EL MILAGRO de los DIMINUTOS

2342

María nació con 640 gramos, el pasado fin de semana bajó a 495 y en la tarde de ayer pesaba 550 gramos. Los límites de la medicina asturiana en materia de prematuridad se expresan en una cifra: 490. Son los gramos que pesó el ser más diminuto que hasta el momento ha logrado sacar adelante el servicio de neonatología del Hospital Central de Asturias. Es una niña que nació a las 24 semanas de gestación. Hoy tiene seis años, talla y peso normales, y goza de un perfecto estado de salud. . Recordemos que el pasado 28 de diciembre de 2004 fue asesinado en el pueblo cercano de Avilés , un niño de siete meses en el vientre de su madre. Las excusas: la madre es una joven de 27 años deficiente


El servicio de neonatología del Hospital Central de Asturias atiende cada año a más de 50 recién nacidos con menos de 1.500 gramos

Oviedo, Pablo ÁLVAREZ
La Nueva España
02-02-2005

María engordó en dos días más del diez por ciento de su peso. Como si un señor de 80 kilos se plantara en 90 pasado mañana. Pero María no es un señor de 80 kilos, sino un milagro. Un milagro metido en una incubadora. Un feto con gorrito de lana. Un vivir sin vivir para sus padres. Un desafío para la medicina.

María tiene poco más de diez días de vida. Nació el 22 de enero en el Hospital Central de Asturias. Llegó al mundo tras 24 semanas y dos días de gestación. Pesó 640 gramos. Luego adelgazó y, el pasado fin de semana, se vio reducida a 495. Ayer por la tarde había alcanzado los 550 gramos. Todo un éxito.

Si las cosas no se complican, María deberá vivir en una incubadora los próximos tres meses y pico. El mismo tiempo que, en teoría, debería haber permanecido en el útero de su madre. De hecho, está introducida en una cunita de agua caliente y tamaño insignificante que reproduce las condiciones uterinas. En el momento actual, los médicos son optimistas sobre su evolución futura.

«Sacar adelante a estos pequeños produce una satisfacción enorme; al final, nos convertimos casi en amigos de la familia», explica Belén Fernández Colomer, una de las especialistas del servicio de neonatología del Central. Y es que son muchas las incertidumbres a las que -a menudo durante varios meses- padres y médicos deben hacer frente de forma conjunta. Sobre estos microscópicos seres se ciernen abundantes y peligrosas amenazas. «Yo a estas madres las llamo «madres coraje», porque lo que tienen que pasar aquí es durísimo. En el primer mes los altibajos son continuos», señala Colomer.

María es un caso poco frecuente, pero no excepcional. El área de neonatos tiene sus 24 incubadoras ocupadas por cuerpos diminutos. Ayer mismo, tres de ellos estaban por debajo de 800 gramos. «Las fecundaciones in vitro nos han llenado el servicio», indica Belén Fernández Colomer, quien agrega que en torno a un 40 por ciento de los recién nacidos que no llegan a los 1.500 gramos -límite de la prematuridad- son el resultado de un embarazo múltiple, derivado a menudo de una fertilización asistida.

El lleno total es el estado habitual del servicio de neonatología del Hospital Central. Y es que, según la doctora Colomer, «las fecundaciones artificiales y las nuevas pautas de maternidad han disparado la cifra de prematuros». Y la necesidad de milagros.

EL RÉCORD DE LA REGIÓN, UNA NIÑA QUE AL NACER PESÓ 490 GRAMOS

Los límites de la medicina asturiana en materia de prematuridad se expresan en una cifra: 490. Son los gramos que pesó el ser más diminuto que hasta el momento ha logrado sacar adelante el servicio de neonatología del Hospital Central de Asturias. Es una niña que nació a las 24 semanas de gestación. Hoy tiene seis años, talla y peso normales, y goza de un perfecto estado de salud.

Pero no todo son alegrías. En el año 2003, por ejemplo, la unidad de neonatos atendió a dos bebés de menos de 500 gramos. Ninguno de los dos sobrevivió.

Para los que van bien, el seguimiento médico se prolonga hasta que cumplen siete años. «Algunas alteraciones no se detectan hasta que los niños comienzan a ir al colegio», señala la especialista Belén Fernández Colomer.

Se habla de prematuridad, o de bebés de «muy bajo peso», cuando el recién nacido no llega a los 1.500 gramos. Cuatro de cada diez fueron alumbrados en compañía de otro (u otros). El año pasado en el servicio fueron asistidos tres o cuatro casos de trillizos. En uno de ellos falleció uno de los componentes del trío.

Problemas respiratorios, infecciones, dolencias cardiacas y alteraciones neurológicas son algunos de los problemas que más frecuentemente afectan a los diminutos huéspedes del área de neonatos. Por eso «necesitan estar monitorizados», indica la doctora Colomer, quien añade que, como consecuencia, este tipo de asistencia «es la más costosa en términos económicos de cuantas se presta en un hospital». Además, es frecuente que las estancias se prolonguen durante meses.

Avances de supervivencia

Antaño los bebés de tan reducidas dimensiones no sobrevivían. Hoy, «el 60 por ciento de los que nacen con menos de un kilo salen adelante», afirma la especialista del Hospital Central, quien precisa que ésta es otra de las razones por las que se ha incrementado la ocupación de las unidades de neonatos.

Un año promedio se salda en el servicio de neonatología del Central con unos veinte recién nacidos de menos de un kilo y más de medio centenar por debajo del kilo y medio. Así las cosas, se comprende que entre los profesionales de la neonatología predomine un sentimiento de «horror» ante un caso como el de la mujer avilesina, deficiente mental, a la que se practicó un aborto a los seis o siete meses de gestación.