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El gasto militar y la crisis de la UE

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El elevado gasto militar ha desempeñado un papel clave en la crisis económica de Europa y sigue minando los esfuerzos para resolverla.

Resumen ejecutivo

Tras cinco años de crisis económica y financiera en Europa, hay un tema en Bruselas que se insiste en ignorar: el papel del gasto militar entre los factores que han causado y perpetúan la crisis económica. Mientras el gasto en infraestructura social se recorta, el gasto en sistemas armamentísticos apenas se ha visto reducido. Mientras las pensiones y los salarios se recortan, la industria armamentística sigue beneficiándose de nuevos pedidos y de deudas pendientes.

Lo sorprendente en tiempos de austeridad es que el gasto militar de la UE en 2010 ascendiera a 194.000 millones de euros, el equivalente a los déficits anuales combinados de Grecia, Italia y España.

Resulta perverso que las voces de protesta que más se hacen oír en Bruselas sean los cantos de sirena de los lobbies militares, advirtiendo del ‘desastre’ que supondría aplicar más recortes al gasto militar. Este informe prueba que el verdadero desastre se ha debido a los años de alto gasto militar europeo y a los negocios de armas corruptos, dinámica que ha contribuido sustancialmente a la crisis de la deuda en países como Grecia y Portugal, y que continúa siendo una pesada carga en los presupuestos de todos los países en crisis.

El poder del lobby militar-industrial supone también que sea más improbable cualquier recorte efectivo. Esto quizás sea más obvio en el modo en que el Gobierno alemán, mientras exige crecientes sacrificios en recortes sociales, ha presionado entre bambalinas contra los recortes militares por la preocupación del efecto que ello tendría en su propia industria armamentística.

Este informe pone al descubierto cómo:

Los elevados niveles de gasto militar en países que actualmente se encuentran en el epicentro de la crisis del euro jugaron un papel importante como factor causante de sus crisis de deuda.

Grecia ha sido el país europeo que más ha gastado en términos relativos en el ámbito militar en la mayoría de los últimos 40 años, gastando el doble de porcentaje de su PIB en defensa que la media europea. El gasto militar español aumentó un 29 por ciento entre el año 2000 y 2008, debido a grandes compras de armas, y ahora se enfrenta a tremendos problemas para pagar las deudas por sus programas militares innecesarios.

Como dijo un antiguo secretario de Estado de Defensa en el año 2010: “Nunca debimos haber adquirido sistemas que no íbamos a usar, para situaciones de conflicto que no existían y, lo que es peor, con fondos de los que no disponíamos ni entonces ni ahora”. Incluso en el caso de la última víctima de la crisis, Chipre, parte de sus problemas de deuda se deben a un incremento de un 50 por ciento en gasto militar en la pasada década, principalmente a partir de 2007.

Las deudas generadas por la venta de armas fueron han sido a menudo resultado de negocios corruptos entre miembros gubernamentales, pero ahora recaen sobre ciudadanos ordinarios que deben hacer frente a recortes salvajes en servicios sociales. Una serie de investigaciones sobre un contrato de armas firmado por Portugal en 2004 para comprar dos submarinos por mil millones de euros, cerrado por el entonces primer ministro José Manuel Durão Barroso (ahora presidente de la Comisión Europea) han revelado la existencia de más de una docena de contratos de intermediación y consultoría sospechosos, que costaron a Portugal al menos 34 millones de euros.

Las autoridades judiciales están investigando hasta ocho contratos de armas firmados por el Gobierno griego desde los años noventa debido a posibles sobornos y comisiones ilegales a políticos y funcionarios del Estado.

El gasto militar ha disminuido como resultado de la crisis en los países más afectados por ella, pero la mayoría de Estados aún tienen niveles de gasto militar similares o superiores a los de diez años atrás. La lista de los países con mayor gasto militar del mundo revela que el Reino Unido ocupa el cuarto puesto, Francia, el quinto, Alemania, el noveno e Italia, el undécimo. Italia, a pesar de verse aquejada por una deuda de 1,8 billones de euros, destina una mayor cantidad de su PIB a gastos militares que el mínimo registrado, en el año 1995, desde el fin de la Guerra Fría.

 Los recortes en gasto militar, cuando se han aplicado, han repercutido casi siempre en las personas: reducciones de personal y rebajas en las pensiones y salarios, y no en las compras de armas. De hecho, el presupuesto para la compra de armas pasó de 38.800 millones de euros en 2006 a 42.900 millones de euros en 2010 –un incremento superior al 10 por ciento–, mientras que los costes de personal descendieron de 110.000 millones en 2006 a 98.700 millones en 2010, una reducción del 10 por ciento que tuvo lugar en gran medida entre 2008 y 2009.

