Se trata de aparentar progresismo ya que no son de izquierda y hace tiempo que han traicionado la defensa de los empobrecidos y la lucha por la justicia.
En los últimos meses estamos viendo, en diferentes sectores de la sociedad, un anticlericalismo rancio y trasnochado y un ataque a la Iglesia desde diferentes ámbitos (tanto a la moral cristiana como a la propia institución), faltando a la verdad al ocultar el peso cultural que el cristianismo (y más concretamente el catolicismo) ha tenido y tiene en Occidente. Los grandes valores morales de amor al ideal, esfuerzo, sacrificio, entrega y generosidad, que inspiraron los movimientos de liberación de empobrecidos (como el movimiento obrero en Europa) tienen su base en la moral y la religiosidad cristianas. Lo mismo podemos decir de los derechos universales o derechos humanos, el desarrollo de la democracia y un largo etcétera. Esto no interesa al poder establecido, temeroso de la fuerza revolucionaria y transformadora del Evangelio, de manera que se ha esforzado para desacreditar públicamente y dividir a la Iglesia, siguiendo aquellos dichos populares del «miente que algo queda» o «divide y vencerás». Desde aquí se entiende la ofensiva del señor Zapatero en temas como el aborto, la eutanasia, la clase de religión y la complicidad desde dentro de la propia Iglesia de grupos proabortistas o contra la Jerarquía. Se trata de aparentar progresismo ya que no son de izquierda y hace tiempo que han traicionado la defensa de los empobrecidos y la lucha por la justicia.