´Desde que hace dos años y medio Lula llegó al Gobierno no ha habido muchos avances en torno a la reforma agraria. En estos momentos, en Brasil viven entre cuatro y cinco millones de personas sin tierra; el presidente prometió que durante su mandato unas 430.000 familias serían asentadas, pero de momento sólo 60.000 se han beneficiado de esta iniciativa.´
«Desde que hace dos años y medio Lula llegó al Gobierno no ha habido muchos avances en torno a la reforma agraria. En estos momentos, en Brasil viven entre cuatro y cinco millones de personas sin tierra; el presidente prometió que durante su mandato unas 430.000 familias serían asentadas, pero de momento sólo 60.000 se han beneficiado de esta iniciativa.»
Quien habla es Marcelo Durao, miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil. Desde hace años, esta organización, que en la actualidad aglutina a unas 200.000 familias, exige un reparto de la tierra más equitativo y que beneficie a las personas más pobres del país. La llegada a la presidencia de Luiz Inácio da Silva aumentó sus esperanzas para llevar a cabo una reforma agraria profunda que acabara con el monopolio de la tierra, pero de momento las promesas de Lula no se han hecho realidad.
Por este motivo, más 10.000 personas entre mujeres, hombres y niños comenzaron el pasado 29 de abril una marcha de 300 kilómetros que los llevaría de la región de Goiània a Brasilia. «La principal demanda es que las familias que ahora están acampadas en campos y carreteras se asienten y que acabe la violencia hacia campesinos», explica Marcelo Durao a Canal Solidario-OneWorld.
Sólo en los últimos tres meses, 20 campesinos han sido asesinados por reclamar su derecho a la tierra en Brasil. La escasa movilización de las autoridades, sin embargo, ha aumentado el clima de «impunidad» porque «no juzgan ni condenan» a los culpables. Gran parte de esta violencia, advierte Marcelo Durao, procede de la burguesía del campo que cuenta con grandes plantaciones y se dedica a la exportación.
De hecho, esta nueva burguesía, junto a la burguesía tradicional y propietaria de latifundios, es quien más presiona al Gobierno para evitar la reforma agraria. Como explican desde el Movimiento de los Sin Tierra, «la política económica que el Gobierno de Lula está adoptando no prioriza la producción interna de alimentos, sino la exportación. El objetivo es generar divisas y superávit; obtener dinero con el que pagar la deuda externa».
Según Marcelo Durao, a pesar de las buenas intenciones el Gobierno de Lula da Silva lleva a cabo «una política conservadora». La principal causa es la presión que recibe por parte de grupos como la burguesía del campo, pero también juegan un papel importante organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. «Este tipo de políticas quizás hace crecer la economía, pero significa la concentración de la riqueza en unos cuantos y hace más pobres a los pobres.»
Mientras tanto, prosigue el portavoz del MST, cientos de miles de familias sin tierra viven «en condiciones muy precarias, con problemas para alimentarse y acceder a servicios básicos, como la educación». De ahí las peticiones de este movimiento y la gran marcha que iniciarán este domingo en la que, sobre todo, exigirán «una reforma agraria integral, que incluya la cuestión de la tierra, políticas para incentivar la producción, asistencia técnica, el fomento de las comunidades locales y del campo y otros aspectos como el acceso a la educación».
Fecha Publicación: 19/05/2005
Agencia AIS
Silvia Torralba
Periodista de Canal Solidario-OneWorld