El obispo y el imán que llevan la paz a África en jeep

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El arzobispo y el principal imán de Bangui (República Centroafricana) recorren juntos el país, sumido en la violencia, para anunciar el mismo mensaje de perdón que el Papa lleva a África.

Un día cualquiera hace dos años, en la República Centroafricana, los arzobispos de Bangui y Bangassou, Nzapalaïnga Dieudonné y Juan José Aguirre, «íbamos en mi coche al aeropuerto», relata el cordobés Aguirre. Les acompañaba el imán Kobina Layama, presidente de la Comunidad Islámica nacional. De repente, «varios centenares de exaltados, armados de machetes y palos, pararon el vehículo para linchar al imán. Cerré todo y me puse en la puerta para que nadie tocara a mi huésped. Monseñor Dieudonné también luchó por la vida de su amigo. El forcejeo duró una hora. Nos escapamos de chiripa, con el pobre imán tirado sobre la alfombrilla. Cada vez que me ve me da dos besos y le dice a su esposa que se quite el velo para que yo la bendiga».

El Papa Francisco, que comenzó ayer su visita a Kenia y Uganda, quiere «proclamar el amor de Cristo y su mensaje de reconciliación, perdón, y paz» –como dijo el lunes en un videomensaje–, algo especialmente necesario en la República Centroafricana. El país está «herido y dividido», necesita que Francisco «nos invite a salir del odio, la venganza y la barbarie», afirma a Alfa y Omega monseñor Dieudonné, arzobispo de la capital y presidente de la Conferencia Episcopal del país. El Papa desea con fuerza emprender este viaje y no teme por su seguridad personal, pero sí le preocupa la gente que acuda a verle, por lo que la visita solo se confirmará en el último momento.

Monseñor Dieudonné, el imán Layama y el reverendo Nicolas Guerekoyame Gbangou, líder de la Alianza Evangélica, llevan tres años haciendo todo lo posible para frenar el conflicto que, bajo capa de enfrentamiento religioso, arrasa el país y ha desplazado a una quinta parte de la población.

Históricamente, «la convivencia entre religiones no era una preocupación en Centroáfrica. En las familias era posible encontrar miembros de diferentes credos». Lo recuerda el obispo, quien de niño compartía las fiestas con sus amigos musulmanes. Eso cambió en diciembre de 2012, cuando milicias seleka del norte, mayoritariamente musulmán, asaltaron Bangui para protestar por el abandono que sufría su región. Los Seleka, entre los que había guerrilleros extranjeros, dejaron un reguero de destrucción. Frente a ellos surgieron los antibalaka, milicias de animistas y cristianos.

Historia de una amistad

Desde entonces, incitados por los políticos en su lucha por el poder, estos grupos han desatado una oleada tras otra de violencia y represalias. La crisis político-militar «trajo una fractura religiosa», explica el arzobispo Dieudonné. Pero ningún líder religioso ha apoyado la violencia. Al contrario, desde el principio se unieron para desactivar el discurso del odio «y lanzar un mensaje común denunciando que se manipule la religión».

En este clima tan poco propicio, surgió la amistad entre monseñor Dieudonné y el imán Layama, a los que ya se conoce como los mellizos. «Antes, nuestras relaciones eran formales sin más», cuenta. Pero cuando los antibalaka amenazaron de muerte al imán, este buscó refugió en la casa del arzobispo. Terminó viviendo en el Arzobispado seis meses, y es fácil de imaginar la cantidad de conversaciones que compartieron sobre cómo reconstruir la paz.

Ambos comenzaron a viajar por todo el país «para sensibilizar y concienciar a los centroafricanos sobre la cohesión y la reconciliación». Cada cierto tiempo, suben sus maletas a un 4×4 y recorren durante días los caminos imposibles del interior. Se reúnen con la población y también con las milicias antibalaka, a las que intentan persuadir para que se disuelvan.

Bienvenida de los Seleka al Papa

El imán «rechaza la yihad, y precisa que la verdadera yihad es la batalla de uno mismo para superar sus pecados, –explica el arzobispo–. Siempre hemos sido bien recibidos por la gente, que ve en nosotros la imagen de la unidad nacional». Pero el miedo al otro ya está arraigado, y las milicias se han acostumbrado a vivir de la extorsión y el saqueo. Aunque, de vez en cuando, se ve algún fruto como el comunicado de los Seleka dando la bienvenida al Papa.

Los dos líderes, junto con el reverendo Gbangou, han viajado por todo el mundo, desmintiendo que el conflicto centroafricano sea religioso y pidiendo la intervención de la ONU, y han promovido escuelas multiconfesionales.

En medio del conflicto, monseñor Dieudonné agradece «la oportunidad de trabajar juntos por la paz. El diálogo religioso es una riqueza. Cada uno sale de sí mismo para ir al encuentro del otro». Cuando hay diálogo, «la palabra es el instrumento de comunicación, de mediación y de resolución de conflictos. Ante la violencia, la religión debe aportar otro mensaje».

Autor: María Martínez López

Fuente: Alfa y Omega