El dolor (según Guillermo Rovirosa)

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Los grandes dolores me encuentran siempre como pobre hombre que soy, y débil, y ansioso de felicidad, aturdido y sin preparación…

El dolor es un mal, y siempre aparece como resultado de algún desorden que se introduce en el plan de Dios, como consecuencia del pecado. Pero al lado de este mal puede aparecer un gran bien cuando se acepta con sumisión y abandono a la voluntad de Dios.

El que sufre paga a veces propias faltas, pero de ordinario paga faltas ajenas, y así es como se nos introduce plenamente en la solidaridad del Cuerpo Místico. El que sufre vive para los demás, si no rehusa su misión con espíritu de revuelta y de rencor. Vive en Cristo y por Cristo; y con Cristo es corredentor, participando en Su misión de salvar al mundo al sufrir por los demás. Todo esto lo comprendo perfectamente cuando se trata del dolor ajeno. E incluso para mis dolores cuando son pequeños.

Los grandes dolores me encuentran siempre como pobre hombre que soy, y débil, y ansioso de felicidad, aturdido y sin preparación.

El mismo Jesús sintió este terror y espanto en el Huerto de los Olivos. Porque esto es lo humano. Pero en todo lo humano es menester poner a Cristo y su Amor. Puedo estar abatido y aplastado por el dolor y el sufrimiento, pero no puedo dejar de ser cristiano. No. La actitud del discípulo de Cristo ante la adversidad no puede ser ni la insensibilidad, ni el desafío; sino la reacción humilde del alma penetrada de amor por Cristo, que tanto sufrió por mí, y de abandono filial al Padre.

DOLOR OPERANTE

Los que sufren son el tesoro de la cristiandad, y son ellos los que pagan mis alegrías y mis penas…y mis éxitos apostólicos.

¡Qué inocente y ridículo el militante que llegara a creer (después de una perorata ardiente e inflamada) que tal persona había cambiado de vida a consecuencia de sus palabras! En todo caso sus frases habrán sido la ocasión para esta conversión. Han sido el instrumento de que se ha valido Dios, exactamente como se valió de los rebuznos de una burra para convertir a Balaam. Pero lo que es cierto es que en alguna parte ha habido alguien que ha merecido esta gracia; alguien que ha introducido en el Cuerpo Místico un excedente de vida divina que ha ido a verterse sobre aquella pobre alma. Quizá una pobrecita anciana que acepta valerosa y cristianamente su soledad; quizá un minero arrancando cristianamente carbón de las entrañas de la tierra; quizá una jovencita que llora unos amores desgraciados; quizá….

EL DOLOR HEROICO

Esta vocación de pagar por los demás, que conserva en la Iglesia la fe en la otra vida y la confianza en la entrega propia, es muy a propósito para seducir a las grandes almas.

Las vocaciones al sufrimiento ciertamente son para almas escogidas. Son indicio de un mayor amor a Dios y representan una invitación a elevarse cada vez a mayor perfección. Esto no lo comprendemos todos, y muchos desaprovechamos totalmente nuestos sufrimientos. Pero las cosas son así….

DOLOR FORMATIVO

Ninguna vida escapa a momentos de sufrimiento. Nos obligan a volver los ojos hacia nuestro interior, recordándonos las realidades del otro mundo y desatándonos de las cosas que, como ligaduras, nos impiden acercarnos a Dios. Nos recuerdan el único mundo real, que es el Cielo, y que cuando se es joven y sano se olvida con demasiada facilidad, al quedar absortos en este mundo al parecer tan bello.

Si estas verdades no me penetran, será inútil que busque sentido a mi vida y cuanto con mayor frecuencia las medite, tanto más firme y seguro andaré en mi peregrinar por este mundo.

DOLOR LIBERTADOR

Los que carecemos de virtud sufriente para pedir el dolor, podemos aceptarlo con acción de gracias cuando la amorosa providencia de Dios nos lo envía. Y no solamente los dolores físicos sino principalmente los dolores morales. Tal contrariedad… ¡Gracias Señor! Por mis pecados y los del mundo entero, la junto a Tu Pasión.

Aquella humillación… ¡Gracias Señor! Aquella injusticia que sólo me afecta a mí… ¡Gracias Señor! Aquel desaire cuando esperaba una alabanza… ¡Gracias Señor! Aquella comida sosa… ¡Gracias Señor! Aquel dolor de muelas… ¡Gracias Señor!

SIEMPRE Y EN TODO LUGAR:
¡GRACIAS SEÑOR!

Artículo publicado en la Revista ID y EVANGELIZAD.

Guillermo Rovirosa está en proceso de Beatificación.
guillermorovirosa.es