“En nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, que vino a traernos la verdadera paz, lanzamos un grito desde nuestros corazones de Pastores a nuestros hermanos y hermanas haitianos, aquí y en otros lugares, y a la comunidad internacional, sobre la extrema gravedad de la situación”: Este es el llamamiento de los obispos de Haití en su mensaje de Navidad, que se abre con una cita del profeta Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que habitaban en tierra de tinieblas brilló una luz» (Is 9,1). “Esta profecía – explican – dirigida al pueblo de Israel en el exilio y la desesperación, encuentra eco en la situación cotidiana de Haití. Como pueblo, vivimos en un éxodo permanente en busca de una vida mejor, dentro y fuera del país”.
Puerto Príncipe (Agencia Fides) –
Los obispos hacen un llamamiento a los grupos ilegítimamente armados y a quienes los financian, para que “detengan la locura asesina del odio, del desprecio por la vida” y “¡silencien sus armas!”. Citando al Papa Francisco, invocan: “En lugar de la guerra fratricida, debemos invertir en la paz y el amor, en la reorganización de nuestras infraestructuras, sistemas sanitarios y educativos, así como en el cambio de nuestras mentalidades”. Observan que es hora de reconstruir las instituciones, en especial la Justicia, “para frenar la cultura de la impunidad que es la causa lógica de la perpetuación de la corrupción y la violencia en el país” para garantizar, con espíritu de pertenencia a esta tierra haitiana, un futuro mejor.
Uniéndose a otros sectores de la sociedad, los obispos creen que es “necesario y urgente” un apoyo efectivo a la Policía Nacional en materia de equipamiento, logística y acondicionamiento de combate así como revisión de sueldos y personal “para contribuir a combatir el flagelo de la delincuencia y generar un clima propicio para la normalización de la vida en el país”. El establecimiento de un clima de seguridad en el país sigue siendo una de las condiciones necesarias para la reanudación de las actividades económicas culturales y sociales y la organización de elecciones democráticas y transparentes.
El mensaje de los obispos de Haití toca otro aspecto doloroso: la emigración de tantas personas que, obligados por las condiciones insoportables del país se ven empujados a refugiarse “a toda prisa y por todos los medios”, en territorios donde no siempre son bienvenidos. En particular, en la vecina República Dominicana, “son objeto de un trato indescriptible, que pisotea los principios e imperativos de los derechos humanos, el derecho internacional humanitario, el derecho de los refugiados y, en especial, el Protocolo de 1999”. En este sentido la Conferencia de Obispos Católicos de Haití informa que está en conversaciones con la Conferencia de Obispos Dominicanos sobre este tema migratorio e invita a las autoridades del Estado a “rectificar la situación y mejorar las condiciones de existencia y bienestar del pueblo haitiano a fin de alentarlo a quedarse en casa”. Además, piden un gesto de apaciguamiento para liberar tensiones en las relaciones migratorias entre los dos países destinados a compartir indefinidamente fronteras comunes y vivir juntos.
“El tiempo de Navidad nos invita a poner en práctica los valores de respeto mutuo, justicia, armonía, fraternidad y solidaridad sobre los que construir y fundar este nuevo Haití tan deseado por todos”, concluyen los Obispos, con la esperanza de que “la luz de la Verdad brille sobre Haití y en nuestros corazones para que podamos encontrar la esperanza y vivir una Feliz Navidad 2022 y un Próspero Año Nuevo 2023 en la justicia y la paz, el amor y el respeto a la vida”.
El país caribeño lleva años en dificultades, asolado por una crisis polifacética que ha desembocado en un caos institucional, económico y social. A pesar de los llamamientos de los obispos y del Papa a los políticos locales y a la comunidad internacional, la situación también ha empeorado como consecuencia de las catástrofes naturales (véase Fides 28/10/2021; 11/12/2021).
Al describir la catástrofe humanitaria en curso, el padre Antonio Menegon, misionero camilo en Haití, señala que “una violencia sin precedentes ha invadido el país, generando inseguridad, miedo, hambruna, hambre y desesperación, la emergencia del cólera también ha regresado, cobrándose la vida principalmente de los niños” (véase Fides 2/12/2022).
Otras víctimas de la violencia de las bandas armadas que gobiernan seguros de mantener su impunidad, son los misioneros, secuestrados o asesinados para robarles. La última ha sido la misionera italiana Sor Luisa Dell’Orto, Hermanita del Evangelio de Charles de Foucauld, asesinada el 25 de junio en Puerto Príncipe. Allí vivía desde hacía 20 años, dedicada sobre todo a los niños de la calle, en un suburbio muy pobre de la capital, a los que acogía y cuidaba ofreciéndoles un lugar seguro (véase Fides 26/6/2022).