Desde que en 1958 Shell inaugurase su primer pozo en el Delta del Níger, la población local ha percibido a ésta y a las petroleras que llegaron después como una amenaza directa manifiesta contra su desarrollo y su ecosistema
La pobreza, la degradación medioambiental y la violencia podríamos decir que son, tristemente, los rasgos característicos de la zona.
Ogoniland es una región que abarca unos 1.000 km2 al sudeste de la cuenca del Delta del Níger. La extracción de crudo en la región le ha reportado a la empresa petrolera Shell más 30.000 millones de dólares de beneficios; sin embargo la mayoría de la gente vive peor que antes de la llegada de las compañías petroleras.
La prospección en el Delta del Níger comenzó en 1958, y las instalaciones para una producción extensiva se establecieron durante los tres decenios siguientes. Estas operaciones las llevó a cabo Shell Petroleum Compañía de Desarrollo (Nigeria) Ltd, (SPDC), una empresa conjunta entre la compañía nacional nigeriana para el petróleo, Shell Internacional(multinacional anglo-holandesa), Chevron (petrolera estadounidense), Elf (empresa francesa ) y AGIP (Compañía General Italiana de Petróleo).
Evaluación del desastre en Ogoniland
La publicación de un informe de Naciones Unidas que analiza los daños de 50 años de explotación petrolífera en la zona ha revitalizó la alarma sobre las consecuencias ambientales y contaminantes que afectan a la población de la zona.
Tras la investigación sobre el terreno y el estudio de los análisis de agua, se descubrió que al menos 10 comunidades Ogoni consumen agua altamente contaminada por hidrocarburos, lo que pone en riesgo su salud. Es especialmente grave el caso de la comunidad de Nissioken Ogale, en el oeste de Ogoniland, donde la gente bebe agua de pozos contaminados por benceno —una sustancia cancerígena— con unos niveles de este tóxico 900 veces superiores a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Al igual que sucede con otros productos químicos tóxicos, los problemas de salud causados por el petróleo pueden ser difíciles de comprobar porque tardan mucho en afectar a la gente. Sin embargo, la mayor parte de las personas que viven y trabajan cerca de las perforaciones petroleras y refinerías están familiarizadas con la contaminación del aire y el agua por el petróleo. Aspirar los vapores, consumir alimentos o beber líquidos contaminados con petróleo y gas ocasiona problemas para la salud reproductiva, tales como abortos espontáneos, partos de niños muertos y defectos de nacimiento. El contacto regular con petróleo y gas ocasiona cáncer, y sin embargo, la población no tiene ninguna información al respecto.
Esta contaminación ha dañado la calidad del suelo, del agua y del aire. Centenares de miles de personas están siendo afectadas, particularmente los más empobrecidos, y quienes depende de medios de vida tradicionales como la pesca y la agricultura. Los pueblos que viven en el Delta del Níger tienen que beber agua contaminada, así como cocinar y lavar conésta; comen pescado contaminado con petróleo y otras toxinas- si es que tienen la suficiente buena suerte de encontrar peces; la tierra que usan para siembras está siendo destruida debido a las filtraciones del crudo.
El delta del río Níger es una de las mayores fuentes de ‘oro negro’ en África. Esta riqueza le ha salido muy cara a la población nigeriana, que ha sufrido los vertidos y la contaminación durante decenas de años. La fundación Green Cross Switerland, por ejemplo, eligió la zona como uno de los diez lugares más contaminados del mundo en su lista de 2013. (fuente: eldiario.es ).
Un negro futuro
Las comunidades de las regiones productoras de petróleo sienten mermado su desarrollo, ya que las actividades petroleras no suponen un mayor empleo local ni se traducen en beneficios económicos, sino que enriquecen a otros o destruyen su ecosistema, dejando tras de sí numerosas zonas agrícolas inservibles.
Según cifras del Banco Mundial, el 80 % de las riquezas que provienen del petróleo se las queda el 1% de la población.(fuente: Ida de la Hera Salvador http://www.iecah.org/ ).
Un informe de Naciones Unidas que responsabiliza a la petrolera angloholandesa Shell de los gravísimos problemas de contaminación del reino de Ogoniland, en Nigeria, no ha acabado con la controversia. El trabajo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, en sus siglas en inglés) ha sido recibido como un informe histórico que refleja 50 años de contaminación en el delta del Níger. Concluye que se tardará más de 30 años en limpiar las zonas contaminadas (fuente: elpais.com ).
En 1993, cerca de 300.000 Ogonis se manifestaban pacíficamente exigiendo que una parte de los beneficios del petróleo revirtiera en la población; también solicitaban una mayor autonomía política.
Saro-Wiwa fue el fundador del Movimiento por la Supervivencia del Pueblo Ogoni (MOSOP) , que llevó a cabo una campaña no violenta contra la petrolera Shell y sus consecuencias. En 1992, dos años después de la constitución del grupo, exigieron formalmente a las compañías de petróleo la indemnización por treinta años de explotación, de los cuales el pueblo Ogoni no había recibido todavía ningún beneficio. La dictadura nigeriana del momento reaccionó entonces ante las protestas con una violenta represión, presuntamente en colaboración con Shell , que acabó con la ejecución del carismático líder Ogoni. Shell, por su parte, desatendió los reclamos del pueblo Ogoni y responsabilizó al Gobierno del abandono económico, del que ella, como empresa, carecía de responsabilidad alguna.
A raíz de este movimiento, se fueron formando otros grupos en la zona, bien de defensa de derechos humanos o de carácter político-militares. Algunos de ellos fueron el IDERA (Asociación por la Democracia y los Derechos Ambientales de Isoko), el IYE (Jóvenes Revolucionarios Ijaw) y el PUSN (Unión Popular para la Salvación de Nigeria).
La Iglesia, los grupos sociales, las ONG y organizaciones de todo tipo instan a gobierno, guerrilla y empresas a acabar con la violencia, permitiendo el acceso y la actuación de las organizaciones humanitarias, tomando en cuenta las recomendaciones que el comité técnico para el Delta del Níger presentó en diciembre de 2008, poniendo en marcha un programa de desmovilización, desarme y reintegración (DDR), gestionando de forma transparente las cuentas públicas -de modo que los fondos asignados sean utilizados a favor de la región y el inicio de programas de desarrollo del Delta- y liberando a todos los rehenes, poniendo así fin a la violencia.
Mientras tanto, y como siempre, es la población civil quien menos medios tiene para solucionar el conflicto y quien más sufre sus efectos; y el mundo mira a Nigeria si las muertes, las violaciones de derechos humanos y la injusticia afecta a su bolsillo al llenar el depósito de gasolina.(fuente: Ida de la Hera Salvador http://www.iecah.org/ ).
Autor: Aida Fuentes