El grano de la discordia

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(…) conflicto que enfrenta desde hace un año al Gobierno de Etiopía con el gigante de café mundial Starbucks.

Si una franquicia estadounidense vendiera Riojas sin pagar por los derechos de la patente, el Estado y las empresas vinícolas lanzarían protestas furibundas ante las más altas instancias y los amantes del vino lanzarían sus venencias contra quienes sirven la bebida en vasos de papel.


Algo de lo primero hay en el conflicto que enfrenta desde hace un año al Gobierno de Etiopía con el gigante de café mundial Starbucks. Según la ONG Intermón Oxfam, la compañía estadounidense se opone a que los etíopes registren las marcas de tres de sus cafés más famosos con denominación de origen, tres tipos de grano de alta calidad llamados Sidamo, Harar y Yirgachette. El plan del Gobierno etíope no es otro que intentar salir del pozo de la pobreza captando más ingresos mediante el control de su producto en el mercado y permitir al millón de agricultores que viven del café acceder a una mayor parte de los beneficios que generan sus productos. Según el Gobierno, la industria del café de Etiopía, de la que dependen 15 millones de hogares, podría ganar alrededor de 88 millones de dólares (unos 64 millones de euros) extra cada año.


Pero a los ejecutivos de Starbucks, según denuncia Intermón, no les gusta esa idea y han movido sus hilos en la Asociación Nacional del Café de Estados Unidos para impedir que Etiopía lograse obtener la patente. La razón de la multinacional es muy simple: que esas marcas ya las han registrado ellos, aunque no como denominación de origen, sino como productos obtenidos a través de mezclar distintos granos. A eso, dijeron ayer a EL PAÍS, no tienen por qué renunciar.


 


Al límite de la subsistencia


En cualquier Starbucks del planeta, por 1,90 euros, uno puede tomarse un delicioso café Sidamo, descrito en los folletos de la multinacional como un grano de «aroma fugaz y floral, y con un final brillante que no deja de ser suave». Según Intermon, Starbucks obtiene este café pagando directamente a los agricultores cantidades de dinero que no pueden rechazar por su situación de pobreza. «Los establecimientos comerciales pueden vender los cafés por unos 26 dólares la libra debido al estatus especial de estos granos, explica el responsable de la Unión de Cooperativas de Agricultores de Café en Etiopía, Tedesse Meskela. «Sin embargo, los productores sólo ganan entre 0,60 y 1,10 dólares por su cosecha, apenas lo suficiente para cubrir el costo de producción. Creo que la mayoría de gente vería esto como una injusticia», opina.


El Gobierno etíope entregó a Starbucks un acuerdo para ser firmado el pasado septiembre, en el que se reconocía el derecho del país a los nombres de Sidamo, Harar y Yirgacheffe y se señalaba que los beneficios adicionales serían destinados a los pequeños productores de café, que en la actualidad viven al límite de la subsistencia. Sin embargo, según subraya Intermon, Starbucks no ha respondido.


Ayer sí lo hizo. La multinacional negó que se opusiera a los intentos de Etiopía por dar una denominación de origen para sus cafés ni que hubiese maniobrado para impedirlo. En un comunicado, la compañía señaló que gracias a su actividad, Etiopía había aumentado las ventas de su café en un 400% desde 2002.