El Foro de Davos dice querer 'mejorar el mundo'

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¿Qué se os ocurre para mejorar la seguridad del gallinero?, preguntó el zorro a las gallinas. Pues a algo así nos suena la pregunta que ha difundido por Internet el Foro Económico Mundial, conocido como Foro de Davos: ¿Qué podemos hacer para conseguir un mundo mejor en 2008?
Pregunta hecha, al parecer, con la esperanza de que lluevan propuestas para solucionar los problemas de la humanidad. Para animar a los concursantes, el Foro ha añadido que «tu idea puede ser el comienzo de algo grande».

El Foro de Davos surgió en 1971 para «contribuir a resolver los problemas de nuestra época», pero en treinta y siete años ha sido sobre todo una reunión de élites económicas y dirigentes políticos del más alto nivel que nada ha mejorado el mundo. Élites económicas y dirigentes políticos que son responsables, por activa o por pasiva, de buena parte de los problemas.


Se nos ocurren algunas ideas factibles, si los elitistas asistentes habituales al Foro van en serio en lo de arreglar el mundo. Por ejemplo, lo dicho por el financiero George Soros, que no es precisamente un izquierdista, pero que se percata desde hace años de cuan suicida es la vigente versión neoliberal del capitalismo. Ahora que las bolsas se desploman, Soros asegura que no es una crisis, sino un fallo del sistema, algo más gordo. Y lo atribuye a que en la década de los ochenta se eliminaron todos los controles del sistema financiero y los movimientos de capital hacen lo que les da la gana desde entonces. No se reformaron los controles, remacha, simplemente se abandonaron. El famoso «mercado» ha demostrado ser incapaz de encontrar por sí solo, según las más dogmáticas teorías neoliberales, el equilibrio de la economía. Estamos de acuerdo con Soros: ha de volver el control del mundo financiero o estamos perdidos, salvo la minoría que mangonea y se beneficia de ese mundo sin reglas.


La otra idea, que tiene que ver con la primera, es que se supriman los llamados ‘paraísos fiscales’ y se acabe con el «secreto bancario», secreto que las autoridades políticas y económicas que se reúnen en Davos protegen, por cierto. Los paraísos fiscales, blindados tras el secreto bancario, y las ficticias ‘sociedades instrumentales’ que albergan, intervienen no sólo en el cotidiano lavado de dinero de todo el mundo, sino también en operaciones delictivas de ‘ingeniería contable’; por ejemplo, aquellos enormes fraudes de Enron, Parmalat y otros parecidos que arruinaron a millones de empleados y pequeños inversionistas.


Ahondemos en la cuestión. ¿Qué les parece que en las británicas Islas Vírgenes -apenas 22.000 habitantes- haya unas 350.000 sociedades instrumentales, cuya principal actividad sea registrar sociedades mercantiles ficticias para operaciones comerciales y financieras en todo el mundo? Huele mal, ¿no? Con los paraísos fiscales no estamos a salvo en ningún lugar. ¿Y qué les parece que casi la mitad de los ‘paraísos fiscales’ funcionen bajo bandera británica y que los países más ricos de Europa, democráticos, tengan cada uno su paraíso fiscal? Algo huele a podrido y no sólo en Dinamarca, como decía Hamlet.


Mientras haya «paraísos fiscales», «sociedades instrumentales», secreto bancario y demás, el mundo, no sólo la economía, no puede ir bien. No irá bien en tanto el mundo financiero tenga patente de corso -con la inestimable complicidad de los 'paraísos fiscales'-. Por no hablar de la libertad de las organizaciones terroristas para mover el dinero que necesitan, o de los grandes criminales que disfrutan impunes el fruto de sus delitos, y de la seguridad de las fortunas inmensas de la corrupción, intocables con la cooperación de los paraísos fiscales. Por no recordar cómo el sucio resultado de enormes evasiones fiscales, un modo de robar a la mayoría, no corren riesgo alguno en los paraísos fiscales desde donde se blanquean para moverse con total impunidad por el mundo legal.


No se engañen. Ésta no es una cuestión de especialistas en economía, derecho tributario o el ladrillo económico que quieran. Lo de los paraísos fiscales y toda su corte afecta a todos. Si Davos quiere mejorar el mundo, que se deje de concursos e intente cambiar las reglas de juego, empezando con procurar suprimir los «paraísos fiscales».


Xavier Caño, escritor y periodista,
Centro de Colaboraciones Solidarias.