Parafraseaba así el Papa Francisco a San Basilio, en un encuentro en el Vaticano con los miembros de la Confederación Cooperativas Italianas. A ellos les indicó que en la cooperativa «uno más uno, vale tres». La economía ha de estar en relación con la justicia social.
El Papa introdujo el tema con algunos ejemplos muy concretos: hoy si en un trabajo lo les gusta alguien lo despiden, porque tanto hay una cola de gente que quiere trabajar. En el trabajo doméstico tanta gente no tiene los aporte sociales. Y el drama de la cultura del descarte: «¿Y tú que eres? -Soy ingeniero. ¿Cuántos años tienes? -49. Entonces no sirves, vete».
Entró así el Santo Padre en el vivo del tema, que “La Iglesia siempre ha reconocido, apreciado y animado la experiencia de las cooperativas” y citó la encíclica Rerum Novarum de León XIII: “Todos propietarios y no todos proletarios”, así como la Caritas in Veritate de Benedicto XVI, donde al entrar en el tema, subraya la importancia de “la economía de comunión” y del sector non profit, para explicar que el dios-ganancia no tiene que ser una divinidad y que nuestro mundo necesita una economía que no excluya la donación.
Así el Santo Padre invitó a mirar al futuro, «con fantasía creativa para evitar la cultura del descarte», y para crear nuevas formas de cooperativas. Y sabiendo que estamos en un mundo que se ha globalizado, hay que responder con la solidaridad, pensando al aumento vertiginoso de los desempleados, y a la necesidad de un progreso integral de la persona, “que necesita del rédito pero no solamente del rédito”.
El Papa quiso así ofrecer algunas indicaciones concretas.
La primera: “Las cooperativas tienen que ser el motor que levanta y desarrolla la parte más débil de nuestras comunidades locales y de la sociedad civil”. Especialmente prensando a los jóvenes y a tantas mujeres que necesitan entrar en el mundo del trabajo, o a los adultos que se pierden el empleo, así como a las empresas recuperadas.
Una segunda indicación fue, la de activarse como protagonistas para realizar nuevas soluciones de bienestar social, particularmente en la sanidad. “Y poner a la gente, a partir de los más necesitados, en el centro de todo este movimiento solidario. Esta es la misión que proponemos”.
El tercer punto indicado por el Papa es: “La economía y su relación con la justicia social, y con la dignidad de las personas”. Recordó que existe un cierto liberalismo que primero quiere hacer dinero para después de alguna manera distribuirlo a través del Estado, o peor aún solo dar algunas migajas. Cuando en realidad “se corre el riesgo de ilusionarse de hacer el bien, mientras se sigue haciendo marketing sin salir del circuito fatal del egoísmo de las personas y empresas”.
La cuarta sugerencia: una economía no crece en una sociedad que envejece. Por ello el movimiento cooperativo tiene que ejercitar un rol importante para apoyar, facilitar y también dar ánimo a la vida de las familias. Para ello buscar la “armonización entre trabajo y familia”. El Papa elogió también las mutuales, que ayudan ante las exigencias de todos, desde los nidos hasta la asistencia domiciliar. Permitiendo así que todos puedan poner a disposición su propio talento.
“El quinto punto en que les doy coraje, quizás les sorprenda: Para hacer estas cosas es necesario dinero”. Las cooperativas son estructuras generalmente subcapitalizadas, “en cambio, ¡el Papa les dice: tienen que invertir, e invertir bien!”.
Por ello pidió que haya más colaboración entre cooperativas bancarias y empresas, organizar los recursos para hacer vivir con dignidad y serenidad a las familias; pagar salarios justos a los trabajadores, invertir en las iniciativas que sean realmente necesarias. Todo esto sin esperar en los subsidios públicos.
“Decía san Basilio de Cesarea, Padre de la Iglesia del IV siglo, retomado después por san Francisco de Asís, que ‘el dinero es el estiércol del demonio’. Lo repite ahora también el Papa: ‘¡el dinero es el estiércol del demonio!”.
Y añadió que “el dinero al servicio de la vida puede ser gestionado de modo justo por la cooperativa, si la cooperativa es auténtica, verdadera, donde el capital no manda a los hombres, sino los hombres al capital”.
“Por esto hacen bien en combatir las falsas cooperativas que traicionan el nombre de éstas con fines de lucro. Y precisó que las verdaderas cooperativas “tienen que promover la economía de la honestidad”. Una economía promovida “por personas que tienen en el corazón y en la mente solamente el bien común”.
El Papa concluyó invitando a una gran alianza, entre cooperativas y cooperantes, manteniendo la identidad de las cooperativas y caminando hacia delante con todas las personas de buena voluntad.
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