsionándolo completamente», explica el comunicado.

El documento en cuestión lleva por título en latín «Crimen sollicitationis», y fue publicado por el antiguo Santo Oficio, hoy Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto era el cardenal Alfredo Ottaviani.

El documento fue presentado el 6 de agosto por un programa de televisión del canal de televisión estadounidense CBS como la «pistola humeante» que probaría un plan vaticano para «encubrir» casos de abuso sexual. Ha recibido nuevo eco por parte del diario británico «The Observer».

«Este documento afronta ante todo las medidas canónicas que deben seguirse cuando un sacerdote es acusado de molestias en el confesionario. Al final se da también una referencia a otros crímenes que deben ser sometidos a serios castigos»: actos de homosexualidad, abusos de menores, zoofilia…

El documento, sigue diciendo el comunicado, «afronta estos crímenes muy seriamente y repite los castigos para los mismos. Los castigos incluyen la dimisión del estado clerical».

«El documento no afecta a la ley civil. No prohibe denunciar crímenes civiles», aclara el texto desmintiendo las interpretaciones de la prensa.

«La confidencialidad, en el pasado y todavía hoy, es exigida en los procedimientos judiciales, incluidos los tribunales civiles, por varios motivos, entre otros, para no impugnar innecesariamente la reputación de una persona, para proteger a los jóvenes o a las víctimas de asaltos, etc.».

«Además, la naturaleza especial del crimen de molestias en el confesionario –el foro más confidencial que existe–, al que se dedica principalmente el documento, debe ser tenida en cuenta. La acusación de cometer este crimen es más seria todavía por el hecho de que el sacerdote acusado no puede romper el «sigilo de la confesión» para defenderse».

«La investigación de asuntos ligados a la confesión debe realizarse con la mayor delicadez para proteger la confidencialidad del sacramento de la penitencia y los derechos y la dignidad tanto del acusado como del que acusa», recuerda el comunicado episcopal.

«Posiblemente la parte más citada por aquellos que denuncian el «plan de encubrimiento» es el secreto impuesto a la persona que alega haber sufrido molestias. El documento no se refiere a los derechos y responsabilidades civiles de esa persona. Por el contrario, afecta a la vida interna de la Iglesia: la protección de la reputación de las personas involucradas, el carácter sagrado del sacramento de la Reconciliación, el posible escándalo para los fieles, etc.».

«Afirmar que el documento pretende crear un «efecto de intimidación» a la hora de denunciar crímenes civiles es atribuirle una intención que simplemente nunca tuvo», afirma el comunicado episcopal.

«El documento no dice nada sobre la responsabilidad que la Iglesia debería tener en la jurisdicción civil en la que vive y actúa. Entonces, al igual que ahora, la Iglesia no pretende exentar a nadie de la denuncia de crímenes a las autoridades civiles».

La nota episcopal recuerda que el documento fue publicado poco antes de que el Concilio Vaticano II pidiera la revisión del Código de Derecho Canónico. A finales de los años sesenta y setenta se revisó el proceso para afrontar los crímenes eclesiásticos, por lo que el documento tuvo una breve vigencia.

Además, el comunicado pone en duda la calidad de la traducción al inglés (el original del documento está en inglés) utilizada por la prensa.

Por todos esos motivos, el texto concluye reconociendo que las acusaciones lanzadas por medios de comunicación, según las cuales el texto constituiría el fundamento para garantizar el encubrimiento de abusos sexuales de clérigos, son totalmente infundadas.