José Sánchez del Río, que con solo 14 años se unió a los cristeros y fue martirizado en su pueblo natal, Sahuayo, por los partidarios del Gobierno anticristiano. «Muero contento porque muero en la raya al lado de nuestro Dios», escribió a su madre. El 10 de febrero de 1928, le desollaron las plantas de los pies y le obligaron a caminar descalzo hasta el cementerio. El martirio le valió la beatificación en 2005, pero la historia no acaba ahí.
El mártir más famoso de México
Al día siguiente de su muerte, la gente venció el miedo para ir al cementerio y recoger restos de su sangre, cuenta Luis Laureán en El niño testigo de Cristo Rey. «No hay mártir más famoso en México», asegura el padre Fidel González, que es relator de esta Causa. «En Sahuayo, su sangre ha sido un semillero de una fuerza increíble. Reafirmó la fe de la gente, y surgieron muchas vocaciones. Es como si todo el mundo hubiera conocido a Joselito, porque su historia se ha transmitido de padres a hijos».
Como buenos sahuayenses, también conocían a Joselito los padres de la niña curada por su intercesión siendo bebé, Ximena Magallón. Desde Aguascalientes, le pidieron al sacerdote de su pueblo que le rezara por la pequeña, que sufría graves problemas pulmonares y cerebrales. «Llegó a estar en muerte cerebral –asegura González–. Y justo cuando el sacerdote estaba celebrando Misa con los niños en Sahuayo por esa intención, la niña se despertó».
Con la aprobación de este milagro en vísperas del viaje del Papa a México, se abre la puerta a una pronta canonización. «Espero que su ejemplo haga mella en muchos jóvenes. José tenía claro lo que significaba la vida para él, y manifestó su fe con una heroicidad extrema y con una madurez que humanamente superaba su edad».
Autor: María Martínez y Cristina Sánchez ( * Extracto)