El juego on line crece a la sombra del deporte

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En los últimos seis años en España el juego online se ha multiplicado por cuatro, alcanzando los 9.000 millones de euros jugados cada año por los españoles en internet, sin incluir la lotería que puede jugarse en línea.

El fenómeno del juego online no deja de crecer año tras año. Su escasa regulación en muchos países y las enormes inversiones de las empresas en publicidad han ampliado enormemente su público, con los problemas de ludopatía que ello conlleva. Además, sus estrategias han sido replicadas en otros sectores, como el de los videojuegos o las redes sociales, con un gran impacto sobre la población.

Si eres aficionado al deporte —también basta con no vivir aislado del mundo—, probablemente esto te sonará: Cristiano Ronaldo, Neymar, Rafa Nadal, Usain Bolt o cualquier otra gran estrella del deporte jugando tranquilamente al póker, a la ruleta o apostando sobre un partido. Incluso conocidos actores han acabado en estos momentos publicitarios incitando al consumidor a jugarse algo de dinero en el próximo partido de su equipo. La explosión del juego online es un fenómeno reciente, de apenas unos años, pero que avanza de forma imparable. Tal es así que ya hasta ha rebasado las propias barreras de los casinos virtuales o las apuestas deportivas para llegar al mundo de los videojuegos, las aplicaciones móviles y las redes sociales.

Entre gente humilde era una forma de matar el rato y a la vez darle un poco de emoción a sus vidas; entre la alta sociedad era una excusa para jugar con algo que le sobraba a raudales y aprovechar la ocasión para fortalecer otros activos de mayor valor, como las relaciones sociales y políticas —esa era la idea de los primeros casinos—. No obstante, viendo las cantidades de dinero que el juego movía y los disturbios y problemas que generaba —según quién jugase—, el Estado decidió aprovechar la ola: así se comenzaron a crear las primeras loterías nacionales a partir de finales del siglo XVIII, gracias a las que el Estado obtenía recursos y, a la vez, podía repartir premios sustanciosos de una forma justa.

Sin embargo, en un intento por controlar buena parte de la tarta de las apuestas, los países legislaron con severidad el juego amparándose en una mezcla entre cuestión de salud pública, orden público e incluso moral y lo relegaron en algunos casos a determinadas áreas —como Macao, el único lugar de China donde es legal— o territorios con autonomía legislativa, en los que decidieron incentivar la economía local a través de casinos y otras formas de apuesta —como en Las Vegas, Atlantic City o los casinos indios de Estados Unidos—.

En España

Más del 55% del dinero invertido por los españoles en juegos online va destinado a las casas de apuestas, mientras que los casinos copan en torno al 30%. El resto se dirige a otras actividades como el póquer. La famosa y polémica Ley del Juego, puesta en marcha en 2012 y que podría ser modificada durante este 2018, pretendía recaudar entre 80 y 120 millones de euros anuales en matería de impuestos. Pero las expectativas iniciales fueron demasiado elevadas. En 2015 se recaudaron poco más de 50 millones. Muchos apostantes que han logrado obtener un alto rendimiento económico han decidido mudarse a otros países como Gran Bretaña, donde la legislación es más benévola.

Crecen los adictos

El perfil de los adictos a los juegos de azar no responde a ningún patrón. Afecta a todo tipo de personas sin importar la clase social, el nivel educativo, el estado civil o la edad. Sin embargo, las cifras de afectados por este trastorno han aumentado desde que en el año 2011 se legalizó el juego online. Sobre todo entre los más jóvenes y los que poseen mayor formación, según nos cuenta Rosana Santolaria, psicóloga de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR).