La propuesta, diseñada por ideólogos como Peces-Barba, afectaría también al Rocío y a otras romerías. Las polémicas reformas que ha anunciado el Gobierno presidido por Rodríguez Zapatero y que atañen, en diversos ámbitos, a la religión y a la moral católica, no son fruto del azar. Al contrario, ya que responden a una maniobra bien planificada desde las esferas ideológicas del PSOE para convertir paulatinamente al Estado español de aconfesional a laico.
La Razón 09-03-2005
Las polémicas reformas que ha anunciado el Gobierno presidido por Rodríguez Zapatero y que atañen, en diversos ámbitos, a la religión y a la moral católica, no son fruto del azar. Al contrario, ya que responden a una maniobra bien planificada desde las esferas ideológicas del PSOE para convertir paulatinamente al Estado español de aconfesional a laico. Aunque sólo es un borrador, las tesis del Estatuto de Laicidad ya inspiran las actitudes del Gobierno y, de tomar forma por las leyes, podrán impedir, entre otras cosas, la celebración de procesiones públicas en Semana Santa. Y las romerías, las peregrinaciones…
Un Estado laico, donde la religión quede en el ámbito de lo privado y se prohíba por ley cualquier manifestación pública de carácter confesional. En una palabra: una España sin romerías populares, sin procesiones de Semana Santa, belenes navideños, peregrinaciones al Rocío o clases de religión católica en las escuelas. Este es el postulado que proponen los ideólogos del PSOE al Gobierno de Zapatero para acabar con la actual situación de Estado aconfesional en nuestro país. Y sus propuestas van más allá de una mera idea o inspiración filosófica.
Un grupo de pensadores socialistas, encabezado por Gregorio Peces-Barba, Alto Comisionado para las Víctimas del Terrorismo y rector de la Universidad pública Carlos III de Madrid, están redactando el Estatuto de Laicidad que marca los pasos que el Gobierno debe seguir para desterrar a la religión del ámbito de lo público. Aunque el documento sólo está en fase de borrador, sus creadores ya están allanando el camino para su lanzamiento público. Desmentidos. Así, por ejemplo, la Plataforma para una Sociedad Laica, de la que es miembro el diputado socialista Victorino Mayoral, ha presentado formalmente al Gobierno un manifiesto redactado en 2002 y que secunda punto por punto las ideas del Estatuto de Laicidad. En declaraciones a LA RAZÓN, Mayoral, quien también es presidente de la asociación laicista CIVES, aseguró que lo que pretenden «no es establecer un combate contra la religión» sino «garantizar la libertad de culto». Mayoral negó que el Estatuto se esté redactando sino que «es más bien una idea» y que se contemple la posibilidad de suprimir las manifestaciones religiosas en espacios públicos aunque sí «en las instituciones del Estado». Sin embargo, tal y como ya ha informado «ElConfidencialdigital» y han confirmado fuentes de este diario, el Estatuto existe físicamente e incluye esta recomendación al Gobierno. Semana Santa sin procesiones. Uno de los aspectos más polémicos es la recomendación que se realiza en el Estatuto de Laicidad para que el Gobierno limite «en todo lo posible» las manifestaciones populares de carácter religioso en calles y plazas, o lo que es lo mismo, toda manifestación fuera de los templos. A pesar de la ambigüedad de la expresión «en todo lo posible», ya ha cundido la alarma entre ciertas cofradías que ven cómo podrían prohibirse las procesiones de Semana Santa en todo el territorio nacional. De ser así, los famosos pasos de Sevilla, Zamora, Murcia, León, Valladolid o Málaga tendrían que hacer su recorrido por los pasillos de los templos que los albergan o quedarse como mera imaginería estática. Y por supuesto, lo mismo ocurriría en romerías populares de cualquier tipo, como la del Rocío en Huelva o la Virgen de la Cabeza en Andújar. Pero no son estas las únicas demandas que se realizan desde el Estatuto de Laicidad.
En materia de educación, el Estatuto propone acabar con la evaluabilidad de las clases de religión, «impregnar de valores constitucionales» –según declaraciones de Victorino Mayoral– a la escuela pública, impartir la nueva asignatura Educación Etico-cívica y no sólo otorgar a los padres el derecho a decidir sobre si sus hijos acuden o no a clases de religión confesional, sino también a decidir sobre las posibles alternativas a esas clases. Propuestas que, en suma, aunque no están presentadas en firme ya inspiran buena parte de las medidas anunciadas por el Gobierno socialista.
PÉRDIDAS DE HASTA 600 MILLONES EN EL TURISMO
La Razón 09-03-2005
Las procesiones, pasos y actos religiosos de Semana Santa son uno de los principales atractivos turísticos de nuestro país. Tanto es así que son muchas las localidades españolas que tienen en estas celebraciones una de sus más importantes fuentes de ingresos. Según confirma Ramón Estalella, secretario general de la Asociación de Zonas Turísticas de España (Zontur), «los ingresos del sector hotelero en Semana Santa suponen el 3 por ciento respecto del total anual de 28.000 millones de euros». O lo que es lo mismo, 840 millones engordan las arcas del sector turístico en estos días. Sin embargo, de llevarse a cabo una ley que se hiciese eco de las recomendaciones del Estatuto de Laicidad del PSOE, buena parte de esta cifra se vería muy reducida. Fuentes hoteleras y turísticas han apuntado a LA RAZÓN que las pérdidas podrían rondar los 600 millones de euros. Aunque, eso sí, «es enormemente complicado hacer una estimación de a cuánto ascenderían las pérdidas si se suspendiesen los actos religiosos», confirma Estalella. En todo caso, ciudades como Sevilla, Málaga, León, Valladolid, Zamora o Ciudad Rodrigo sufrirían especialmente las consecuencias de esta hipotética decisión por ser los mas destacados exponentes de la cultura y tradición popular que toma las calles durante las celebraciones de Pascua. Precisamente por eso, y porque «cada vez hay más procesiones en más sitios», la jefa de prensa de la Secretaría de Estado de Turismo, Lola Bárcenas, asegura que «esa es una medida practimente imposible de tomar por cualquier Gobierno». «La gente echaría a las calles porque es una tradición muy arraigada», asegura Bárcenas. Lo que es seguro es que las repercusiones de una medida semejante irían mucho más allá de lo meramente religioso.