Hay un patrón que se repite cada vez que se produce una matanza con armas de fuego en Estados Unidos: las ventas de estos productos experimentan picos de aumento. Y este fenómeno también los registran, en consecuencia, las acciones de las empresas que las fabrican
Ocurrió después de la masacre de San Bernardino, en la que un matrimonio musulmán radicalizado mató a 14 personas en 2015. Ocurrió después del ataque a la discoteca gay Pulse, en Orlando, que el año pasado terminó con la vida de 49 personas. Y ha vuelto a ocurrir después del tiroteo de Las Vegas, en el que un pistolero disparó de forma indiscriminada a los asistentes de un concierto al aire libre de música country desde un hotel y asesinó a 59 personas. Este último suceso se ha convertido ya en el peor tiroteo masivo en la historia reciente del país.
Hay más de 300 millones de armas en un país de 325 millones de personas
Y, sin embargo, las ventas continúan. ¿Por qué? Para entenderlo, hay que mirar primero a la cultura estadounidense y su relación con las armas, muy imbricadas en lo cotidiano. Un ejemplo: “El número de pistolas de propiedad privada en los Estados Unidos está en su máximo histórico, más de 300 millones, y ahora aumenta en unos 10 millones al año”. Lo dijo, en el año 2013, el Instituto para la Acción Legislativa de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), el lobby de las armas en Estados Unidos. Es decir, hay más de 300 millones de armas en un país de 325 millones de personas. Teniendo en cuenta que, según la NRA, la cifra crecía unos 10 millones cada doce meses, no es descabellado pensar que ya haya más armas que personas. De hecho, una estimación del diario The Washington Post de 2015 calculaba que el adelanto ya se había producido.
La relación de cercanía que tienen los estadounidenses con las pistolas hace que les tengan menos miedo que, por ejemplo, los europeos. Es decir, ya hay una primera barrera que está superada y que infla las ventas de armas. En el caso de los días posteriores a una masacre ocurren, además, dos cosas, según el diario estadounidense The Atlantic. En primer lugar, es entones cuando a los estadounidenses les entra el miedo a un posible ataque y sienten la necesidad de estar protegidos. ¿Su solución? Comprar más armas. En segundo lugar, muchos temen también que una gran matanza lleve a las autoridades a restringir o incluso prohibir definitivamente el uso de armas. Estos factores hacen que las ventas se disparen y que las acciones de las empresas manufactureras aumenten después de un tiroteo masivo.
Artículo Original: The Objetive