¿Qué ocurriría si en unas elecciones municipales el 83% del electorado de la capital de un país opta por votar en blanco? Este es el punto de partida de una novela que traza una devastadora crítica contra el sistema, sus gobernantes y los medios de comunicación, vistos como agentes de manipulación. «No se discute la democracia como si fuera una virgen intocable. Pero hay que tocarla, hay que sacudirla», aseveró. Y remata: «Los Gobiernos se han convertido en comisarios políticos del poder económico».
Fuente: El Mundo,EUROPA PRESS
Por Begoña Pérez
LISBOA.- Venía prometiendo más indignación en sus próximos libros y acaba de cumplir el propósito con su obra de mayor carga política. El compromiso de Saramago se muestra más que nunca en Ensayo sobre la lucidez, un polémico alegato contra una democracia que considera herida de muerte y a favor del voto en blanco como instrumento de protesta.
La presentación de la obra, anteanoche en un abarrotado Centro de Congresos de Lisboa, no pudo ser más oportuna ante los últimos giros electorales de España y Francia. Ni siquiera el propio José Saramago, a sus 81 años, esperaba tener en sus manos tantos elementos reconvertidos en alicientes para la lectura de un libro que llegará a España en abril.
¿Qué ocurriría si en unas elecciones municipales el 83% del electorado de la capital de un país opta por votar en blanco? Este es el punto de partida de una novela que traza una devastadora crítica contra el sistema, sus gobernantes y los medios de comunicación, vistos como agentes de manipulación.
Defendió la legitimidad del voto en blanco como «lugar mágico» para la
«contestación» y advirtió de que «debemos prepararnos para esa posibilidad» cuando se preguntó qué harían los gobiernos si el porcentaje de papeletas en blanco superara el 20 por ciento en una cita electoral. Así, recordó que las últimas elecciones españolas registraron «600.000 votos en blanco», con un incremento de unas 200.000 papeletas respecto a los comicios anteriores, en las que 400.000 personas votaron en blanco. Esta tendencia, en su opinión, coloca al sistema en «una situación embarazosa».
La peor salida
«Debemos prepararnos para esa posibilidad», advirtió el escritor, según el cual este escenario no se encuentra muy lejos de la realidad. «¿Qué respuesta tiene el sistema para esto?», se cuestiona Saramago, ofreciendo en su libro la peor salida, ya que el Gobierno pierde la cabeza y acomete una acción represiva.
La fábula-advertencia diseñada por el autor luso aporta elementos inquietantes. La caza de brujas apunta el dedo acusador hacia un personaje recuperado de Ensayo sobre la ceguera (el reverso de la moneda de Ensayo sobre la lucidez), la mujer del médico, convertida en chivo expiatorio. Y para hacer creíble la teoría de la conspiración que se narra, a un ministro del Ejecutivo no le tiembla el pulso a la hora de planear un ataque con bomba en el metro de la capital.
Ante un auditorio invadido literalmente por 1.500 espectadores, ansiosos por escuchar las palabras del Nobel de Literatura, el lanzamiento de Ensayo sobre la lucidez estuvo amenizado por un debate sobre el estado actual de la democracia, con la participación de representantes de diferentes sensibilidades políticas. Por la izquierda, el ex presidente luso por el Partido Socialista (PS), MArio Soares, y el rector de la Universidad de Lisboa y viejo cantante de intervención, José Barata-Moura; a la derecha, el ex líder del Partido Social Demócrata (PSD), Marcelo Rebelo de Sousa.
En el acto no faltaron alusiones al cambio político de España, vivido en primera persona por Saramago en Madrid. «Espero que este debate sirva para movilizar conciencias al igual que los llamamientos a través de los móviles lograron disparar las conciencias de miles de personas en España».
Poder económico
Su intervención giró en torno a su diagnóstico desalentador sobre una democracia «bloqueada», asumida como «dato adquirido» sin margen para el debate. «No se discute la democracia como si fuera una virgen intocable. Pero hay que tocarla, hay que sacudirla», aseveró. Y remata: «Los Gobiernos se han convertido en comisarios políticos del poder económico».
Sobre el escenario de inspiración de Ensayo sobre la lucidez, el escritor niega cualquier especulación sobre la identidad del país y los gobernantes, aunque en Portugal no cabe duda de que muchos dardos han sido lanzados a sus instituciones, afectadas por una acuciante falta de confianza de la opinión pública.
Hay quien ve en la obra algo del resentimiento de Saramago hacia el Gobierno luso de centroderecha, liderado por el Partido Social Demócrata, que censuró la candidatura del Evangelio según Jesucristo al Premio Europeo de Literatura y provocó el exilio voluntario del escritor a España. ¿Y si la mayoría de los portugueses vota en blanco en las próximas elecciones? «Me daría un gozo infinito», admite.
Fidelidad al comunismo
«¡No me hagan preguntas tontas!». Decenas de periodistas tuvieron que aguardar a la palestra para escuchar la justificación de Saramago sobre su participación en las listas de los comunistas lusos para las Elecciones Europeas del 13 de junio.
«Si hace una apelación al voto en blanco, parece entrar en contradicción», le planteó con ironía su colega en la mesa de debate, el ex presidente Mário Soares. «Puede ser una contradicción formal», admitió el escritor, «pero mi presencia se debe a una expresión de fidelidad».De hecho, no es la primera vez que el autor portugués integra las listas comunistas de los comicios comunitarios, ya lo hizo en 1999, en un puesto no elegible, como ahora.
«Sería disparatado decir que ahora no puedo porque escribí «Ensayo sobre la lucidez»», replicó echando el cerrojo sobre el asunto.
Es de sobra conocida su militancia comunista en el último partido occidental de este símbolo que preserva los parámetros marxistas-leninistas, aunque esta máxima no le ha impedido criticar la dictadura de Fidel Castro tras la onda represiva que el año pasado llevó a la cárcel al escritor Raúl Rivero.
Su compromiso político está más vivo que nunca, y de ello ha habido pruebas dadas en los últimos tiempos, desde su condena a la represión israelí sobre la resistencia palestina o su empeño personal contra la Guerra de Irak con la lectura de manifiestos en las movilizaciones de Madrid.