Desde su elección como Papa, Benedicto XVI fue víctima de un «juicio mediático» y de una «continua manipulación» de sus palabras y textos respecto a las relaciones con los judíos.
Fuente: AICA
Así lo afirma el conocido filósofo francés de origen judío Bernard-Henri Lévy, en un artículo recogido por importantes medios europeos, como Il Corriere della Sera, de Italia, El País, de España, y Le Point, de Francia, y del que se hizo eco también L'Osservatore Romano, y la agencia católica Zenit.
El escritor se refiere a las informaciones publicadas por medios de todo el mundo, criticando la reciente visita de Benedicto XVI a la Sinagoga de Roma el pasado 17 de enero.
«La guinda la puso el mismo coro de desinformadores, que esta vez ni siquiera esperó a que el Papa cruzara el Tíber para anunciar, urbi et orbi, que ni encontró las palabras apropiadas, ni hizo los gestos adecuados y, por tanto, fracasó…», afirma.
Lévy se refirió uno por uno a los gestos realizados por el Pontífice en esta ocasión, afirmando que «hizo lo que tenía que hacer y lo hizo», en especial con su homenaje a los judíos deportados a Auschwitz.
«Cuando declara que el diálogo judeo-católico entablado por el Vaticano II es ya ‘irrevocable’; cuando anuncia que pretende ‘profundizar’ y ‘desarrollar’ el ‘debate entre iguales’ que representa el debate con esos ‘hermanos mayores’ que son los judíos, a Benedicto XVI se le puede acusar de todo lo que se quiera, pero no de ‘congelar’ el proceso abierto por Juan XXIII».
«Mala fe»
Lévy afirma que hay «prejuicios», «desinformación» y «mala fe» cuando se habla del Papa, quien en su opinión «ya fue objeto de un verdadero proceso mediático en el que machaconamente se le tachaba de ultraconservador» desde el momento de su elección.
«Luego vinieron las insistentes alusiones, cuando no las bromas pesadas, al ‘Papa alemán’ y al ‘posnazi’ con sotana, al que, ni cortos ni perezosos, los guiñoles de la tele apodaban Adolf II (y eso porque, como todos los niños y adolescentes de su edad, fue enrolado en las juventudes del régimen)», añade.
En especial, Lévy acusa de «manipulación pura y dura de los textos«, a las informaciones sobre su viaje a Auschwitz en 2006.
«Hubo quien pretendió, y quien sigue pretendiendo -y repitiendo igual de machaconamente-, que el Papa se habría referido a los seis millones de muertos polacos como a víctimas de una simple ‘banda de criminales’, sin precisar que la mitad de ellos eran judíos».
«En este caso, el infundio es apabullante, pues, en realidad, aquel día, Benedicto XVI habló de los «jerarcas del III Reich» que intentaron «aplastar» al «pueblo judío» y borrarlo de la faz de la Tierra -Le Monde del 30 de mayo de 2006-«, cita Lévy.
Pío XII
Otra cuestión sobre la que Lévy insiste singularmente es en la «manipulación» sobre la figura de Pío XII.
El escritor francés rebate la idea del «silencio» de Pío XII frente al Holocausto, recordando que fue coautor de la encíclica Mit brennender sorge, «que sigue siendo, aún hoy, uno de los manifiestos antinazis más firmes y elocuentes».
Además afirma: «Hay que precisar que antes de optar por la acción clandestina, antes de abrir, sin decirlo, sus conventos a los judíos romanos perseguidos por los sicarios fascistas, el silencioso Pío XII pronunció unos discursos radiofónicos (por ejemplo, los de las Navidades de 1941 y 1942) que después de su muerte le valdrían el homenaje de Golda Meir».
«Lo asombroso es que todo el peso, o casi, del ensordecedor silencio que se hizo en el mundo entero alrededor de la Shoah recaiga sobre uno de los soberanos de aquel tiempo que: a) no tenía ni cañones ni aviones a su disposición; b) según la mayoría de los historiadores, no escatimó esfuerzos para compartir con aquellos que los tenían la información de la que disponía; c) salvó -sí, él-, tanto en Roma como en otros lugares, a un gran número de aquellos de los que se sentía responsable moralmente».
El filósofo cita el caso de Rolf Hochhuth, «autor de la famosa obra El vicario, que abrió, en 1963, la polémica sobre los silencios de Pío XII».
Recuerda que Hochhuth «es también un conocido negacionista, condenado varias veces como tal», y recordó una entrevista suya, publicada en un semanario alemán de extrema derecha, «en la que defendía a David Irving, que niega la existencia de las cámaras de gas».