 Mientras que países como Alemania han insistido en los recortes más severos del presupuesto social de los países en crisis para el pago de la deuda, han hecho mucho menor hincapié en los recortes en gasto militar que podrían poner en peligro la venta de armas. Francia y Alemania presionaron al Gobierno griego para que no redujera su gasto de defensa. Actualmente, Francia está negociando un contrato de arrendamiento con Grecia para dos de las fragatas más caras de Europa; este sorprendente proyecto, dicen, está motivada por “consideraciones de orden político, más que ser una iniciativa de las fuerzas armadas”.

En 2010, el Gobierno holandés concedió licencias de exportación por valor de 53 millones de euros para equipar a la fuerza naval griega. Como señaló un asistente del entonces primer ministro griego, Yorgos Papandréu: “Nadie nos está diciendo ‘compren nuestros buques de guerra o no vamos a rescatarlos’. Pero se desprende claramente que serán más solícitos si lo hacemos”.

El elevado y continuado gasto militar ha generado un auge de los beneficios de las empresas armamentísticas y un impulso aún mayor a la exportación de armas, ignorando toda consideración relativa a derechos humanos. Las cien mayores empresas del sector vendieron armas por valor de 318.000 millones de euros en 2011, un 51 por ciento más en términos reales que en 2002. Anticipando una demanda nacional decreciente, la industria recibe un apoyo político más activo para promocionar la exportación. A principios de 2013, el presidente francés, François Hollande, viajó a los Emiratos Árabes Unidos para promocionar la venta del avión de combate Rafale.

El primer ministro británico, David Cameron, también viajó a los Emiratos Árabes Unidos y a Arabia Saudí en noviembre de 2012 con el objetivo de promover grandes contratos de venta de armas. España está pendiente de lograr un controvertido contrato con Arabia Saudí para vender 250 tanques Leopard 2, en competencia con Alemania, la constructora original del tanque.

 Son muchos los estudios que prueban que la inversión militar es la manera menos eficiente de crear puestos de trabajo, con independencia de los otros costes del gasto militar. Según un estudio de la Universidad de Massachusetts, un gasto de defensa por valor de mil millones de dólares crea los mínimos puestos de trabajo, menos de la mitad de lo que podrían generar como inversión en educación y transporte público. En momentos de gran necesidad de inversión en creación de puestos de trabajo, invertir en un estamento militar excesivo y derrochador no es justificable dado el número de puestos de trabajo que dicha inversión podría generar en áreas como la salud y el transporte público.

A pesar de la clara evidencia de los costes que provoca el elevado gasto militar, los líderes militares siguen fomentando la falsa y absurda idea de que los recortes en defensa de la UE suponen una amenaza para la seguridad de los países miembros. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, “no ha desaprovechando ninguna ocasión para persuadir a los miembros de la alianza de invertir y colaborar más en defensa”. El general Patrick de Rousiers, presidente francés del Comité Militar de la UE, señaló en una audiencia celebrada en el Parlamento Europeo que el futuro de Europa estaba en juego si no se aumentaba el gasto militar. “¿Qué lugar puede ocupar una Europa de 500 millones de habitantes si no tiene una capacidad militar creíble que garantice su seguridad?”, se preguntó retóricamente”.

Creemos, por el contrario, que en un momento en que el programa de austeridad permanente de la Comisión Europea se enfrenta a retos crecientes, hay un ámbito en la que Europa podría hacer mucho más para aplicar la austeridad. Este ámbito es el del gasto militar y la industria armamentística. La abolición de las armas nucleares en posesión de Francia y el Reino Unido permitiría ahorrar varios miles de millones de euros al año y, a la vez, cumplir con el compromiso adquirido por estos países en el tratado de no proliferación de armas nucleares y, así, eliminarlas definitivamente.

La reducción del gasto militar de todos los Estados miembros a los niveles existentes en Irlanda (0,6 por ciento del PIB) permitiría ahorrar muchos más miles de millones. La cancelación de las turbias deudas generadas por acuerdos de armas alcanzados con sobornos sería un gran primer paso en la exigencia de responsabilidades a aquellos que ayudaron a causar la crisis. Tales medidas también demostrarían que, en tiempos de crisis, Europa está preparada para invertir en el futuro deseado por sus ciudadanos y no por quienes promueven la guerra.

Del Informe: Armas, deuda y corrupción