No necesitan pateras y no van a tener problemas para encontrar trabajo: aunque tengan la piel negra, estos inmigrantes llevan incorporada una bata blanca y Occidente necesita médicos.
El mundo pobre se queda sin médicos (extracto).
JUAN CUADROS, El País.
No necesitan pateras y no van a tener problemas para encontrar trabajo: aunque tengan la piel negra, estos inmigrantes llevan incorporada una bata blanca y Occidente necesita médicos. Cuando dejan sus países, no sólo se llevan el ingente esfuerzo que ha costado su formación, sino que dejan sin esperanza de progreso a los que se quedan. Pero ellos también tienen derecho a realizar su sueño. Así se está consumando una nueva forma de expolio: los países ricos se están llevando los pocos médicos que tienen los pobres.
En 2016 se calcula que faltarán en España 25.000 médicos. Si este año se han matriculado en las facultades 4.700 y un médico tarda en formarse entre 10 y 12 años, ¿de dóndre saldrán? Ya ahora, un porcentaje elevado de los médicos que se colegian en España son ya extranjeros. En Barcelona, el 30%. Y lo mismo ocurre en otros países. En el Reino Unido, por ejemplo, dos tercios de los 15.000 médicos que se colegiaron en 2003 eran extranjeros y uno de cada tres facultativos que trabajan en los hospitales se ha formado fuera del país. La crisis de las profesiones sanitarias está golpeando especialmente a los países pobres, donde la demanda de los países ricos está induciendo el éxodo de los pocos profesionales que tienen.
El problema adquiere dimensiones catastróficas en el continente africano, donde la falta de recursos materiales y humanos es dramática.
Si comparamos la proporción de médicos y enfermeras en España (330 y 760 por 100.000 habitantes) con los de Malawi (2 y 59) y su gasto per cápita en salud (1.513 euros frente a 41), se entiende que en muchos países africanos la población no tenga acceso a ninguna asistencia sanitaria y que la poca que existe esté en manos de organizaciones sanitarias internacionales no gubernamentales.
Por si fuera poco, la crisis humanitaria provocada por el colapso de los sistemas sanitarios en África debido a la inestabilidad política y económica y a las epidemias de sida, malaria y tuberculosis, entre otras, ha provocado una demanda astronómica de personal sanitario.
Cuatro millones sólo en África
En el Informe sobre la Salud en el Mundo de 2006 se abordó la crisis mundial que afecta al personal sanitario.
Este informe revela que en toda África tan sólo 750.000 profesionales sanitarios deben atender a una población de 682 millones de habitantes. Esta proporción es de 10 a 15 veces superior en los 30 países más ricos del mundo, los miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), donde el envejecimiento dela población aumenta la presión que soporta el personal de salud.
La OMS calcula que sólo para cubrir las necesidades de África se necesitarían más de cuatro millones de médicos, enfermeros, matronas y agentes de salud pública. Según el doctor Tim Evans, subdirector general de Pruebas Científicas e Información para las Políticas de la OMS, la crisis de personal sanitario afecta al mundo entero y es fácil encontrar clínicas sin profesionales sanitarios y hospitales que no pueden contratar ni retener a personal básico. Hay una gravísima carencia de personal bien formado debido a los abandonos de la profesión, las jubilaciones anticipadas y las migraciones nacionales e internacionales.
La marcha de profesionales supone un coste elevado para el país que los forma por la inversión económica realizada en la educación y la pérdida de capital humano. Además, los programas educativos de muchas facultades de los países de renta baja toman como ejemplo los programas de los países desarrollados, que muchas veces no se ajustan a los patrones locales de enfermedad ni a la escasa tecnología disponible.
En consecuencia, muchos graduados jóvenes terminan los estudios con una formación inadecuada para alcanzar los objetivos sanitarios prioritarios en sus países que ha fijado la OMS, el Fondo Global y el Banco Mundial, y prefieren emigrar a países ricos que les ofrecen buenos sueldos y una medicina con alta tecnología. Además, las escasas posibilidades de promoción y especialización, la sobrecarga de trabajo por la pésima situación sanitaria y la inseguridad, especialmente en Sudáfrica y en los países con conflictos armados, son motivos adicionales para la fuga de cerebros.
Reclutando especialistas
Algunos sistemas sanitarios, como el Servicio de Salud Nacional del Reino Unido (NHS son sus siglas en inglés), llevan años reclutando especialistas en el extranjero para cubrir sus necesidades ofreciendo salarios europeos y bonos de hasta 66.000 euros como ayuda para la relocalización familiar. En el material promocional de estas ofertas se ha llegado a incluir una carta del primer ministro británico en la que invita a médicos indios a aprovechar el “dinámico programa de expansión del NHS”. El resultado final es que el coste de la formación (371.000 euros por médico en algunos países) es asumido por países de escasos recursos y el Reino Unido cosecha los beneficios.
En Suráfrica, el alarmante ritmo de emigración de médicos y enfermeras provocó una queja oficial de Nelson Mandela al Gobierno británico, que propició la aplicación de un código ético de contratación común para los países de la Commonwealth por el que sólo se admitiría personal sanitario previo acuerdo con la mayoría de los gobiernos. Sin embargo, en el año 2005, seis después de la entrada en vigor de este acuerdo, ya había unos 7.000 médicos surafricanos registrados en el Colegio de Médicos del Reino Unido, una cifra equivalente a la mitad de todos los médicos que trabajan en los hospitales públicos de Suráfrica.
La existencia de más de 250 agencias privadas de contratación de personal sanitario en el Reino Unido hace suponer que estos acuerdos seguirán siendo papel mojado en los próximos años.
En Ghana la situación es aún peor, con apenas 1.500 médicos para una población de 20 millones. Dos de cada tres médicos jóvenes abandonan el país en los tres años siguientes a su graduación.
En un estudio publicado en la revista médica New England Journal of Medicine, Fitzhugh Mullan, un profesor de Medicina y Salud Pública de la Universidad de George Washington, investigó las bases de datos de cuatro países ricos para averiguar de dónde procedían sus médicos. Los datos obtenidos reflejaron una realidad evidente desde hace años: en EEUU, el Reino Unido, Canadá y Australia, donde al menos uno de cada cuatro médicos es extranjero, entre el 40% y el 75 % de los médicos foráneos proceden de países de renta baja, como India, Filipinas y Pakistán. Hasta un tercio de los médicos de algunos países africanos, como Uganda, Etiopía, Suráfrica y Ghana, emigran a trabajar a los países desarrollados.
Nueve de los 20 países con mayor índice de emigración médica se encuentran en el África subsahariana y el Caribe. Por otra parte, se cree que hay más de 30.000 médicos nigerianos trabajando en EE UU, Arabia Saudí, los Estados del Golfo, Europa y Australia. Según Randall Tobias, el coordinador global para el sida del Gobierno de EE UU, sólo en la ciudad de Chicago trabajan más médicos formados en Etiopía que en toda Etiopía.
La pérdida de profesionales de la salud afecta también a enfermeras, farmacéuticos y personal de los servicios sociales. Sólo en EE UU se calcula que faltarán 800.000 enfermeras en el año 2020 y una enfermera africana puede ganar un salario 20 veces superiores en muchos países europeos.