El País ha cambiado su imagen: más fotos en color, prioridad a la información de economía y bolsa, menos letra, etc. Un típico cambio para avivar la atención de los lectores y dar impresión de viveza y dinamismo.
Pero una cosa nos llamó la atención: el periódico dejó de autodenominarse «independiente» y pasó a llamarse el periódico «global» en español. Y no es que el periódico fuera en absoluto independiente, pues jamás lo ha sido ni lo será. El problema es que la presencia de un valor moral como la independencia en la cabecera se convirtió en una molestia.
Un cambio muy propio de la época en la que nos ha tocado vivir. En la España de Zapatero está mal vista la moral. En cambio, es mejor hablar de talante o de globalidad para parecer algo sin ser nada. El negocio se disfraza con la palabrería de moda y parece más joven pero nos recuerda un viejo discurso. El de los capitalistas con levita que cómodamente sentados en sus consejos de administración deciden los contenidos de la información de los periódicos que controlan. ¿O acaso no ha estado el consejero delegado de Prisa sentado en unos cuantos consejos de administración de esas entidades financieras del «capitalismo salvaje global»?