El derecho a la vida de todo ser humano es patrimonio común de la razón humana. Tras la primera ley del aborto (1985) ha habido un millón ochocientos mil abortos en España.
En el anteproyecto de ley actual del Gobierno del Partido Popular, en las modificaciones legales que propone se elimina el aborto libre de “derecho” (el establecido por el PSOE en la ley del 2010) pero se consolida el aborto libre de “hecho”. Regresando al supuesto del aborto por el riesgo físico/psicológico para la salud de la madre hasta la semana 22 y que ha sido el aborto libre de «hecho” por el coladero que ha supuesto ese aborto por “riesgo psicológico” y que representaba el 98% de los abortos.
La ley de “plazos” es insostenible desde el punto de vista científico, pero la ley que se ha presentado, sobre “supuestos”, es infinitamente peor, pues CALIFICA a seres humanos como “asesinables”. Nunca se puede pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Afirmamos la convicción de que la vida del ser humano es siempre inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno.
Rechazamos la valoración de este Anteproyecto como supuesto “mal menor”, desde el punto de vista ético nunca puede ser lícito proponer un mal, y es erróneo juzgar la moralidad de los actos considerando sólo la intención o las circunstancias.
Con este anteproyecto se consolida el aborto como algo estructural de nuestra cultura. Este «aborto legitimado» como mal menor incluso desde amplios sectores cristianos y responsables eclesiales que se han entregado al poder del PP, es una vergüenza. La táctica del mal menor predica la sumisión y la tolerancia al tirano y a la injusticia.
La cuestión del aborto no es un tema de “sentimientos” como ha planteado nuestro Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ni es un tema que pueda plantearse en la clave de los “derechos de la mujer” como ha legislado la falsa izquierda del PSOE y como vocean desde Izquierda Unida hasta miembros del Partido Popular. Es un drama que hay que situar en el marco de una cultura contra la vida y contra la solidaridad. Hoy, más que nunca, capitalismo y aborto van de la mano en su concepción individualista-burguesa del derecho a decidir.
«No entendemos» la despenalización del aborto si quien lo lleva a cabo es la madre. La responsabilidad y la culpa son componentes intrínsecos de la libertad humana y por tanto de la dignidad de la persona. Quitar a un ser humano su responsabilidad es quitarle su dignidad. Es un gravísimo atentado contra las mujeres.
Ante el drama del aborto debemos manifestar que el niño en el vientre de su madre es un ser humano, una persona; que no hay en nuestros días una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido. Es el derecho de propiedad más absoluto concebible, más allá del derecho del amo sobre el esclavo. Y es una vergüenza para la izquierda que levante la bandera de ese pretendido derecho. La izquierda debe hacer que el vientre de la madre sea el lugar que la naturaleza ha hecho que sea: el lugar más protegido.
Una sociedad que legitima, explícita o implícitamente, el aborto es una sociedad totalitaria, que afirma el poder absoluto de unos seres humanos sobre otros hasta el punto de llegar a autoproclamarse dueños de la vida. Es la confirmación de la imposición de los poderosos sobre los débiles en todos los planos: empobrecidos, no nacidos, parados, discapacitados, enfermos, viejos, etc. El actual sistema nos convierte en cómplices con la aceptación, justificación o comprensión del crimen del aborto.
Editorial de la revista Autogestión